Cuatro detenidos por la muerte de un proxeneta carbonizado en El Puerto
La v¨ªctima fue hallada con una herida de bala en la cabeza en un coche quemado
?ngel Federico Rodr¨ªguez P¨¦rez hace tiempo que jugaba con fuego. A sus m¨¢s de 50 a?os, con exmujer, amante y dos hijos, era un conocido empresario de prost¨ªbulos en C¨¢diz y Sevilla, con una mansi¨®n en Sotogrande y una larga ristra de enemigos cultivados en los fragores de la noche. Tan famosos como ¨¦l eran los tiroteos y las reyertas en su local de El Puerto de Santa Mar¨ªa (Oh Palace) que en m¨¢s de una ocasi¨®n dieron titulares a los peri¨®dicos de la zona, o sus amenazas veladas cuando la polic¨ªa y la Guardia Civil investigaban irregularidades en la concesi¨®n de las licencias de sus clubs. ¡°Si fuese cierto los polic¨ªas, guardias y jueces que vienen a mis clubs ya me habr¨ªan denunciado¡±, dijo cuando en 2010 imputaron al entonces alcalde del municipio Hern¨¢n D¨ªaz, junto al concejal de urbanismo y a un t¨¦cnico municipal por otorgarle un permiso ¡ªun caso a¨²n pendiente de resoluci¨®n judicial¡ª. El pasado 26 de febrero apareci¨® su cuerpo calcinado con un tiro en la cabeza en el maletero de su propio coche en llamas en la urbanizaci¨®n Las Palmeras, en la periferia de El Puerto de Santa Mar¨ªa. Y este lunes se conoc¨ªa que cuatro personas han sido detenidas por este crimen acusadas de detenci¨®n ilegal y homicidio, despu¨¦s de que un juzgado de El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz) ha levantado el secreto de sumario sobre la muerte del empresario.
La denuncia de su desaparici¨®n la present¨® su actual pareja el pasado 25 de febrero. El historial y los antecedentes del fallecido, ¡°relacionado con esc¨¢ndalos de trata de blancas¡±, r¨¢pidamente llevaron a los investigadores a pensar que se pod¨ªa tratar de un asunto de ¡°alto riesgo¡±. El hallazgo de su cuerpo confirm¨® las sospechas. Se abr¨ªa as¨ª una investigaci¨®n para identificar a los criminales que ha llevado meses. ¡°La opacidad y la ley del silencio que reinan en el mundo de la prostituci¨®n han dificultado mucho las pesquisas¡±, reconocen los agentes del Grupo de Delincuencia Especializada y Violenta de la comisar¨ªa local que han llevado a cabo la investigaci¨®n.
En la ma?ana del 24 de febrero ?ngel Federico habl¨® con muy pocas personas por tel¨¦fono. EL m¨®vil dej¨® de funcionar poco despu¨¦s para siempre. Esas ¨²ltimas llamadas condujeron a los agentes hasta la casa de Alberto R.P., un antiguo socio suyo que no pasaba por un buen momento econ¨®mico y con quien hab¨ªa tenido recientemente varias discusiones por una supuesta deuda. Hoy est¨¢ acusado de ser el autor material de su muerte. En la finca, en un campo en las afueras del pueblo, le esperaban tambi¨¦n dos ¨ªntimos amigos de Alberto: Luis V.V. y Rafael. Hoy est¨¢n acusados de colaboraci¨®n en el homicidio. Tienen antecedentes por explotaci¨®n sexual de mujeres. ?ngel Federico sali¨® de all¨ª con una bala del calibre 7.62 en la cabeza, metido dentro de un saco y oculto el maletero de su Volkswagen.
El plan inicial de los presuntos homicidas ¡ªtodos dedicados a los negocios de alterne, aficionados a la h¨ªpica y rondando los cuarenta a?os¡ª era enterrarlo en la parcela de uno de ellos en la que sol¨ªan montar a caballo. Con una m¨¢quina excavadora realizaron una fosa, pero abandonaron la idea cuando un vecino pregunt¨® por el agujero que estaban cavando. ¡°Se asustaron y desistieron¡±, explican fuentes de la investigaci¨®n. Plan B.
La segunda y precipitada opci¨®n para deshacerse del cad¨¢ver fue quemarlo. Rafael se encargar¨ªa del asunto. Llen¨® el coche de la v¨ªctima de gasolina hasta los topes y le prendi¨® fuego en las inmediaciones de la urbanizaci¨®n Las Palmeras del municipio gaditano. All¨ª lo encontraron calcinado el pasado 26 de febrero. Pero Rafael calcul¨® mal ¡ª¡°demasiada gasolina¡±¡ª, el coche estall¨® y le quem¨® toda la cara. Ha estado oculto tratando de curar sus heridas en una casa de campo de Almonte (Huelva) hasta que lo ha detenido la polic¨ªa. ¡°Su rostro le delata¡±.
El cuerpo calcinado del empresario no permiti¨® saber si hubo o no forcejeo previo al disparo mortal. Sin embargo el saco en el que lo metieron se convirti¨® en una prueba incriminatoria clave. La parte sobre la que reposaba en el maletero no se quem¨® y unas letras grandes tomaron la forma de un dedo acusador: Piensur. ¡°Se trata de un pienso para caballos, encontramos otro saco id¨¦ntico en la parcela donde practicaban h¨ªpica los presuntos asesinos y donde pretendieron inicialmente enterrar el cad¨¢ver¡±, comenta uno de los investigadores. Detenidos y v¨ªctima manten¨ªan una conocida enemistad y a los agentes les constaban amenazas de muerte, derivada de unos impagos, competencia desleal y otros problemas entre ellos.
Faltaba el arma homicida, que condujo al cuatro participante en el homicidio. Se trata de Susana, la novia de Alberto de 26 a?os. Derrumbada en los interrogatorios policiales reconoci¨® que ella era la encargada de deshacerse de la pistola. ¡°La tir¨¦ al mar¡±, dijo. Aunque las labores de b¨²squeda de los Geos en el espig¨®n de Puerto Sherry fueron infructuosas y el arma ¡ª¡°poco corriente¡±¡ª nunca ha aparecido, el caso se da por resuelto y hoy todos los detenidos est¨¢n a la espera de juicio en la c¨¢rcel de Puerto II.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.