La transparencia: propuestas y realidades
Las leyes aprobadas en Espa?a en los dos ¨²ltimos a?os no han tenido tiempo material de implementarse por las administraciones
Tanto en las recientes campa?as electorales, como en la resaca poselectoral, uno de los escasos puntos de encuentro entre las diversas fuerzas pol¨ªticas ha sido la reivindicaci¨®n de una mayor transparencia en la gesti¨®n p¨²blica.
Los candidatos, especialmente aquellos con compa?eros de partido afectados por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, parec¨ªan inmersos, a modo de catarsis, en una suerte de competici¨®n de "yo soy m¨¢s transparente que t¨²". En las ¨²ltimas semanas hemos escuchado propuestas de todo tipo y alcance: desde la presentaci¨®n de declaraci¨®n de bienes de los c¨®nyuges de los responsables pol¨ªticos, a la publicaci¨®n detallada de las agendas de los cargos p¨²blicos, la creaci¨®n de oficinas municipales antifraude o la rendici¨®n de cuentas de los gastos de representaci¨®n.
Pues bien, al margen del posible r¨¦dito pol¨ªtico de dichas reivindicaciones, llama la atenci¨®n que se formulen, cuando, en poco m¨¢s de dos a?os, en Espa?a se ha producido un avance fundamental en esta materia, con la publicaci¨®n de un buen elenco de leyes de transparencia, acceso a la informaci¨®n p¨²blica y buen gobierno, por las Cortes y numerosos parlamentos auton¨®micos. Esas leyes est¨¢n todav¨ªa hu¨¦rfanas de desarrollo reglamentario y no han tenido tiempo material de implementarse por las administraciones p¨²blicas.
Su promulgaci¨®n ha sido sin duda tard¨ªa, ya que Espa?a ha sido uno de los ¨²ltimos Estados de la Uni¨®n Europea en aprobar normativas sobre transparencia; sin embargo, la tramitaci¨®n parlamentaria ha sido, en general, precipitada, y m¨¢s preocupada por generar un efecto cauterizador de la sangr¨ªa de la corrupci¨®n, que por establecer unos objetivos realistas. De hecho, en la mayor¨ªa de los casos, se han fijado unos plazos de entrada en vigor dif¨ªcilmente asumibles, atendidas las necesidades t¨¦cnicas, jur¨ªdicas, econ¨®micas y de formaci¨®n de personal, que supone el cumplimiento de las obligaciones en esta materia.
La realidad es que los principios de transparencia han sido, en buena medida, elaborados por catedr¨¢ticos de universidad, difundidos por ONGs, asumidos por los partidos pol¨ªticos, en muchos casos, m¨¢s como reacci¨®n al clima de desafecci¨®n, que por verdadera convicci¨®n, legislados con una t¨¦cnica mejorable, e implementados por inform¨¢ticos.
Ha faltado, a mi entender, un debate sereno sobre el alcance de las medidas a adoptar, una labor pedag¨®gica sobre el verdadero trasfondo de las propuestas en materia de transparencia, m¨¢s all¨¢ del car¨¢cter coyuntural de ant¨ªdoto frente a la corrupci¨®n, y una valoraci¨®n realista de las dificultades de su activaci¨®n.
En cualquier caso, el reto para las Administraciones P¨²blicas est¨¢ servido, ya que, al cumplimiento formal de las disposiciones de publicidad activa, derecho a la informaci¨®n, gobierno abierto y buen gobierno, se a?ade el verdadero objetivo de la nueva normativa: una nueva cultura en la gesti¨®n p¨²blica, en la que la interacci¨®n entre gobernantes y ciudadanos redunde en una democracia m¨¢s consolidada y una mayor eficacia y eficiencia de la Administraci¨®n, con una gesti¨®n responsable y sostenible de los recursos p¨²blicos.
Rafael Entrena Fabr¨¦ es abogado.
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