Soledades de un nuevo creador
Manuel Bad¨¢s hace su cuarta visita a Madrid con su obra 'Actos no violentos en DT Espacio Esc¨¦nico
Cuando se sigue con cierto detalle y continuidad la trayectoria de un creador, sea en la rama del arte que sea, se est¨¢ en mejores condiciones para valorarle, para entenderle. Este es el caso del gijon¨¦s Manuel Bad¨¢s, que hace ahora su cuarta visita a Madrid. Anteriormente estuvo dos veces en DT Espacio Esc¨¦nico y tambi¨¦n en la Sala Tri¨¢ngulo. La que deb¨ªa ser su visita m¨¢s exitosa ha constituido, sin embargo, un cubo de agua helada, valores art¨ªsticos aparte. En la noche del estreno el p¨²blico se compon¨ªa de cuatro elementos, incluido el cr¨ªtico y un fot¨®grafo; se sent¨® en la grada una bailarina de la casa y el director del teatro.
Tiene que ser dur¨ªsimo para un artista actuar, expresarse, mantenerse concentrado ante las butacas vac¨ªas, solamente acompa?ado por el obturador de la c¨¢mara. Pero Bad¨¢s lo enfrent¨® con gallard¨ªa, hay que decirlo, y este desangelado aforo es term¨®metro de lo que pasa, de la realidad que ning¨²n fasto ocasional puede ocultar, con respecto a la danza contempor¨¢nea espa?ola y a la oferta de espect¨¢culos. No hay que remitirse a la sobada estad¨ªstica de la SGAE, basta con ver lo que pasa en la realidad cotidiana y sin maquillar. Se abren salas nuevas de las llamadas alternativas, pero no se ha generado un supuesto ¡°nuevo p¨²blico¡± ni se ha regenerado en realidad la oferta espectacular. Hay que vocearlo, plantearlo con claridad y analizar si el eclecticismo imperante, la no-danza, la cada vez creciente bolsa de bailarines emergentes que mueven buscando un asidero inexistente, son parte del problema y no la soluci¨®n.
'Actos no violentos'
Coreograf¨ªa e interpretaci¨®n:Manuel Bad¨¢s; m¨²sica:J. S. Bach y otros; voz: Paula Alonso; vestuario: Bea Pazos. Sala DT espacio Esc¨¦nico. Hasta el 23 de mayo.
Pero volvamos a los espl¨¦ndidos ¡°Actos no violentos¡± de Manuel, una obra en serie, puede decirse que modular y en progresi¨®n (como lo fueron en su d¨ªa las ¡°Piezas distinguidas¡± de La Ribot, aun trat¨¢ndose de mundos expresivos y formales muy diferentes). Siempre en su est¨¦tica provocadora y procaz, al l¨ªmite y en riesgo, irreverente, el bailar¨ªn se expresa con formas dolientes, muy elaboradas hacia la ruptura de la armon¨ªa, que solamente se respeta cuando acude a la frase de ballet, a la ejecuci¨®n de algunos fragmentos del material en que parece citar su propio pasado m¨¢s convencional, lo que es remanente de su escol¨¢stica.
El f¨ªsico de Manuel Bad¨¢s ha cambiado, se ha abierto y endurecido. La cercan¨ªa del escenario, la poca distancia con el p¨²blico, tambi¨¦n afecta al conjunto pl¨¢stico. Esa falta de perspectiva es buena y mala a la vez, probablemente acelera una comunicaci¨®n, una inmediatez, pero a la vez, excluye la muy celebrada siempre distancia (est¨¦tica y real) entre los dos polos del acto teatral. Puede entenderse tambi¨¦n que su entrenamiento es hoy diferente, pues su forma de moverse va hacia una cierta dispersi¨®n, con zonas ¡®ad libitum¡¯ y una fragmentaci¨®n epis¨®dica que es parte del ¨¢nimo, de la atm¨®sfera. Es como si, en cierto sentido sumario, todas sus piezas fueran cap¨ªtulos o secciones de un mismo e infinito mon¨®logo vivencial, de un mismo libro autobiogr¨¢fico y reflexivo, de atenci¨®n sesgada a la realidad coyuntural de cada momento, de la que exprime elementos que adiciona a su propio y tr¨¢gico acontecer. No hay lugar a bromas ligeras, el humor es un recurso pero se dosifica con una proporci¨®n mucho m¨¢s del lado de la amargura.
Las relaciones humanas como fuente, el pintor Francis Bacon, la siempre exc¨¦ntrica figura de Frida Kahlo y la bofetada a cualquier formalismo que son las declaraciones del artista ruso exiliado en Nueva York Slava [Yaroslav] Mogutin (con quien establece un cierto coqueteo de imaginario o vasos comunicantes: se ve que es su ¨ªdolo), son los anclajes que mandan esta vez y que pilotan los tres breves actos. ¡®Performativo¡¯ a ratos, el bailar¨ªn bascula hacia el grotesco como parte del ritual expresivo. La pieza central es la mejor del tr¨ªptico; all¨ª la gr¨¢fica corporal se enzarza a la energ¨ªa con un final contrastado y chocante, expeditivo, con un r¨¦dito de sexualidad tan expl¨ªcito como justificado. La m¨²sica es b¨¢sicamente barroca, se oye algo de Bach, pero el programa de mano priva al espectador de saber m¨¢s al respecto.
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