El sonido crea su escritura

Kristian Bezuidenhout complet¨® con dos sesiones consecutivas ofrecidas en el Petit Palau en las noches del martes y el mi¨¦rcoles la integral de las sonatas para piano de Mozart iniciada en la temporada pasada con otras dos actuaciones.

Bezuidenhout acudi¨® a la cita provisto de un instrumento precioso, el mismo que utiliz¨® en la celebrada grabaci¨®n discogr¨¢fica de estas mismas obras, un fortepiano Paul McNulty de 2009 reconstrucci¨®n de un Anton Walter & Sohn vien¨¦s de 1805, un instrumento de sonido bell¨ªsimo que ofrec¨ªa la posibilidad de unos sutiles cambios de color pasando de un sonido brillante y cristalino a uno aterciopelado m¨¢s opaco, cambios que el solista aprovechaba seg¨²n su acertado criterio en la reexposici¨®n y repetici¨®n de temas ya presentados y que enriquec¨ªan y matizaban as¨ª su expresividad.

El joven pianista sudafricano interpret¨® entre las dos sesiones un total de ocho sonatas de Mozart, las K. 330, 284, 533, 457, 283, 332, 279 y 333.

Que ocasionalmente se enganchara alguna fusa con la siguiente en un pasaje de agilidad apenas desluci¨® una interpretaci¨®n de muy alto nivel repleta de detalles de fina percepci¨®n que revelaban una comprensi¨®n muy profundizada de las obras.

Con aquel tocar sabio y sereno, un fraseo suelto y elegante, un poco de sentido del humor y del juego ¡ªtan necesario en Mozart- y el sonido delicado de aquel instrumento, tan diferente de la resonancia de una piano de cola actual, la escritura pian¨ªstica mozartiana, especialmente la referida a todo lo que concierne a trinos apoyaturas, mordentes, gruppetti, y todo tipo de figuraciones de adorno, cobraba una nueva l¨®gica mucho m¨¢s coherente y equilibrada. El sonido, aquel sonido, con su especificidad, creaba su propia escritura y Bezuidenhout nos lo explicaba maravillosamente bien y claro.