Intolerancia mutua
El himno de Espa?a no est¨¢ protegido en la Constituci¨®n y el C¨®digo Penal castiga levemente el ultraje a los s¨ªmbolos. Lo m¨¢s sensato es respetar a quienes se sienten ofendidos por la pitada y evitar represalias
La gran pitada se olvid¨® con el triplete del Bar?a. Ahora ya podemos hablar de ella serenamente. Dicen que se ultraj¨® a un s¨ªmbolo de Espa?a. Pero no es f¨¢cil establecer cu¨¢ndo el abucheo o la pitada son una ofensa para muchos, que se sienten sinceramente ofendidos, y cu¨¢ndo ese gesto colectivo constituye una manifestaci¨®n l¨ªcita de la libre expresi¨®n discrepante, por hiriente que sea.
No se sabe qu¨¦ son, ni cu¨¢les son, los s¨ªmbolos susceptibles de ultraje. Nuestra Constituci¨®n s¨®lo da car¨¢cter de s¨ªmbolo al Rey, ¡°s¨ªmbolo de la unidad y permanencia del Estado¡± (art¨ªculo 56). Del himno no dice nada. Las constituciones de Francia y Portugal s¨ª citan expresamente a La Marsellesa y A Portuguesa. Como estas, el Estatut de Catalunya establece expresamente que los s¨ªmbolos de Catalu?a son tres: la bandera tradicional, la Diada del 11 de Septiembre, y ¡°el himno de Catalu?a que es Els Segadors¡±.
El himno de Espa?a se remonta a Carlos III. Federico de Prusia ten¨ªa una marcha del cuerpo militar de Granaderos, y se la regal¨® a su ahijada Mar¨ªa Amalia de Sajonia que, con catorce a?os, fue casada, por poderes, con el rey espa?ol. As¨ª lleg¨® el himno a la Corte espa?ola. En 1908 fue armonizado por el maestro P¨¦rez Casas, perteneci¨¦ndole los derechos de propiedad intelectual. Por decreto de Aznar de 1997 se acord¨® adquirir todos los derechos de explotaci¨®n, reproducci¨®n, distribuci¨®n y comunicaci¨®n de la Marcha Granadera o Marcha Real Espa?ola estipulando un precio del 5% de los ingresos de la explotaci¨®n, ¡°y al margen de todo ello 130 millones de pesetas¡±. Sin embargo, otro decreto de 1998 acept¨® ¡°la cesi¨®n a t¨ªtulo gratuito a favor del Estado¡±. En el anexo del Real Decreto el Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE) incluye la partitura musical, pero no la letra. Por eso es incantable. As¨ª pues, tenemos por himno una marcha militar prusiana de segunda mano que no se sabe si legalmente es, o no, un s¨ªmbolo de Espa?a.
Algunos, sinti¨¦ndose ofendidos por los abucheos y los silbidos a este himno, desenfundan r¨¢pidamente el C¨®digo Penal. Sin embargo, dif¨ªcilmente podr¨ªan juzgar a todos los ofensores, que eran decenas de miles de espectadores. Pero cuidado: un exhaustivo visionado de im¨¢genes de TV podr¨ªa ofrecer chivos expiatorios suficientes para colmar los m¨¢s ac¨¦rrimos ¨¢nimos de una venganza, que ser¨ªa, en todo caso, desigual y leve.
A la inacabable lista de infracciones y prohibiciones de la llamada ley mordaza se le ha escapado prohibir y sancionar las pitadas al himno nacional
El C¨®digo Penal s¨®lo castiga con multa a las ofensas o ultrajes a Espa?a, a sus comunidades aut¨®nomas o a sus s¨ªmbolos o emblemas, efectuados con publicidad. Es una pena m¨ªnima. En t¨¦rminos de proporcionalidad significa que la ofensa que castiga se considera m¨ªnima. Lo contrario del C¨®digo Penal franquista de 1944, del que procede. Este sacralizaba sus s¨ªmbolos, castigando con pena de m¨¢s de seis a?os de prisi¨®n los ultrajes a la naci¨®n espa?ola o a sus s¨ªmbolos o emblemas. Los s¨ªmbolos de Catalu?a y Euskadi, simplemente, estaban prohibidos y su exhibici¨®n era delito grave. El c¨®digo de la democracia, con una simple multa, carece de aquella terrible y desproporcionada eficacia represiva y disuasoria, y por lo tanto, no es una soluci¨®n para quienes pretenden usarlo para vengar el ultraje.
La llamada ley mordaza tampoco sirve. A su inacabable lista de infracciones y prohibiciones se le ha escapado prohibir y sancionar las pitadas al himno nacional. Para eso ya exist¨ªa una ley de 2007, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En su cat¨¢logo de infracciones algunas castigan la intolerancia con multas, cierres de estadios o prohibiciones de acudir a ellos. Pero su eficacia represiva tampoco es autom¨¢tica: pueden ser recurridas judicialmente.
Ser¨ªa una muestra de intolerancia in¨²til la represi¨®n penal o gubernativa de la gran pitada, porque, como dijo El Roto, tambi¨¦n ¡°la pitada es un himno¡±. Pero, probablemente, los que pitaron no aceptar¨ªan otra pitada a sus propios himnos con la misma tolerancia que requieren para su gran pitada. Y eso tambi¨¦n ser¨ªa intolerancia. La ¨²nica soluci¨®n contra broncas de repudio del p¨²blico de los estadios es no ponerse a tiro, no someterse a su juicio incontenible, impulsivo, simplista y maniqueo, que alcanza a todo: jugadores, ¨¢rbitros, palcos presidenciales o himnos.
Solo superaremos esta peligrosa espiral de intolerancia rec¨ªproca comprendiendo y respetando a los que se sienten sinceramente ofendidos, y estos, pregunt¨¢ndose por qu¨¦ pitaron aquellos, desterrando cualquier remedio represivo, desacralizado todos los s¨ªmbolos, y, ante todo, con democr¨¢tica buena educaci¨®n.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena es ex fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.