Atrapado en el S¨®nar Noche
La organizaci¨®n hizo controles de salida por el robo masivo de m¨®viles
A veces es dif¨ªcil entrar en el S¨®nar Noche. M¨¢s raro es no poder salir. Eran cerca de las 5 de la madrugada de hoy s¨¢bado y un veterano y correoso guardia jurado imped¨ªa marcharse a los que llevaran alg¨²n tipo de bolsa y se negaran a dejar que el agente la registrara. ¡°He sobrevivido por los pelos a Skrillex, d¨¦jeme volver a casa, por Dios¡±, espet¨¦ al guardia. ¡°Pues abre la bolsa¡±. De nada sirvi¨® clamar por mis derechos, subrayar lo absurdo de la medida, apelar a la resistencia civil ante la autoridad ejercida arbitrariamente ¨Cincluso citando a Guillermo Tell- y recalcar que a uno le pueden prohibir la entrada en un sitio pero no la salida, hombre. La escena atrajo a varios curiosos, lateros y almas en busca a¨²n de entretenimiento. Lo l¨®gico hubiera sido transigir pero despu¨¦s de haber visto a Colau por la tarde y con el ceboll¨®n de Skrillex y las copas est¨¢ uno as¨ª como rebelde sin causa. El recurso al no sabe usted con quien est¨¢ hablando se revel¨® in¨²til porque efectivamente, no lo sab¨ªa, ni le importaba un comino. La verdad es que a esas alturas tampoco le podr¨ªa haber dicho qui¨¦n era yo mismo. De hecho me palpaba y estaba insensible, con el tacto raro, como si los zambombazos de sonido me hubieran practicado un peeling radical.
Rebobin¨¦ lo que hab¨ªa sido la velada. La llegada a la Fira 2, la b¨²squeda infructuosa de la puerta adecuada, la entrada al fin y la familiar sensaci¨®n de v¨¦rtigo al ingresar en el S¨®nar Club con la masa en ebullici¨®n. Hab¨ªa seguido el concierto de Die Antwoord sin dar cr¨¦dito al desparrame f¨ªsico y est¨¦tico (?) de los sudafricanos, una apoteosis de gusto tan discutible como hipnotizante. El S¨®nar te marca indeleblemente con sonidos e im¨¢genes que pasan a poblar lo m¨¢s extravagante de tu subconsciente. Notas que todo eso te va penetrando y te cambia sin remedio. El tiempo fuera del S¨®nar se vuelve irreal y se ti?e de las cosas extra?as que has visto y o¨ªdo. Eres como un pose¨ªdo de los Tr¨ªfidos.
Tras los Die, Hot Chip sonaron de una cursiler¨ªa mojigata aunque hab¨ªa gente a la que sin duda le pon¨ªan como al tipo detr¨¢s de m¨ª entre el gent¨ªo que definitivamente no es que llevara pistola sino que se alegraba de verme. Decidido a marcharme, ca¨ª en la tentaci¨®n de esperar a ver al tan cacareado Skrillex y eso que ¨Chab¨ªa empezado en el S¨®nar D¨ªa a las 2 del mediod¨ªa- las piernas apenas me aguantaban. ¡°Una canci¨®n y a casa¡±, me dije inocentemente. Arranc¨® el artista con un magma de luces y fuego que recordaba una gran evasi¨®n en un Stalag alem¨¢n, trazadoras incluidas. Parec¨ªa que solo pod¨ªas sobrevivir a aquel despliegue lanz¨¢ndote cuerpo a tierra. El suelo temblaba, tanto por la potencia del sonido como por el efecto seismo que provocaba un joven muy alto en camiseta de tirantes que saltaba como un masai poseso y abrevado en algo m¨¢s que leche y sangre de vaca. Quer¨ªa marcharme pero estaba prendido al escenario como un conejo en la carretera ante los faros de un cami¨®n.
Lo siguiente que recuerdo es deambular por el fondo del S¨®narClub cruz¨¢ndome con caras desencajadas y una chica que cabalgaba a su fornida pareja. Im¨¢genes que parec¨ªan del Bosco, un Bosco tecno. Los lavabos de caseta rebosaban formando una apestosa corriente estigia que romp¨ªa contra montones de vasos de papel y basura desparramada. Segu¨ª a otras personas hacia la salida y top¨¦ entonces con el cancerbero. Tras un rato aguardando testarudo en el limbo de la cerca met¨¢lica y viendo que irremediablemente acabar¨ªamos viendo amanecer all¨ª, acced¨ªa a que el guardia me revisara la bolsa. Asinti¨®. Se limit¨® a abrirla y mirarme a los ojos con una gran sonrisa de suficiencia, sin ni siquiera echar un vistazo dentro, y me franque¨® el paso. Luego result¨® que el hombre cumpl¨ªa ¨®rdenes, porque la organizaci¨®n hab¨ªa advertido del robo masivo de m¨®viles y el control obedec¨ªa a ello.
Enfil¨¦ en motocicleta los pol¨ªgonos desiertos y las calles vac¨ªas hacia el coraz¨®n de la ciudad inerte llevando conmigo el fuego prometeico de la buena nueva electr¨®nica, una creciente languidez en el cuerpo y una casi completa sordera.
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