Todos contra Colau
Trias s¨®lo puede ser alcalde en una alianza doblemente contra natura, tanto en el eje nacional como en el eje social
Xavier Trias no se equivoc¨® la noche de domingo cuando reconoci¨® la victoria de Ada Colau y la felicit¨® en su condici¨®n de futura alcaldesa de Barcelona. Tampoco se equivoc¨® con su frase, aparentemente deferente hacia Artur Mas, pero de hecho envenenada: ¡°Me sabe mal por ti, presidente¡±. Xavier Trias no se equivoc¨® en nada la noche electoral. El actual alcalde es un se?or de Barcelona y reaccion¨® como un se?or de Barcelona.
No se equivoc¨® en la reacci¨®n, porque es parte de la cultura pol¨ªtica y electoral de Converg¨¨ncia que la lista m¨¢s votada sea la que forme gobierno. Esto viene de muy lejos, exactamente de la primera investidura de Jordi Pujol en 1980, cuando hab¨ªa una clara, pero s¨®lo virtual, mayor¨ªa alternativa de izquierdas alrededor de Joan Revent¨®s.
Se ha atribuido la decantaci¨®n de 1980 al af¨¢n de poder de uno y de otro: Pujol no pod¨ªa dormir en la v¨ªspera pensando que no ser¨ªa presidente y Ravent¨®s tampoco pod¨ªa dormir pensando que ser¨ªa presidente, seg¨²n ¨¢cida observaci¨®n del presidente Tarradellas. No es una explicaci¨®n suficiente: la acci¨®n de las fuerzas vivas catalanas, empezando por Foment del Treball Nacional, tuvo un papel fundamental en las campa?as de CiU y de ERC para cerrar el paso a un gobierno de izquierdas presidido por Ravent¨®s. ?A santo de qu¨¦ habr¨ªan permitido que los 14 diputados de la Esquerra Republicana de Heribert Barrera, despu¨¦s de haberles financiado la campa?a, votaran a Ravent¨®s en lugar de Pujol?
Trias ha seguido fielmente, y defendi¨® incluso durante la campa?a, una l¨ªnea que conven¨ªa a CiU y que le fue ¨²til incluso para enfrentarse al tripartito de Maragall y, sobre todo, al de Montilla, que fue presidente sin encabezar la lista m¨¢s votada. En su caso, adem¨¢s, contaba con la carta que hab¨ªa jugado Artur Mas y que ¨¦l hab¨ªa aceptado, de un cierto efecto plebiscitario a la hora de escoger el alcalde de la capital del futuro Estado independiente a obtener en 18 meses a partir del 27 de septiembre, cuando se hagan las elecciones te¨®ricamente definitivas.
Aqu¨ª su acierto en el reconocimiento del ¨¦xito de Colau enlaza directamente con su acierto a la hora de valorar el significado pol¨ªtico de las elecciones: el ensayo general de plebiscito se ha perdido; los barceloneses han preferido una persona m¨¢s preocupada por los desahucios y los sin techo que por la emancipaci¨®n nacional de la patria catalana oprimida. Ya nos hemos acostumbrado que todo el mundo diga una cosa y la contraria y a continuaci¨®n se quede tan ancho, pero hay que recordar que el presidente Mas declar¨® imprescindible para el proceso la alcald¨ªa barcelonesa el viernes antes de las elecciones, no tres meses antes, y se desdijo la ma?ana misma del domingo, ante la urna, cuando declar¨® que a final de cuentas s¨®lo eran unas elecciones locales.
Todo esto Trias lo sabe y lo tiene en cuenta la noche electoral, cuando hace las declaraciones coherentes que despu¨¦s los m¨¢s entusiastas del proceso le reprochan. Sabe que la bofetada para Mas es formidable: el independentismo se ha consolidado, incluso ha crecido; pero el proceso anda desnortado y su direcci¨®n es cada vez m¨¢s incre¨ªble y desquiciada, hasta el punto de que la misma noche electoral ya se pon¨ªa en entredicho, desde las propias filas ¡®procesistas¡¯, que la fecha del 27-S fuera la m¨¢s adecuada.
Ahora mismo, a pesar de la insistencia de Artur Mas, todav¨ªa queda un margen para la incertidumbre y la desconfianza, sobre todo entre CiU y Esquerra. Si CiU perdiera la Diputaci¨®n de Barcelona porque Esquerra no se comportara como es debido, la fecha ser¨ªa sometida a revisi¨®n. Hay un argumento poderoso para hacerlo, sobre todo si se quiere obtener alg¨²n resultado positivo: a la vista de la crisis del PP, de su p¨¦rdida de poder en todo Espa?a, con el ascenso sobre todo de Podem y el impulso limitado de Ciudadanos, parece evidente que todo ser¨¢ m¨¢s ordenado y f¨¢cil si se va a las elecciones catalanas con el mapa hisp¨¢nico ya muy definido y estabilizado.
El segundo acierto de Trias fue, as¨ª, analizar en caliente el resultado de las elecciones y decirle al presidente Mas que hab¨ªa perdido, una manera elegante de devolverle el favor de haber convertido su campa?a barcelonesa en el ensayo general del plebiscito: a Trias no le hubieran faltado 15.000 votos si su papeleta no se hubiera identificado con un voto en favor de Artur Mas y de su hoja de ruta por la independencia. ?l solo habr¨ªa ganado. Esto a Trias le tiene que hacer da?o y mucho, porque los suyos no le han dado la oportunidad de convertirse con un mandato m¨¢s en el gran alcalde que ya empezaba a apuntar.
Los errores, pues, o son de los otros o cuando son tambi¨¦n suyos, de Trias y de sus amigos, han venido m¨¢s tarde, cuando ha empezado la gresca, es decir, las maniobras y las f¨®rmulas imaginativas, esto que algunos, Pilar Rahola por ejemplo, identifica nada m¨¢s y nada menos que con la pol¨ªtica. Son errores de peso, de los que se pagan, y caros. No hay peor consejero que la desesperaci¨®n o el aturullamiento. Trias s¨®lo puede ser alcalde en una alianza doblemente contra natura, tanto en el eje nacional como en el eje social: ?A santo de qu¨¦ el PP tendr¨ªa que apoyar a un gobierno de centro izquierda con ERC y PSC, para apuntalar un alcalde independentista? Si la f¨®rmula tuviera ¨¦xito, se habr¨ªa servido en bandeja la siguiente campa?a electoral de Podemos en Catalu?a y en Espa?a, porque demostrar¨ªa hasta d¨®nde pueden llegar la casta y el establishment cuando se trata de cerrar el paso a la democracia.
Esto es como una carrera de sacos. Gana quien se da menos trompazos, no quien m¨¢s corre. Tambi¨¦n Ada Colau ha hecho su contribuci¨®n en la noche y la semana de los errores, pero en su caso parece un problema sobre todo de car¨¢cter. Hablar siempre ha sido m¨¢s f¨¢cil que callar y quien tiene boca se equivoca, sobre todo si la abre siempre y demasiado. Todav¨ªa no tiene al oso ni por tanto la piel pero el alcaldable de ¡®Barcelona en com¨²n¡¯ ya ha desplegado su programa dr¨¢stico, m¨¢s que programa m¨¢ximo, que ha puesto los pelos de punta a muchos barceloneses, como si quisiera dar la raz¨®n a los descerebrados que querr¨ªan presentarla c¨®mo si fuera Esperanza Aguirre o Garc¨ªa Albiol.
Si el destino es el car¨¢cter, como nos ense?a la m¨¢s antigua filosof¨ªa, ya podemos empezar a intuir el que nos espera con la se?ora Colau como alcalde. Las tareas que tiene ante s¨ª son colosales, hasta el punto que la pondr¨¢n a prueba personalmente en todos los conceptos. La negociaci¨®n y, por lo tanto, el di¨¢logo y el pactismo le ser¨¢n imprescindibles para hacer cualquier cosa, incluso dentro del conglomerado pol¨ªtico e ideol¨®gico que ser¨¢ su grupo municipal. Cerrarle el paso como se est¨¢ intentando hacer a la desesperada es la mejor manera de facilitarle los desvar¨ªos, y ponerla ante sus responsabilidades y contradicciones, en cambio, el mejor servicio que se puede hacer a los ciudadanos y tambi¨¦n al gobierno de la ciudad. Dejemos que Colau gobierne y felicit¨¦monos de tener una democracia que funciona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.