Sexo y sacrificios mochicas
Caixaforum expone en Barcelona 200 objetos rituales de esta misteriosa y rica cultura que floreci¨® en el norte del Per¨² siglos antes del imperio Inca
Cuando Pizarro desembarc¨® en 1532 con 180 soldados cerca de Tumbes, en lo que hoy es Per¨², se encontr¨® de bruces con la civilizaci¨®n Inca, una de las m¨¢s desarrolladas y ricas de todo el continente americano. Los incas, tras percatarse de las verdaderas intenciones de los reci¨¦n llegados: conquistar el territorio y, sobre todo, hacerse con todo el oro que pudieran, cuidaron, y mucho, de hablarles de sus antepasados los mochicas, que hab¨ªan vivido 500 a?os antes en esos mismos valles de la costa norte del Per¨². Sobre todo de su costumbre de enterrarse con grandes cantidades de oro, adem¨¢s de otros objetos que, cre¨ªan les acompa?aban despu¨¦s de muertos.
Olvidados durante siglos, el arte de esta sociedad que alcanz¨® amplios conocimientos de ingenier¨ªa hidr¨¢ulica con los que conquistaron los desiertos y transformaron en f¨¦rtiles valles que les dieron prosperidad, pueden verse en El arte mochica del antiguo Per¨². Oro, mitos y rituales (Caixaforum Barcelona, hasta el 7 de junio). Y lo hace con 200 piezas procedentes del Museo Larco de Lima, impulsado por el ingeniero Rafael Larco, uno de los padres de la arqueolog¨ªa peruana.
Los mochicas, entre los a?os 200 y el 850, fueron la primera sociedad estatal del hemisferio sur. Construyeron canales de riego (que se conservan en la actualidad como en el valle de Chicama) con los que transformaciones los desiertos en pr¨®speros y f¨¦rtiles valles; ciudades de adobe con enormes edificios en forma de pir¨¢mides truncadas, las huacas, que el tiempo ha transformado en monta?as de barro y dominaron la metalurgia del cobre que les permiti¨® fabricar armas, herramientas y objetos ornamentales. Pero sobre todo, fueron unos excepcionales ceramistas. Tanto que Ulla Holmquist, comisaria de la exposici¨®n y conservadora del Museo Larco, asegura que m¨¢s que simples recipientes son ¡°contenedores de mensajes que pueden leerse como un libro en 3D¡±.
Muchos de los canales que construyeron siguen activos
Las excepcionales piezas son aut¨¦nticos diccionarios ilustrados que reproducen de forma realista tanto rostros de personas como de h¨¦roes, escenas de la vida cotidiana e ¨ªntima, sin ning¨²n tipo de rubor ya que en muchos de los huacos se pueden ver coitos anales y vaginales, felaciones y masturbaciones. ¡°Representan la sexualidad como fertilidad para los hombres, pero tambi¨¦n para la Tierra¡±, explica Holmquist. Tambi¨¦n es exquisita la representaci¨®n de animales de compa?¨ªa o los que cazaban como guacamayos, c¨®ndor, pumas, zorros y perros, cuyos atributos se asimilaban con el poder de los l¨ªderes sociales y religiosos.
Las piezas fueron creadas, por ceramistas especializados, para los rituales vinculados con la muerte y provienen de las tumbas de personajes mochicas importantes; ¡°los l¨ªderes que controlaban el agua¡±, que durante siglos y hasta el comienzo de los trabajos arqueol¨®gicos de comienzos del siglo XX fueron sistem¨¢ticamente expoliadas por huaqueros de tumbas que acabaron con cualquier registro arqueol¨®gico. ¡°Por suerte, las excavaciones aportan datos de la disposici¨®n de los objetos y de los rituales que se realizaban al enterrar a los muertos y permiten saber que las cer¨¢micas representan una iconograf¨ªa que transforma al difunto en dios¡±, destaca Holmquist.
La tumba m¨¢s famosa de esta cultura fue localizada en 1987: la del Se?or de Sip¨¢n, considerado el Tutankam¨®n del continente americano y se exhibe en su propio museo, el de las Tumbas Reales de Sip¨¢n inaugurado en 2002.
Pero esta sociedad pr¨®spera y refinada tambi¨¦n ten¨ªa un lado oscuro y macrabo. Los sacrificios humanos que se produc¨ªan despu¨¦s del combate cuerpo a cuerpo entre dos hombres. El que perd¨ªa era degollado, se les arrancaba el coraz¨®n y su sangre ofrecida a los dioses, tal y como se ve en la escena de una de las piezas expuesta. ¡°Estas ceremonias est¨¢n relacionadas con los cambios de estaci¨®n, como el equinocio de septiembre, y, sobre todo, con el periodo final de los mochicas, vinculados con cambios climatol¨®gicos como los de El Ni?o que acab¨® con la estabilidad y ayud¨® a colapsar esta sociedad¡±, resalta la comisaria y arque¨®loga.
Al perdedor del combate ritual se le degollaba, arrancaba el coraz¨®n y se ofrec¨ªa su sangre
La exposici¨®n, en la que est¨¢n presentes algunos de los tocados de oro m¨¢s sorprendentes recuperados de los mochicas, concluye con una sala dedicada al h¨¦roe de esta sociedad, bautizado por Larco como Ai Apaec que pod¨ªa viajar por los tres mundos: el cielo, la tierra y el mundo subterr¨¢neo. ¡°Representa el h¨¦roe arquetipo de otras culturas. Es como H¨¦rcules o Gilgamesh que muri¨® despu¨¦s de luchar y derrotar a criaturas monstruosas¡±. Siendo una sociedad fundamentalmente agr¨ªcola, el h¨¦roe de los mochicas, resucita en forma de fruto.
Tras cerrar en Barcelona, la exposici¨®n viajar¨¢ a los centros de Caixaforum de Madrid (a partir del 11 de julio), Palma de Mallorca, Zaragoza, Tarragona y Girona.
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