F¨®siles ocultos en el asfalto
Madrid conserva restos paleontol¨®gicos en baldosas, estatuas o incluso en el suburbano
Pocos de los que esperan cada ma?ana el metro en la estaci¨®n de Ciudad Universitaria saben que, en la caliza negra que reviste las paredes del and¨¦n, se asoman restos de caparazones de ammonites, familiares lejanos de los pulpos y los calamares. Y a la entrada del mercado de Fuencarral, en las baldosas que cubren el suelo, el ojo atento puede distinguir una colonia de coral de un tama?o apenas mayor que el de una moneda de un euro. Vestigios de la vida tal como era hace millones de a?os. Madrid esconde y conserva numerosos f¨®siles en sus calles, en las fachadas de sus edificios e incluso en las profundidades del suburbano. Una web recopila estos puntos en una gran base de datos abierta, gratuita y colaborativa.
¡°Los f¨®siles urbanos reflejan la historia de una ciudad y sus cambios. Muchas ciudades son aut¨¦nticos museos de geolog¨ªa¡±, explica Rub¨¦n Santos, ge¨®logo e impulsor de la web Paleourbana. El proyecto arranc¨® hace tres a?os con el nombre Caracoles en las aceras. Ahora es un gran contenedor que incluye datos sobre 259 puntos con restos paleontol¨®gicos en 53 ciudades de una decena de pa¨ªses. Esta recopilaci¨®n es fruto de su propio trabajo de investigaci¨®n y de la informaci¨®n que le hacen llegar los usuarios de la p¨¢gina: profesionales vinculados a la geolog¨ªa, profesores de ciencias naturales e incluso ¡°ni?os que salen con sus padres a buscar f¨®siles¡±.
En Madrid, el mapa de Paleourbana se?ala 16 puntos de inter¨¦s (adem¨¢s de otro en Tres Cantos). Los f¨®siles se esconden en los andenes del metro, pero tambi¨¦n en portales, en la fachada de una farmacia que parece elegida al azar o en reclamos tan tur¨ªsticos como el monumento a Cervantes de la plaza de Espa?a. Para encontrarlos, hay que entrenar el ojo. O salir a la calle con el mapa de Paleourbana en la mano. ¡°Lo primero que hay que hacer es aprender a identificar las rocas sedimentarias, que son el ¨²nico tipo de rocas que pueden conservar f¨®siles. Y despu¨¦s, buscar formas, texturas y colores en la piedra que sean irregulares¡±, apunta Santos.
En zonas urbanas, esas rocas sedimentarias son casi siempre piedra caliza. En Madrid no abunda, pues en la construcci¨®n se ha utilizado m¨¢s el granito, explica Santos. ¡°Casi todos los f¨®siles urbanos que hay en la capital vienen de fuera. Se ha llevado mucha caliza del Pa¨ªs Vasco y tambi¨¦n de Levante, que conserva f¨®siles de la ¨¦poca del Cret¨¢ceo¡±. Los restos aut¨®ctonos provienen del sureste de la regi¨®n; son calizas que se formaron en el fondo de lagos y que hoy custodian restos de caparazones, pr¨¢cticamente inmunes al paso del tiempo.
Los f¨®siles urbanos, conservados en piedras que se han utilizado para la construcci¨®n, est¨¢n ¡°fuera de su contexto geol¨®gico¡±, explica Santos. Han perdido ¡°parte de su valor paleontol¨®gico¡±, pero eso no les priva de utilidad, pues todav¨ªa pueden aportar mucha informaci¨®n sobre d¨®nde se formaron o en qu¨¦ ¨¦poca. Siguiendo ese rastro geogr¨¢fico, cuentan, adem¨¢s, la historia de la construcci¨®n de una ciudad. ¡°Reflejan c¨®mo han ido cambiando las modas y las t¨¦cnicas de construcci¨®n. Los edificios m¨¢s antiguos, por ejemplo, est¨¢n construidos con piedras procedentes de zonas cercanas porque entonces no se pod¨ªa traer el material de muy lejos¡±.
Esta gran base de datos sirve tambi¨¦n para otro prop¨®sito. ¡°Da la oportunidad a los aficionados a los f¨®siles de tener una especie de colecci¨®n virtual sin tener que destruir el patrimonio paleontol¨®gico¡±, asegura su creador. Simplemente saliendo a la calle, con los ojos bien abiertos, uno puede descubrirlos y fotografiarlos, para luego atesorarlos en Internet.
Puntos con f¨®siles urbanos en Madrid, recopilados por Paleourbana.
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