El seductor que lleg¨® del barrio
Robbie Williams exprimi¨® su personaje mediante un concierto muy divertido
¡°Me llamo Robert Peter Williams y durante las dos pr¨®ximas horas vuestros culos me pertenecen¡±. Sutil, ?verdad? Un gamberro de libro, que al poco se abri¨® la bragueta, luci¨® tantos tatuajes como un futbolista, mostrados gracias a un chaleco negro a juego con los pantalones, un gamberro te?ido de rubio oxigenado/botellazo luciendo unos cuernecillos de diablillo propios de una despedida de solteros bien cutre que contrast¨® con la solemnidad de La cabalgata de las Walkirias en el arranque de su concierto, ante un Sant Jordi lleno en la noche de ayer. Robbie Williams en puridad, abriendo con un Let Me Entertain Youque era una declaraci¨®n de principios. Quienes no pudiesen acudir, nueva oportunidad de verlo en directo el 25 de julio en Barcelona, en el Hatrd Rock Rising Festival.
Y desde el comienzo el p¨²blico rendido. Cae simp¨¢tico Robbie, quiz¨¢s no tanto por su gamberrismo, que s¨ª, como por su acentuado sentido autopar¨®dico, mostrado por en¨¦sima vez en Rock DJ, segunda pieza de la noche cantada bajo el griter¨ªo. Banda numerosa, con metales, ocupando lugar noble en escena, no escondida bajo toneladas de escenograf¨ªa, que esta vez descansaba en la propia presencia de los m¨²sicos en el escenario. Y este presidido por una pantalla XXL en cuyo centro hab¨ªa otra pantalla que segu¨ªa a la estrella mientras esta hac¨ªa el ganso y se abr¨ªa de piernas para acercar los abductores al suelo con la agilidad de un taxista desentrenado. ?Ah!, ya sonaba We Will Rock You y no se echaba en falta a Freddie porque Robbie tiene un morrazo descomunal y se mov¨ªa, chulo y desenvuelto, como una s¨ªlfide atiborrada de garbanzos. Ese es Robbie. No hace prisioneros.
Menos a¨²n prisioneras. No en vano Miranda Sawyer escribi¨® de ¨¦l en The Face: ¡°Seamos sinceras, Robbie es el ¨²nico de todos ellos al que te imaginas meti¨¦ndote mano en el sof¨¢ mientras le da conversaci¨®n a tu madre". Palabra de mujer. Se ignora si la fan que le bes¨® antes de The Road To Mandalay hab¨ªa le¨ªdo la descripci¨®n, pero pareci¨® de acuerdo, pues le estamp¨® un beso en los labios de esos que pegar¨ªan los sellos de toda la correspondencia de La Coru?a. Y ver las miradas que Robbie dedic¨® a las tres suecas de Baskery que salieron con ¨¦l a escena para interpretar la pieza hizo pensar en que s¨®lo faltaban sus madres. Luego lleg¨® Cab Calloway, versionado mediante Minnie The Moucher, para cuya interpretaci¨®n swingueante Robbie cubri¨® sus tatuajes con un smoking negro, aunque segu¨ªa pareciendo un quillo en la noche que se siente guapo y sale a deg¨¹ello.
18.000 personas acudieron al Palau Sant Jordi?
Pero el morro m¨¢s monumental de Robbie es que se atreve con todo. Es igual que sea una versi¨®n swing, de los Isley Brothers (Shout), de U2, George Michael o de Queen, la cosa es que nada se pone delante de ¨¦l. Es su gran activo, la desenvoltura con la que su voz, correcta aunque no extraordinaria ni particularmente llamativa, afronta cualquier canci¨®n, por distante que est¨¦ de su registro estil¨ªstico. Incluso ejerci¨® de pap¨¢ babeante al dedicar una pieza a sus hijos, tocando una guitarra ac¨²stica con la pericia de un principiante. Sin problema. Es m¨¢s, el siguiente tema lo protagoniz¨® su propio padre, quien sali¨® a desafinar con mucho estilo en Better Man. De casta le viene al galgo. Arrojo y determinaci¨®n sin pizca de cohibici¨®n.
Pero hay que tener ¨¢ngel y no pasarse de frenada. Robbie es bromista pero no s¨®lo un payaso, y tiene muy interiorizada la idea de espect¨¢culo, que mantuvo su pulso durante pr¨¢cticamente todo su desarrollo. Es gracioso, pero sale a cantar y lo hace con convencimiento. Mira con chispa, pero no basa su gancho s¨®lo en ese brillo de gamberrete seductor que promete noches de risa y sexo entre s¨¢banas con las que puede acabar disfrazado de senador romano (por cierto, sac¨® a una chica con la que simul¨® encamarse). Ahora bien, no es menos cierto que si Robbie no saliese con faldas como ayer y no ense?ase sus negros calzoncillos ri¨¦ndose de ¨¦l mismo antes de cantar por ejemplo No regrets, la tensi¨®n no ser¨ªa la misma. Ese es el equilibrio que Robbie mantuvo en un concierto largo en el que demostr¨® que es un verdadero espect¨¢culo en s¨ª mismo arrasando con la postrera tanda de hits a un p¨²blico que sali¨® riendo del Sant Jordi.
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