Canciones que curan
Sexsmith no le interesa cosa distinta a escribir canciones primorosas y sentimentales

Contaba Sam Palladio, actor en la serie?Nashvillee inesperado telonero este jueves en el teatro Lara, que su madre super¨® una grave dolencia gracias a los discos de Ron Sexsmith, que estuvieron sonando cinco a?os en su sal¨®n. Es probable que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud a¨²n no haya certificado estas virtudes, pero no se requiere de ning¨²n tribunal m¨¦dico para avalar el poder sanador del canadiense. Sexsmith es un hombre extempor¨¢neo: no le interesa cosa distinta a escribir canciones primorosas, sentimentales, pluscuamperfectas. Y sin publicista, escritor ni gestor de redes sociales, lo conf¨ªa todo al viejo boca a boca. L¨¢stima que 14 discos no fueran suficientes para agotar las localidades.
Solo un leve apunte para quienes a¨²n no le conozcan: se est¨¢n perdiendo algo grande. M¨¢s all¨¢ de su aspecto l¨¢nguido, esa voz fr¨¢gil y sollozante, sentida hasta en la ¨²ltima de sus inflexiones, constituye un patrimonio inmaterial de la humanidad. No se nos ocurre mejor manera de celebrar el cumplea?os de McCartney que con Getaway Car, sabroso divertimento que parece un in¨¦dito de los Wings. O con Can¡¯t Get my Act Together, otro caramelo para el tarareo que corrobora al reciente Carousel One como el disco m¨¢s risue?o de nuestro personaje.
Claro que las posibilidades de su cat¨¢logo son casi inabarcables. Esta vez quiso celebrar el vig¨¦simo aniversario de su disco hom¨®nimo con algunas piezas de aquella primera ¨¦poca, y conmueve refrendar la belleza atemporal inmensa de baladas primerizas como Speaking With the Angel o Secret Heart. Hay algo de inmortal en un hombre que indaga en su religiosidad con la estremecedora God in Them Hills. A?adan ambros¨ªas soul, felices melod¨ªas instant¨¢neas o divertimentos como su bonito chapurreo de Eres t¨², de Mocedades: entraban ganas de llev¨¢rselo a casa. O de nombrarle director general de la OMS.
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