Domingo es Domingo

El p¨²blico del Liceo aguant¨® la respiraci¨®n cuando, antes del inicio de la versi¨®n en concierto de I due Foscari, sexta ¨®pera de Giuseppe Verdi, la directora art¨ªstica del coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s, Christina Scheppelmann, sali¨® al escenario micr¨®fono en mano. Muchos se tem¨ªan lo peor, una cancelaci¨®n en el ¨²ltimo momento; teniendo en cuenta que la gran atracci¨®n de la velada era el regreso de Pl¨¢cido Domingo, ahora como bar¨ªtono, era mucho temer. Scheppelmann tranquiliz¨® a todos al anunciar que, a pesar de no encontrarse en plena forma vocal a causa de una traqueitis, Pl¨¢cido iba a cantar. Funci¨®n salvada.

Tras el preludio, el tenor venezolano Aquiles Machado no estuvo muy afortunando en su primera aria y s¨®lo se alcanz¨® la deseable temperatura verdiana con la primera intervenci¨®n de la soprano ucraniana Ludmyla Monastyrska, que caus¨® sensaci¨®n en su deb¨²t en el Liceo, en el papel de Lucrezia: tiene una voz imponente, muy bien manejada, con una emisi¨®n s¨®lida tanto en forte como en piano, y posee temperamento y fibra dram¨¢tica. Triunf¨® a lo grande.

Y lleg¨® el momento m¨¢s esperado, la primera aparici¨®n como bar¨ªtono en el Liceo de quien como tenor ha reinado en la escena internacional durante m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. Empez¨® con cierta cautela y ciertamente la afecci¨®n vocal le estaba complicando las cosas, pero Domingo es mucho Domingo y, tras salvar su primera romanza, templ¨® bien sus medios y en el gran d¨²o con la explosiva Monastyrska ya disfrutamos con su se?orial fraseo y pleno dominio de la parola scenica, armas imprescindibles para dar vida a Francesco Foscari, Dux de Venecia, gran protagonista de esta ¨®pera con libreto de Piave basada en la obra hom¨®nima de Lord Byron

?pera de bar¨ªtono, su grandeza radica en la figura del Dux, papel que anuncia rasgos de Simon Boccanegra, que debe decidir entre la obligaci¨®n como gobernante y el amor por su hijo, acusado injustamente de asesinato. La interpretaci¨®n de Domingo fue a m¨¢s y en la gran escena final fue literalmente aclamado por el p¨²blico. Canta tan bien y transmite tanta pasi¨®n que derriba cualquier etiqueta; antes tenor, ahora bar¨ªtono, Domingo es Domingo. Y punto.

Definitivamente, Aquiles Machado no tuvo su noche, calando las notas agudas y con una emisi¨®n trabajosa, y eso que Verdi le reserva en el segundo acto una romanza de imponente fuerza. El bajo Raymond Aceto, el tenor Josep Fad¨® y la soprano Maria Mir¨® no tuvieron problemas para sacar con nota alta sus respetivos papeles.

Con estilo y nervio verdiano, el director italiano Massimo Zanetti, tambi¨¦n debutante el el Liceo, obtuvo un satisfactorio rendimiento de la orquesta en una lectura en¨¦rgica y de tempi r¨¢pidos. Tambi¨¦n el coro rindi¨® a buen nivel. El joven Verdi pone el acento en los estados de ¨¢nimo de los personajes con el original uso de temas recurrentes que acompa?an a los tres personajes estelares, a los que Zanetti dio oportuno relieve en una versi¨®n que el p¨²blico premi¨® con atronadores aplaus