El viejo explorador rescatado por Viggo Mortensen
El actor, en su faceta de editor, presenta en Barcelona ¡®Hijos de la selva¡¯, sobre el etn¨®grafo Max Schmidt y sus fotos del Matto Grosso y el Chaco
?Qu¨¦ tienen en com¨²n Aragorn, hijo de Arathorn, y Diego Alatriste con el flacucho, patoso y desgraciado antrop¨®logo alem¨¢n Max Schmidt, muerto en el olvido en Asunci¨®n (Paraguay) en 1950, rodeado de los ?and¨²es que criaba y enfermo de lepra? La respuesta es: Viggo Mortensen. El famoso actor que interpret¨® en la gran pantalla a los dos valientes literarios ha sido decisivo en el rescate de Schmidt, ¡°un verdadero antih¨¦roe¡±, dice, al publicar en su editorial (Perceval Press) Hijos de la selva, un libro de gran formato que recupera la memoria del etn¨®logo y explorador y a la vez ofrece una selecci¨®n de sus sensacionales fotograf¨ªas etnogr¨¢ficas, realizadas especialmente durante su trabajo de campo entre las poblaciones ind¨ªgenas del Mato Grosso brasile?o y el Chaco paraguayo.
Mortensen (Nueva York, 1958) present¨® ayer en Barcelona el libro del que es editor junto con los dos autores del mismo, los antrop¨®logos Federico Bossert y Diego Villar, que han investigado de manera concienzuda la vida y la obra de Schmidt para ofrecer una panor¨¢mica de la vida y la obra de un personaje sensacional inmerecidamente desconocido. El acto tuvo lugar, con la previsible expectaci¨®n que despierta la presencia del actor, en el Museo Blau, la sede del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. Actu¨® de maestro de ceremonias el arque¨®logo, naturalista y tambi¨¦n explorador Jordi Serrallonga, que coloc¨® la figura de Schmidt a la altura de grandes como Alexander von Humboldt, Darwin y Alfred Wallace, nada menos, o modernos colosos de la antropolog¨ªa como Malinowsky y Margared Mead.
Viggo Mortensen, zapatos gastados, camisa tejana y americana, muy atractivo, se mostr¨® condescendiente con el inter¨¦s que despert¨® su persona y se dej¨® retratar con paciencia aunque recalc¨® que ¨¦l no era ni mucho menos el protagonista real de la cita: ¡°Yo no escrib¨ª el libro, solo lo edito¡±. Explic¨® que Bossert y Villar le propusieron editar el volumen y que proyectan hacer otros dos en com¨²n, tambi¨¦n de tema antropol¨®gico. ¡°El Museo Etnogr¨¢fico Andr¨¦s Barbero de Asunci¨®n guarda el legado de Schmidt y fuimos all¨ª a ver qu¨¦ hab¨ªa. ?l muri¨® de lepra y la gente, por ignorancia y aprensi¨®n, para evitar el contagio, quem¨® buena parte de sus pertenencias, cuadernos de campo, mapas, objetos etnogr¨¢ficos, textiles, pero quedaban cosas y fue muy emocionante tocar las placas de vidrio fotogr¨¢ficas, extray¨¦ndolas de sus viejas cajas de madera¡±. De hecho, me contaron luego Bossert y Villar, en la ¨²ltima ¨¦poca, muy pat¨¦tica, de Schmidt, le daban la comida empuj¨¢ndola con un palo. Mortensen continu¨®: ¡°Yo no soy un cient¨ªfico, publico libros de arte, de fotograf¨ªa, de poes¨ªa. Miraba esas extraordinarias, bell¨ªsimas fotos de Schmidt y entend¨ªa que tienen un inter¨¦s cient¨ªfico, pero tambi¨¦n que son arte. La idea ha sido hacer un libro con valor art¨ªstico tanto como acad¨¦mico¡±.
El actor destaca sobre todo los ¡°hermosos retratos¡±, que le recuerdan el trabajo con los ind¨ªgenas norteamericanos de Edward Curtis. Entre las fotos hay varias en las que aparece el propio Schmidt, una figura escuchimizada y fr¨¢gil.
Se podr¨ªa hacer una pel¨ªcula muy conradiana con sus aventuras
El int¨¦rprete de Promesas del Este destaca que en Schmidt hay junto a la parte cient¨ªfica ¡°una aventura vital con algo novelesco y conradiano¡±, que queda recogida tambi¨¦n en el libro. ¡°Fue un pionero de ir a los lugares, de tratar con la gente, y a esa gente no la miraba con superioridad ni prejuicios¡±. Al respecto, ley¨® un texto del etn¨®grafo: ¡°Cu¨¢ntas veces sent¨ª envidia de los indios al comprobar su superioridad f¨ªsica respecto de los europeos¡±.
Mortensen siente un gran respeto y admiraci¨®n por Schmidt, e incluso ternura: ¡°Este se?or humilde y solitario, con sus cuadernos, sus colecciones, en un ambiente de paz y aceptaci¨®n, que parece haber sido en cierta manera feliz, me da un poco de envidia, por la sencillez de su vida¡±. En la l¨¢pida de Schmidt en un cementerio de Asunci¨®n reza: ¡°Per silvas pro homines et scientia¡±, ¡°fue a las selvas por los hombres y la ciencia¡±, un hermoso y envidiable epitafio.
Villar por su parte subray¨® el papel pionero de Max Schmidt (Altona, 1864-Asunci¨®n, 1950) en la historia de la antropolog¨ªa, en el pasaje de la ciencia de gabinete a la disciplina moderna. ¡°Pero qued¨® relegado. Quiz¨¢ porque se enraiz¨® en Paraguay, porque no sab¨ªa venderse a s¨ª mismo, y era desgarbado, flacucho, la ant¨ªtesis del h¨¦roe explorador¡±. La carrera de Schmidt se esencializa en sus tres viajes al Xing¨² brasile?o a principios del siglo XX y su trabajo luego en el Chaco. Por lo visto el hombre era realmente un cenizo, lo que tambi¨¦n nos lo aproxima m¨¢s. ¡°Padec¨ªa malaria cr¨®nica, aparte de la lepra, iba con expediciones min¨²sculas, casi solo, se le hund¨ªa la canoa, le picaban todos los mosquitos, le mord¨ªan las pira?as y las v¨ªboras, la gente de la selva a menudo le quitaban sus escasas posesiones¡¡±. Nunca accedi¨® a los c¨ªrculos acad¨¦micos de prestigio. ¡°Y sin embargo el suyo es un legado que era vital recuperar¡±.
Bossert apunt¨® que el gran valor de las fotos de Schmidt es no solo que muestra una visi¨®n prolongada de la vida en el Mato Grosso y el Chaco sino la transformaci¨®n experimentada por esa vida.
Ser¨ªa cenizo, Schmidt, pero ten¨ªa rea?os. Encant¨® a los guerreros bacairis del r¨ªo Curisevo tocando el viol¨ªn. ¡°Fue de los primeros exploradores en entrar en ciertas zonas del Mato Grosso y de hecho estuvo en los lugares en que se perdi¨® el famoso coronel Fawcett¡±. Detr¨¢s de las exploraciones e investigaciones de Schmidt ¡°hay una historia m¨¢s personal¡±. La del anhelo ¨ªntimo de penetrar solo en la selva y fundirse con ella y sus gentes. Se lanzaba desnudo al agua con ellos, y se tatuaba. Ese camino fue tambi¨¦n ¡°una sucesi¨®n de fracasos¡±, que convierten a nuestro etn¨®grafo en una figura quijotesca. Hay muchos enigmas en Schmidt. Se march¨® de Alemania poco antes del ascenso de Hitler y Mortensen y los dos antrop¨®logos creen que no es dif¨ªcil suponer que su visi¨®n de los otros pueblos le hac¨ªa completamente opuesto al paradigma racista nazi.
Dada la fascinaci¨®n del actor con Schmidt una pregunta era ineludible: ?no va a haber pel¨ªcula? ¡°Es un personaje incre¨ªble, con esos viajes, esas experiencias terribles y torpes, son cosas de cuento y, claro, de pel¨ªcula, podr¨ªa serlo, una pel¨ªcula muy conradiana. Le regal¨¦ el libro al director Lisandro Alonso, con el que he hecho Jauja. Le gust¨® mucho, creo que habla de hacer algo. En fin, de momento no hay planes¡±.
En Viggo Mortensen hay un explorador frustrado. Seg¨²n me cont¨® admira a Nansen y a otros grandes descubridores escandinavos ¡ªno en balde tiene ra¨ªces danesas¡ª. De joven incluso so?¨® con cruzar Groenlandia en solitario. Al menos ¨¦l, si no ha sido un h¨¦roe y un explorador ha podido, feliz mortal, encarnarlos o rescatarlos.
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