La invisibilidad valenciana
Es cierto que a nivel legal y urban¨ªstico hemos ofrendado a Espa?a la figura del agente urbanizador, pero poco m¨¢s
El 25 de mayo de 2015, una vez conocidos los resultados electorales, los medios de comunicaci¨®n hablar¨¢n un poquito de cosas ocurridas en el Pa¨ªs Valenciano. Tampoco mucho, no se vayan a creer. Pero como es probable que alguno de los cambios en el mapa pol¨ªtico y en el juego de equilibrios entre izquierda y derecha, entre lo nuevo y lo viejo, de m¨¢s envergadura e impacto se vayan a producir aqu¨ª, pues algo tendr¨¢n que decir. Ser¨¢ una saludable novedad, dado que el men¨² informativo sobre nosotros que suele ofrecerse al resto de los espa?oles, descontadas la cr¨®nica de sucesos y la secci¨®n de noticias frikis, suele consistir exclusivamente en referencias a casos de corrupci¨®n y a las rituales noticias playeras propias de las ¨¦pocas del a?o en que parte de la meseta fija su atenci¨®n en el ?Levante espa?ol? bronceador en mano.
El peso pol¨ªtico del fallido ente llamado oficialmente ?Comunitat Valenciana?, m¨¢s que invisible, es directamente inexistente. A los presidentes de la Generalitat nos los ponen y quitan desde Madrid en demasiadas ocasiones, cuando no salen huyendo antes de acabar mandato a cambio de un ministerio de tercera fila en el gobierno central. En las m¨¢s de tres d¨¦cadas de desarrollo del autogobierno no se ha producido a¨²n situaci¨®n alguna donde desde tierras valencianas se haya hecho una propuesta o liderado alguna iniciativa pol¨ªtica que haya contribuido o pesado m¨ªnimamente en el debate p¨²blico espa?ol. La ¨²ltima serie de televisi¨®n con referencias no estivales a Valencia emitida por una televisi¨®n en abierto debi¨® de ser Ca?as y barro all¨¢ por el pleistoceno televisivo ¨Cla muy meritoria Crematorio no pas¨® a ser un producto de consumo masivo y da la sensaci¨®n de que las excelentes novelas de Chirbes sobre burbujas y corrupci¨®n, tanto la que da origen a la serie como la posterior sobre el derrumbe del invento, tampoco acaban de generar debate quiz¨¢s porque no est¨¢n debidamente ambientadas en alg¨²n entorno m¨¢s pr¨®ximo a la M40¨C. Las novedades que desde Valencia hemos aportado en cuanto a gesti¨®n p¨²blica son inexistentes, pues hemos calcado modelos de otros sin osad¨ªa ni imaginaci¨®n. Sin tratar, tampoco, de adaptar la planta administrativa m¨ªnimamente a nuestras necesidades, siquiera. Es cierto que a nivel legal y urban¨ªstico hemos ofrendado a Espa?a la figura del agente urbanizador, pero poco m¨¢s. Y, en lo econ¨®mico, el fen¨®meno Mercadona s¨ª es asociado a Valencia, aunque la invisibilidad de nuestra lengua en el resto del territorio espa?ol es de tales dimensiones que, a estas alturas, ning¨²n medio de comunicaci¨®n o colectivo feminista de Madrid ha ca¨ªdo a¨²n en la cuenta de que la cadena tiene un nombre que, si bien comprensible en el marco cultural de la d¨¦cada en que naci¨®, suena ahora, a estas alturas, un tanto machista.
Invisibilizados est¨¢n tambi¨¦n los ?intelectuales? valencianos (con perd¨®n) y si nos viene a la mente alguien, no falla, ?a que es alguien que lleva d¨¦cadas madrile?eando a todos los niveles? O a lo mejor es que no existen, a saber. Por no tener, no contamos ya ni con francotiradores aut¨®ctonos que sean al menos detectados por el radar castellano ¨Csi acaso, Ferran Torrent¨C. Econ¨®micamente, la aportaci¨®n valenciana pasa completamente inadvertida y la mayor parte de las empresas de aqu¨ª, por eficientes e innovadoras que puedan ser en muchos ¨¢mbitos, son desconocidas en una Espa?a donde cualquier chiringuito de un emprendedor de esos con labia y adicto a chutes de BOE en vena recibe premios por doquier y espaldarazos de la caspa Real en forma de premios y fotos. Por no mencionar, por no hacer la lista m¨¢s larga, el espectacular fen¨®meno de que la ¨²nica regi¨®n del mundo occidental formalmente no colonial que teniendo un PIB per c¨¢pita sensiblemente inferior a la media del pa¨ªs est¨¢ aportando una pasta gansa en transferencias de PIB al resto de territorios m¨¢s ricos en concepto de ?solidaridad? pase, a ojos del resto de Espa?a, como un territorio de chup¨®pteros y garrapatas que viven del cuento y de que el resto del pa¨ªs les ayude y les haga salir adelante.
Obviamente, que algo as¨ª ocurra en una regi¨®n, adem¨¢s, de 5 millones de habitantes ¨Cla cuarta m¨¢s poblada de Espa?a¨C, es ciertamente notable. No es que el Pa¨ªs Vasco o Galicia pinten m¨¢s en la definici¨®n de prioridades p¨²blicas, el imaginario colectivo y ¨Clo que es muy importante¨C en eso de llevarse un buen bocado de la financiaci¨®n auton¨®mica. Es que los valencianos pintamos menos que los extreme?os, por poner un ejemplo sangrante ¨Cpor la brutal diferencia demogr¨¢fica y econ¨®mica¨C que durante estos a?os ha sido recurrente, dado que el presidente de all¨ª, el se?or Monago, ha decidido como estrategia pol¨ªtica para venderse internamente y en el resto de Espa?a apuntar todas las bater¨ªas hacia el pringado oficial de sus correligionarios de partido: el Molt Honorable President de la Generalitat valenciana. Y es que ir a por el m¨¢s d¨¦bil de la clase siempre ha sido algo muy del gusto de los que aspiran a copar la segunda fila bien arrimaditos a los jefes.
Lo incre¨ªble es que desde el Pa¨ªs Valenciano no hayamos tenido capacidad, ni voluntad, para influir o para, simplemente, defendernos del bullying, ?ni siquiera de las collejas y escupitajos que nos llegan uno tras otro en forma de infrafinanciaci¨®n y cr¨¦ditos del FLA para pagar con intereses por nuestro propio dinero! Como mucho, a veces, nos quejamos de esta invisibilizaci¨®n, o alucinamos con que vaya a m¨¢s, con medios de comunicaci¨®n que directamente prescinden de poner en valor este mercado o pintando cada vez menos en la pol¨ªtica estatal ¨Ceso de que no haya ni un ministro valenciano y haya que aceptar a Margallo como animal xabiero de compa?¨ªa-, sin ser conscientes de que en realidad tiene que ver, sencillamente, con que nosotros mismos somos los que damos sistem¨¢ticamente m¨¢s valor a medrar en Madrid o a la en¨¦sima serie de televisi¨®n sobre costumbrismo madrile?o que nos cuenta la verdadera historia de c¨®mo somos ambientada en el Chamber¨ª del siglo XIX antes que a reflexionar sobre que, para bien o para mal, nuestro futuro y nuestro bienestar depende de lo que hagamos y decidamos nosotros.
@Andres_Boix blog en http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix
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