La violencia sin ETA tambi¨¦n da juego

La violencia es una pesadilla eterna en el ¨¢nimo vasco. Hay quien sostiene por obvio que se ha inoculado para hacer imposible la convivencia. M¨¢s all¨¢ de la simple elucubraci¨®n ante un episodio tan t¨¦trico cabe convenir que incluso ya sin ETA -?mandar¨¢ alguna recomendaci¨®n la banda terrorista el d¨ªa anterior de ir a las urnas?- los hechos violentos impregnan todav¨ªa demasiadas veces la vida de la ciudadan¨ªa vasca.

La contundente intervenci¨®n de la Ertzaintza en Vitoria para cumplir la orden de la Audiencia Nacional de detener a tres miembros de Segi condenados ha sacudido el arranque de la ¨²ltima semana de tan anodina campa?a electoral. El l¨®gico impacto medi¨¢tico del desalojo ayuda, adem¨¢s, a prolongar el inevitable debate al que, junto a las voces habituales, se ha incorporado con un discurso propio Podemos para marcar, fundamentalmente, una apreciable diferencia con la cr¨ªtica dura y previsible de EH Bildu.

Es posible que el 'muro popular' no fuera fruto de la casualidad y mucho menos de la improvisaci¨®n. Vaya, que la defensa solidaria hacia los tres condenados como ya ha ocurrido en otros municipios vascos hubiera buscado el momento pol¨ªtico sin duda m¨¢s medi¨¢tico para ejercer su denuncia. Pero es ante este tipo de incitaciones donde el nuevo esp¨ªritu que el Gobierno vasco quiere para su Ertzaintza deber¨ªa evidenciarse.

Con estas im¨¢genes del desmantelamiento del 'muro popular' la Polic¨ªa vasca demora en el tiempo su pretendida concepci¨®n de agentes de proximidad. En la retina de sus cr¨ªticos permanentes vuelve a retratarse la contundencia que parec¨ªa perdida para muchos ciudadanos en aquellos tenebrosos incidentes que asolaron Bilbao durante la Cumbre Econ¨®mica a la que asisti¨® el entonces rey Juan Carlos.

?Se especula con el apoyo a la nueva formaci¨®n de presos de ETA cr¨ªticos con el EPPK

Adem¨¢s, para justificar la actitud de la Ertzaintza, el Gobierno vasco se ha visto obligado a hablar de actuaci¨®n proporcionada, aunque sin hacer en paralelo ninguna interpretaci¨®n sobre el comportamiento de quienes forzaron el asentamiento en plena Virgen Blanca. Como ya es habitual en situaciones semejantes, EH Bildu no soltar¨¢ la pieza de este desalojo y mucho menos en este tiempo electoral.

A medida que se aproximan las urnas -y en consecuencia el per¨ªodo de los pactos- la distancia entre la izquierda abertzale y el partido de Pablo Iglesias es mayor. Es cierto que ambas formaciones han coincidido en censurar con dureza a la Ertzaintza tras examinar la cifra de heridos, detenidos e imputados durante el desmantelamiento implacable del denominado 'muro popular' de los seguidores de Segi. Sin embargo, Podemos se ha desmarcado de una reacci¨®n unitaria al afear a los independentistas el largo tiempo que han desaprovechado para haber criticado la violencia que practicaba ETA. Una vez m¨¢s, la banda terrorista les sigue alejando ante la complacencia de un PNV que observa encantado la escena.

Hasta ahora, la confrontaci¨®n posterior a todo brote violento se reduc¨ªa a un mano a mano entre la izquierda abertzale y PNV. En cambio, Podemos llega para introducir una variable que no deja indiferente a nadie. Incluso, es muy posible que su reflexi¨®n sobre los sucesos de Vitoria disponga de un mayoritario respaldo social.

Una cifra no desmentida de 70 heridos para desalojar a enfervorecidos protectores de tres condenados compromete la proporcionalidad en una primera lectura desapasionada. Ahora bien, en l¨ªnea con el argumento sostenido por el nuevo partido, este posible exceso no legitima la cr¨ªtica de quienes durante d¨¦cadas han guardado un c¨®mplice silencio sobre el desprecio a la vida ejercido por ETA.

En la vor¨¢gine de la campa?a se ha asistido a un desmarque t¨¢ctico de Podemos respecto de la izquierda abertzale como ya ocurri¨® con la exigencia de la condena a ETA. La incomodidad para EH Bildu es f¨¢cilmente apreciable aunque sus dirigentes sostengan que el impacto electoral ser¨¢ m¨ªnimo. Pero estas divergencias quedar¨ªan eclipsadas si en los pr¨®ximos d¨ªas algunos presos desencantados con la l¨ªnea del EPPK pudieran aflorar sus preferencias por el partido de Pablo Iglesias como se viene especulando cada hora con m¨¢s intencionalidad.

En el fondo, mientras exista ETA incluso haciendo cuentas de su arsenal para el desarme, la izquierda abertzale tiene un problema con Podemos. De entrada, es posible que pol¨ªticamente le cercene la capacidad de crecimiento. Y con el paso del tiempo le puede arrebatar, incluso, el impulso de una generaci¨®n que quiz¨¢ empiece a anteponer su aspiraci¨®n socioecon¨®mica de presente y futuro al ansia independentista. Quiz¨¢ entonces asome la convivencia.