Las jerarqu¨ªas de la Diagonal
Trias, que boicote¨® la consulta de la Diagonal, aplica ahora el despotismo para imponer un dise?o que marca jerarqu¨ªas
La remodelaci¨®n de la Diagonal, entre la plaza Francesc Maci¨¤ y el paseo de Gracia, cuya inauguraci¨®n est¨¢ anunciada para el 15 de marzo, justo antes de las elecciones municipales, deja claro cu¨¢les son los principios neoliberales del Ayuntamiento: su modelo urbano es el resultado directo de las fuerzas econ¨®micas y de los intereses comerciales dominantes.
La historia de la remodelaci¨®n de la Diagonal es truculenta y tuvo un alto coste para el pasado Consistorio socialista, que convoc¨® con escasa convicci¨®n un proceso participativo sin precedentes para decidir si la Diagonal, por la que iba a pasar el tranv¨ªa, iba a tener una morfolog¨ªa de rambla o de bulevar. Con astucia pol¨ªtica, el entonces concejal Tr¨ªas propuso una tercera posibilidad, ni lo uno ni lo otro, con la que se aseguraba dinamitar el proceso, conden¨¢ndolo al fracaso.
El Ayuntamiento del momento fue tan ingenuo de suponer que algo tan complejo, con intereses contrapuestos (los comerciantes y propietarios, los defensores y los detractores del tranv¨ªa, los automovilistas y el RACC, los defensores del transporte p¨²blico y de las bicicletas) era f¨¢cilmente resoluble. Y hoy, el mismo que lo boicote¨®, ya alcalde, ha pasado al despotismo de aplicar una soluci¨®n, encargada inicial y directamente por los mismos comerciantes a un equipo de arquitectos, y asumida y realizada por los muy diversos servicios t¨¦cnicos municipales, convirti¨¦ndolo en un manifiesto de las jerarqu¨ªas, prioridades y presiones de esta cruel globalizaci¨®n.
En primer¨ªsimo lugar est¨¢n los intereses de la propiedad privada y de los comerciantes. De ah¨ª estas inmensas aceras, bandejas de plata que aseguran las plusval¨ªas inmobiliarias y el negocio de las terrazas para bares y restaurantes, que pagar¨¢n sus impuestos a las arcas municipales. Est¨¢ previsto que en dos a?os las rentas de alquiler se hayan duplicado, en un proceso de creaci¨®n de plusval¨ªa que se intenta coronar con el alto incremento de volumen del nuevo hotel de lujo en la sede del Deutsche Bank, previamente derribado.
En primer¨ªsimo lugar est¨¢n los intereses de la propiedad privada y de los comerciantes. De ah¨ª estas inmensas aceras, bandejas de plata que aseguran las plusval¨ªas inmobiliarias
En segundo lugar, se trata de dejar bien claro que se favorece a un transporte privado que se mantiene, facilitando especialmente el flujo de motoristas que bajan de la parte alta de Barcelona, e intentando asegurarse de que el tranv¨ªa, que hubiera relacionado las partes este y oeste de la ciudad, no pase por la Diagonal. Cuando, precisamente, si hay algo que falta claramente para mejorar y completar la laber¨ªntica, irregular y err¨¢tica red del metro barcelon¨¦s es el tramo de tranv¨ªa por esta Diagonal elitista.
Asegurada esta primac¨ªa de la propiedad y del veh¨ªculo privado, se han dejado peque?os m¨¢rgenes para otros rangos de ciudadan¨ªa, yendo de los que van en bicicleta, que tienen su carril, hasta terminar con los que se consideran en la escala m¨¢s baja de lo social, es decir, los que usan el transporte p¨²blico.
Evidentemente, el peat¨®n es el ¨²ltimo. Aunque parezca que puede disfrutar de aceras anchas para ver escaparates y consumir en franquicias, para ir a las oficinas lujosas o a las sedes bancarias, su posible deleite se ha frustrado dise?ando un panot tan smart (se dice, capaz de absorber la contaminaci¨®n, repeler el calor y ser antideslizante), que con su relieve excesivo de 1,5 mil¨ªmetros y su dibujo demasiado grande de hojas de pl¨¢tano, molesta para caminar, especialmente a los que calzan suelas blandas, a las mujeres con tacones, a los ancianos o a toda persona que no sea el machito atl¨¦tico. Por si alguien lo dudaba, la nueva Diagonal nos demuestra que a¨²n hay clases y exclusiones de g¨¦nero.
Sin duda, el peor tratado es el usuario del trasporte p¨²blico, que debe esperar y acceder o desembarcar y alcanzar la acera pasando por una exigua franja sumamente peligrosa, entre el carril bus y el carril bici, p¨¦simamente dise?ada; una estrecha mediana que no llega a un metro ¨²til de ancho, invadida pautadamente por los alcorques de los ¨¢rboles y que pierde 30 cent¨ªmetros vitales con la barra protectora a?adida a ¨²ltima hora. Al desplazar el carril bici, previsto en el proyecto inicial al lado de la acera, la zona reservada a los que esperan el bus se ha reducido a¨²n m¨¢s de lo proyectado.
Es de prever, y ya se comprueba, que los peatones van a saltarse los itinerarios previstos, atravesando peligrosamente por donde puedan, y sufriendo apretujones y empujones en este escaso espacio de espera del bus. Y es que en este tira y afloja entre todos los que confluyen en esta avenida, para que cada uno tenga su franja, los que no han podido opinar son los ciudadanos de a pie, sufriendo el pavimento, y los que van en autob¨²s, hacinados en unas medianas en las que no caben ni las previstas y necesarias marquesinas.
Esta desaguisada transformaci¨®n, cuya ¨²nica cualidad es haber mantenido las franjas de los ¨¢rboles, reclama que, tan pronto como sea posible, la nueva alcald¨ªa replantee lo realizado para favorecer al peat¨®n y al que va en transporte p¨²blico, y recupere el proyecto del trazado del tranv¨ªa.
Josep Maria Montaner, arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
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