La ca¨ªda de O Mulo deja a los narcos sin red de transporte en Galicia
Bugallo, ca¨ªdo en el ¨²ltimo golpe policial, era un experto en camuflajes y construy¨® una potente planeadora para que pareciese un inofensivo pesquero
Rafael Bugallo, apodado O Mulo por una corpulencia f¨ªsica que le confiere aire de mat¨®n, llevaba desde la d¨¦cada de los noventa en primera l¨ªnea del transporte de coca¨ªna. Los agentes de Vigilancia Aduanera ya comenzaron a perseguirle cuando desde muy joven se inici¨® en el oficio como porteador de cargamentos de tabaco con una peque?a planeadora, aunque, pese su historial, solo pas¨® peque?as temporadas en la c¨¢rcel en tres ocasiones. Con 56 a?os, este curtido marinero de Cambados ya era una leyenda del narcotr¨¢fico cuando la polic¨ªa le captur¨® el pasado enero acusado de fletar un alijo de 1,5 toneladas de coca¨ªna, en una redada que desmont¨® la principal red de transporte operativa en Galicia.
?Mientras fue el ¨²nico transportista de la r¨ªa de Arousa, todos los hist¨®ricos capos locales que dirig¨ªan el negocio reclamaron sus servicios en alg¨²n momento. Hasta que el traslado de los cargamentos desde Sudam¨¦rica dej¨® de ser asunto de los gallegos para convertirse en un cometido de los carteles de la coca¨ªna como garant¨ªa de los alijos. Entonces O Mulo comenz¨® a negociar ¨¦l mismo los transportes y a trabajar directamente con los capos del otro lado del Atl¨¢ntico.
Con tantos a?os en el candelero, Bugallo tuvo que ingeni¨¢rselas para esquivar a varias generaciones de agentes antidroga que le han venido pisando los talones antes o despu¨¦s de la llegada de cargamentos a las r¨ªas. Los atuendos estrafalarios de O Mulo y sus artima?as para camuflarse ya eran conocidas en las comisar¨ªas. La Policia Judiciaria de Portugal, cuando le detuvo en 1998, fue testigo de las primeras partidas de coca¨ªna que aparecieron en la Pen¨ªnsula con unos envoltorios de seguridad hasta entonces desconocidos para permitir el fondeo de la droga en el mar.
La v¨ªspera del d¨ªa de Reyes, O Mulo se preparaba para recibir una merecida recompensa despu¨¦s de varios meses de escapatorias creyendo que iba a coronar otra descarga m¨¢s: ven¨ªan de camino 1.500 kilos de coca¨ªna, valorados en m¨¢s de 49 millones de euros. Para eso hab¨ªa tomado muchas precauciones. Esta vez tuvo la ocurrencia de utilizar varias pelucas diferentes para que su corta cabellera no le delatara, y adem¨¢s cambiaba continuamente de veh¨ªculo para despistar a los agentes de la Secci¨®n Norte de la Brigada Central de Estupefacientes por si estos le segu¨ªan. Otra de las estrategias fue alquilar una nave en la Costa da Morte, a m¨¢s de 200 kil¨®metros de distancia de donde operaba el grupo, para ocultar la lanzadera que iba a salir al encuentro del barco nodriza. Desde all¨ª hasta A Guarda, en la frontera con Portugal, estaba controlado por la polic¨ªa que esperaba de un momento a otro la llegada de un cargamento importante, como los que esta organizaci¨®n acostumbraba a desembarcar.
Pero sus planes se frustraron dos semanas antes de la llegada del alijo cuando, a 650 millas al oeste de Cabo Verde, fue avistado un peque?o pesquero de 14 metros de eslora y bandera venezolana desde un avi¨®n de reconocimiento del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco). La polic¨ªa no esper¨® a que se aproximara a las costas gallegas y se puso en marcha el operativo en tierra, mientras el buque Petrel de Vigilancia Aduanera sal¨ªa al encuentro del pesquero nodriza con una dotaci¨®n de asalto del GEO para realizar el abordaje. El efecto sorpresa funcion¨® y, a primeras horas de la ma?ana del 5 de enero, varios agentes tocaron el timbre del pomposo chal¨¦ de O Mulo en Cambados. Una mujer de nacionalidad colombiana les abri¨® la puerta y dijo que no sab¨ªa d¨®nde estaba cuando la polic¨ªa le pregunt¨® por ¨¦l. Comenz¨® un registro a contra reloj por todas las estancias de la casa en busca del capo transportista. Una hora despu¨¦s, en el dormitorio de la pareja, uno de los polic¨ªas oy¨® una respiraci¨®n agitada y avis¨® a sus compa?eros. Detr¨¢s de un armario comprobaron que hab¨ªa un habit¨¢culo y comenzaron a derribarlo cuando en ese momento Bugallo se rindi¨®. ¡°Ya s¨¦ porque est¨¢is aqu¨ª, pero prefer¨ªa morir asfixiado que dejarme detener¡±, dijo al salir del zulo, que med¨ªa apenas dos metros cuadrados.
Quedaba por descubrir la ¨²ltima estratagema de O Mulo cuando los agentes tomaron la nave que el grupo utilizaba como escondite de planeadoras. All¨ª localizaron una embarcaci¨®n de 20 metros de eslora y varios motores de 2.000 CV de potencia, lista para zarpar, que hab¨ªa sido completamente tuneada para darle la apariencia de un inofensivo pesquero dedicado a faenas del cerco. Era la primera vez que la polic¨ªa se encontraba con un barco as¨ª.
Sin transportistas por un tiempo
Adem¨¢s de los nueve tripulantes de nacionalidad venezolana del pesquero nodriza, los agentes detuvieron a otras 10 personas en tierra: un colombiano que coordinaba la operaci¨®n desde Madrid y con antecedentes por otros env¨ªos anteriores, adem¨¢s de nueve presuntos colaboradores de Bugallo en Arousa, aunque uno de ellos ha sido excluido del proceso por la fiscal¨ªa antidroga de Pontevedra. Entre el personal de confianza de O Mulo llama la atenci¨®n Juan Carlos Nogueira Oubi?a, de 43 a?os, con carn¨¦ de mariscador pero que viv¨ªa en un lujoso chal¨¦ de Vilanova de Arousa. La polic¨ªa comprob¨® que hace a?os hab¨ªa estado involucrado en un extra?o episodio cuando logr¨® huir de unos narcotraficantes que intentaron secuestrarlo. El segundo de a bordo del famoso transportista era Jaime Iv¨¢n Bolados Gerardo, alias Chileno, hijo del operario de un astillero de Cambados cuando esta empresa perteneci¨® a Sito Mi?anco.
Bugallo cay¨® con todo el equipo. Adem¨¢s de la condena de 18 a?os que podr¨ªa solicitar la fiscal¨ªa por este alijo, O Mulo tiene pendiente el proceso por otro desembarco de 4.000 kilos que fue interceptado por Vigilancia Aduanera en 2008, lo que oblig¨® a la tripulaci¨®n de la lanzadera a tirar la droga al mar y abandonar la embarcaci¨®n en la playa de A Lanzada, en O Grove, donde le prendieron fuego. Sin la organizaci¨®n de O Mulo, el transporte de coca¨ªna en Galicia vuelve a quedar en dique seco, al menos por una temporada.
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