La familia ¡®Friends¡¯ se instala
La crisis y los nuevos h¨¢bitos de vida arrinconan a las familias y a las parejas en los barrios. Grupos de treinta?eros alquilen juntos para ahorrar
Se apellidan Gim¨¦nez, Farran y Llopis. Queda bastante claro que no les unen lazos de sangre. Han pasado de la treintena y han formado su propia familia con muchas de las rutinas que imperan en el hogar materno. El que cocina ¡°de muerte¡± lo hace para los otros dos y el que va a la compra para llenar la nevera consulta por WhatsApp si necesitan algo. Santi, con 31 a?os, P¨ªo, con 33, y Jacobo, con 30, conforman un modo de vida que ya no extra?a en las grandes ciudades como Madrid. Comparten piso m¨¢s all¨¢ de la etapa universitaria, por decisi¨®n y no por imposici¨®n econ¨®mica. Son un ejemplo de un modelo de convivencia que se aleja de los c¨¢nones tradicionales.
¡°Claro que podr¨ªa vivir solo, pero es que estoy m¨¢s a gusto con amigos¡±, explica Santi sentado en el sof¨¢ de su espaciosa casa, en los alrededores del Santiago Bernab¨¦u. ¡°Yo tambi¨¦n prefiero compartir¡±, corrobora a su lado Jacobo. Cada uno ha tenido su propia experiencia vital antes de acabar compartiendo cocina, que no ba?o, porque la casa dispone de tres. P¨ªo, por ejemplo, lleg¨® a esta vivienda despu¨¦s de vivir solo durante siete a?os. ¡°Se juntan varios factores para que la convivencia sea buena. Lo fundamental es que no somos extra?os que se han juntado. Todos tenemos mismas inquietudes y grupos de amigos que acaban siendo uno¡±.
Seg¨²n el ¨²ltimo Observatorio sobre la emancipaci¨®n elaborado por el Consejo de la Juventud de Espa?a, acceder a una casa en propiedad supone casi el 50% de los ingresos de una persona entre los 30 y los 34 a?os. Esto contribuye a que lanzarse a la compra haya dejado de ser una opci¨®n para muchos en esta franja de edad. ¡°Creo que todos tenemos un caso cercano de alguien que se compr¨® casa en el peor momento. Si viajas un poco y sales de Espa?a, ves que el alquiler es lo m¨¢s extendido¡±, explica P¨ªo.
Para simplificarlo, se podr¨ªa decir que es un modelo a lo Friends, la serie estadounidense que triunf¨® a finales de los noventa y principios de los 2000 en el que seis amigos que rondaban los 30 se repart¨ªan entre dos casas en Nueva York. Estaba la de las chicas, Rachel y Monica, y la de los chicos, Joey y Chander. Los otros dos protagonistas, Ross y Phoebe, pr¨¢cticamente eran unos ocupantes permanentes aunque no tuvieran su propia cama.
En este caso, el papel de ellas lo ejercen Irene L¨®pez, Sandra Nieto, ambas de 31 a?os, y Laura Fern¨¢ndez, de 29, que viven cerca de Islas Filipinas. ¡°Nos llevamos muy bien y adem¨¢s se une el que venimos de fuera de Madrid, as¨ª que ellas son mi familia aqu¨ª¡±, resume Sandra, que trabaja en un laboratorio farmac¨¦utico. Su habitaci¨®n es el lugar habitual de reuni¨®n cuando todas est¨¢n en casa, all¨ª es donde se recuerdan las haza?as de la noche anterior o planean viajes juntas. Por ahora, esta es su vida a tres y es la que les gusta. Laura, empleada de una empresa tecnol¨®gica, resume ese esp¨ªritu: ¡°Quiz¨¢s hace no mucho con 30 a?os se planteaban las cosas de forma diferente. Ahora no veo factible que a esa edad alguien tenga montada su vida como para meterte en un piso solo¡±. ¡°Claro¡±, a?ade la dicharachera Sandra, ¡°nuestro objetivo principal ahora es el trabajo y tenemos otras inquietudes. No nos conformamos con el t¨ªpico puesto para toda la vida. Con ese planteamiento, es m¨¢s flexible estar en un piso compartido¡±.
En un espacioso pis¨® en la zona de Chamber¨ª, Jorge y Nono, pareja, y Luc¨ªa conforman otro de estos nuevos clanes. ¡°Convivir para m¨ª significa compartir¡±, explica Jorge. ¡°Ahora ya no es todo ¡®o vivo con mi pareja o solo¡¯. Todo eso del individualismo est¨¢ bien si es lo que quieres, pero hay otras opciones de vida en funci¨®n de tus prioridades¡±. En su caso, lo de compartir a tres ¡°cay¨® por su propio peso¡± y la experiencia comenz¨® ¡°hace dos o tres a?os¡±. Su pareja tuvo que marcharse a trabajar fuera de Madrid y ¨¦l se qued¨® viviendo con su amiga com¨²n. Cuando Nono volvi¨®, se instal¨® en el piso. ¡°Es cierto que en nuestro caso influye el motivo econ¨®mico y adem¨¢s tenemos la suerte de que la casa es espaciosa, as¨ª que tenemos nuestra independencia cuando la necesitamos¡±. Para Jorge, la situaci¨®n cambiar¨¢ si alg¨²n d¨ªa se plantea la posibilidad de tener un hijo. En una situaci¨®n muy similar vive un diputado como Alberto Garz¨®n, que comparte piso con su novia y su hermano.
El profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de Zaragoza y la Complutense y autor del estudio La emancipaci¨®n en tiempos de crisis, Alessandro Gentile, explica el fen¨®meno: ¡°Estamos asistiendo a un alargamiento en el tiempo de lo que denominamos viviendas transitorias, que son aquellas en las que vivimos desde que abandonamos el hogar en el que nos criamos hasta que nos establecemos en otro definitivamente¡±. El experto se?ala que es una tendencia que se da sobre todo en grandes ciudades como Madrid y alude a numerosos factores que confirman la tendencia. ¡°El retraso del momento de formar una familia, el aumento del coste de vida, la inestabilidad laboral y una mayor movilidad¡±. Estos son los motivos generales, pero el experto a?ade casu¨ªsticas espec¨ªficas, como parejas que se rompen y dan lugar a nuevos hogares.
Diego Mart¨ªnez, de 35 a?os y fot¨®grafo de profesi¨®n, pone voz a este caso. Un inquilino se instal¨® en su casa har¨¢ un a?o, y los 90 metros cuadrados que hab¨ªa hecho suyos durante casi cinco a?os, pasaron a ser compartidos. Se trataba de su mejor amigo, que acababa de salir de una ruptura sentimental. ¡°Compart¨ªa piso con su novia y cuando lo dejaron, le dije que se viniera y en ning¨²n momento pusimos plazos a esta situaci¨®n¡±, detalla al otro lado del tel¨¦fono. Una vez m¨¢s el concepto ¡°familia¡± vuelve a aparecer para definir el tipo de relaci¨®n que se establece en estas convivencias. ¡°Nunca me hab¨ªa planteado volver a compartir piso, pero tampoco era algo que descartara. Ahora pienso que casi me costar¨ªa m¨¢s hacer hueco en la casa para una nueva pareja que para un amigo¡±, comenta entre risas.
Y poco a poco, la casa que antes era de Diego al 100% fue haciendo peque?as concesiones para admitir la presencia de su mejor amigo. Esto es lo habitual. Como en casa de Ana, en Arganzuela. En una estanter¨ªa de su sal¨®n reluce una cer¨¢mica con su nombre escrito en ¨¢rabe. Se la regal¨® su compa?era de piso, Hanna, como recuerdo de su viaje a Granada. Comparten nombre, con distinta ortograf¨ªa porque una proviene de Extremadura y la otra de Marruecos. Ana supera los 60 y Hannan tiene 28 a?os. Se conocieron a trav¨¦s del programa de la organizaci¨®n Solidarios para el desarrollo Convive que une a estudiantes y personas mayores. ¡°Antes compart¨ª con gente de mi edad, pero siempre tuve problemas, as¨ª que opt¨¦ por esta alternativa¡±, detalla Ana, una estudiante de doctorado de risa constante. Las dos van a la compra juntas, a tomar t¨¦ y a visitar a las hermanas de Ana, que viven a escasos metros. Esta maestra jubilada lleva ocho a?os inscrita en el programa: ¡°Siempre he querido que la gente joven me instruya a m¨ª y tambi¨¦n es mi manera de ayudar a los estudiantes¡±.
Ahora pienso que casi me costar¨ªa m¨¢s hacer hueco en la casa para una nueva pareja que para un amigo¡±
Desde su experiencia diaria, Roberto Fern¨¢ndez de Frutos, miembro del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Madrid, opina que compartir ¡°ya no est¨¢ reservado solo a estudiantes y gente que viene de fuera¡±. Fern¨¢ndez de Frutos lo achaca al propio aumento del mercado de alquiler: ¡°A los 30, la gente ya no carga con una hipoteca, como pasaba antes¡±. Seg¨²n la ¨²ltima encuesta de condiciones de vida del INE, el porcentaje de casas en alquiler en la Comunidad de Madrid es casi del 18%, mientras que en 2007, al inicio de la crisis, esta cifra se reduc¨ªa al 13%.
Volviendo al apartamento de las chicas, con una estirada en la cama con el ordenador en su regazo, la otra mirando los collares colgados en un maniqu¨ª al lado de la c¨®moda, Laura desde el sill¨®n resume: ¡°Sabemos que llegar¨¢ el momento de irnos a nuestro propio piso, pero hasta que ese momento llegue, disfrutamos estos a?os que no se volver¨¢n a repetir".
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