Acertar en la cr¨ªtica
Como m¨¦dico y aspirante a gobernar, Teresa Forcades no deber¨ªa contribuir a la confusi¨®n con sus cr¨ªticas a las farmac¨¦uticas. Ser condescendiente con las teor¨ªas antivacuna es peligroso
No es pot matar tot el que ¨¦s gras. No se puede matar todo lo que est¨¢ gordo. En esta frase sintetiza la sabidur¨ªa popular la importancia que tiene saber distinguir entre lo accesorio y lo fundamental, entre la esencia y la apariencia. Y cuando se trata de se?alar o apuntar, es fundamental no equivocarse de problema o de enemigo. Respeto la figura de Teresa Forcades, y alguna ocasi¨®n he tenido de defenderla p¨²blicamente de cr¨ªticas injustas o exageradas, pero creo que su intervenci¨®n en el caso del rebrote de la difteria en Olot merece una reflexi¨®n sobre la responsabilidad p¨²blica, especialmente ahora que acaba de postularse como candidata a gobernar este pa¨ªs.
Forcades ha defendido a los padres que no vacunan a sus hijos y ha pedido que no se les culpabilice ¡°porque las vacunas est¨¢n en manos de unas empresas que lo ¨²nico que quieren es hacer negocio¡±. Es cierto que con esc¨¢ndalos como los de Lipobay o Vioxx ¡ª que tuvieron que ser retirados del mercado por los graves efectos secundarios que provocaban¡ª la industria farmac¨¦utica se ha hecho acreedora de una gran desconfianza. Que la gesti¨®n de la vacuna de la gripe A fue muy criticable y que desde el punto de vista del coste-oportunidad, tambi¨¦n lo es la vacuna del papiloma virus.
Rechazar la vacuna no deja de ser una posici¨®n insolidaria, un ego¨ªsmo mal calculado
Se puede criticar a las farmac¨¦uticas por las estrategias que siguen para que se recete m¨¢s de lo necesario y combatir la presi¨®n que ejercen para medicalizar la vida y tratar como trastornos mentales el simple malestar de vivir. Se deben desenmascarar los intentos de forzar nuevas indicaciones terap¨¦uticas para viejos medicamentos que pierden la patente y exigir cambios en el sistema de fijaci¨®n de precios. Pero las cr¨ªticas han de ser concretas y fundamentadas. Que las farmac¨¦uticas quieran hacer negocio con las vacunas no es argumento para dejar de vacunar a los ni?os. Es una irresponsabilidad. Tambi¨¦n hacen negocio con los antibi¨®ticos o la quimioterapia, y no por ello proponemos dejar de tomarlos.
Confundir estos t¨¦rminos, para alguien que ha hecho un doctorado en salud p¨²blica, resulta sorprendente. Como tambi¨¦n lo es el hecho de mezclar datos comprobados con puras especulaciones. De la vacuna de la difteria Teresa Forcades ha dicho que ¡°est¨¢ probada y funciona, pero no al cien por cien¡±, y ha a?adido que los ni?os vacunados ¡°corren el riesgo de sufrir efectos secundarios a causa del aluminio que contiene¡±. Lo primero es cierto: la vacuna tiene una eficacia del 95%. Y a pesar de ello hac¨ªa 28 a?os que no se diagnosticaba ning¨²n caso en Espa?a. Luego la vacunaci¨®n es efectiva. Lo segundo, en cambio, es una especulaci¨®n alarmista. Hay estudios que indican que el aluminio causa problemas neurol¨®gicos a largo plazo, pero se refieren a trabajadores que respiran polvo de este producto durante a?os. Una dosis de vacuna contiene 0,5 mil¨ªgramos de aluminio, cuando con la comida ingerimos cada d¨ªa 8 mil¨ªgramos sin problemas. En salud, la cuesti¨®n de las dosis es fundamental y Teresa Forcades lo sabe. Todo puede matar, hasta el agua. Depende de la dosis.
Comparto la idea de no culpabilizar a los padres. Hay que presumir que act¨²an de buena fe y que buscan lo mejor para sus hijos. Pero de buenas intenciones est¨¢n los cementerios llenos. Lo primero que habr¨ªa que plantearse es si los padres que no vacunan han tomado una decisi¨®n realmente informada. Y si han aquilatado bien las consecuencias de su decisi¨®n. Porque las tiene. En primer lugar, para sus propios hijos. Los padres del ni?o de Olot se han sentido enga?ados y con raz¨®n. Nunca pensaron que pusieran en juego la vida de su hijo, y sin embargo, ha estado en grave peligro. Y en segundo lugar, para la comunidad. Si hasta ahora no ha habido casos de difteria es porque m¨¢s del 90% de los ni?os se vacunan desde hace a?os. Los ni?os no vacunados se benefician de la inmunidad de grupo, es decir, del hecho de que los otros padres s¨ª que vacunen a sus hijos, asumiendo que puedan tener febr¨ªcula o molestias.
Rechazar la vacuna no deja de ser una posici¨®n insolidaria, un ego¨ªsmo mal calculado porque cuantos m¨¢s sean los padres que no vacunen, m¨¢s riesgo correr¨¢n sus propios hijos de sufrir enfermedades como la difteria, el sarampi¨®n o la rubeola cuya erradicaci¨®n perseguimos desde hace d¨¦cadas. Los padres de los ni?os que mueren por no tener acceso a estas vacunas dif¨ªcilmente entender¨¢n a los que, pudiendo tenerlas, rechazan beneficiarse de ellas.
Quienes est¨¢n dispuestos a asumir responsabilidades p¨²blicas deben pensar ante todo en t¨¦rminos comunitarios. ?Promover¨ªa Teresa Forcades las teor¨ªas antivacuna desde el Departamento de Salud?
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