El l¨¢piz del joven Picasso
El Museu de Reus expone una recopliaci¨®n de obras in¨¦ditas de los a?os de aprendizaje del genial pintor
Tambi¨¦n los genios pasan por su a?os de aprendizaje. Una muestra la ofrece estos d¨ªas el Museu de Reus, que acoge una exposici¨®n in¨¦dita sobre las obras del Picasso joven: esbozos, ¨®leos y composiciones trazadas a l¨¢piz que el pintor ejecut¨® en sus a?os de artista incipiente.
Un paseo por las 26 l¨¢minas que configuran la muestra evocan sus a?os de amaestramiento adolescente y dan fe de c¨®mo domesticaba su talentosa mano. Obras de rotunda tem¨¢tica religiosa, no tanto porque el malague?o fuera un ferviente devoto del evangelio sino m¨¢s bien porqu¨¦ era un fan¨¢tico apasionado de la pintura. ¡°Son obras de su paso por la academia¡±, fija Anna Figueras, directora del Museu de Reus. Ese periodo tierno en el que un esponjoso Picasso trataba de absorber todo lo que le inculcaban sus maestros. Primero, en la escuela de Bellas Artes de A Coru?a, donde su padre hab¨ªa ganado plaza de instructor, y m¨¢s tarde, all¨¢ por 1895, el mismo a?o en que falleci¨® su hermana Concepci¨®n, en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, en Barcelona.
La obra de tem¨¢tica religiosa se inscribe en el marco de su formaci¨®n m¨¢s que en un anhelo o en una apetencia personal. Era aquella una ¨¦poca en la que su padre lo guiaba para que triunfase en los c¨¦rtamenes art¨ªsticos oficiales. Tambi¨¦n el profesor Jos¨¦ Garnelo dej¨® su sello en la instrucci¨®n m¨ªstica del Picasso imberbe. Episodios hagiogr¨¢ficos y del Nuevo Testamento, de entre los que destacan Aparici¨®n del Sagrado Coraz¨®n a una monja, La Anunciaci¨®n y La Santa Cena, son feliz evidencia de aquella etapa primeriza.
¡°Desde ni?o pintaba como Rafael, pero me llev¨® toda una vida aprender a dibujar como un ni?o¡±, cont¨® una vez Picasso. En la muestra se percibe ese anhelo de rasgar cors¨¦s. En uno de los trabajos que se exponen, Cuatro feriantes y otros croquis (1899-1900), se vislumbra la impulsividad y se dejan notar los gestos distintivos de un Picasso ya mayor de edad y cada vez menos c¨®modo con las directrices recibidas en el aula. Fue por entonces cuando, a pesar de estar matriculado en la Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid, colg¨® las clases para dedicarse a visitar, casi obsesivamente, el Museo del Prado.
El Museu de Reus expone hasta el 29 de agosto esta muestra que se exhibe por vez primera al p¨²blico y que se nutre de fondos del Museo Picasso de Barcelona. La ruta Barcelona-Reus ya la sigui¨® el propio artista en 1898 cuando iba de camino a Horta de Sant Joan, en la Terra Alta. Invitado por su amigo Manuel Pallar¨¨s para sanar de unos problemas de salud, Picasso encontr¨® a la sombra de los puertos de Beceite alivio para su estropajosa garganta. Sufr¨ªa escarlatina. M¨¢s tarde dir¨ªa: ¡°todo lo que s¨¦ lo he aprendido en el pueblo de Pallar¨¨s¡±.
Algo le quedar¨ªa a¨²n por aprender porque, de regreso a Barcelona, gast¨® horas en la cervecer¨ªa Els 4 Gats para empaparse del espiritu de Rusi?ol y Ramon Casas. Su inter¨¦s por autores como Toulouse-Latrec y Steinlen fue creciendo y no tard¨® en marcharse a Par¨ªs junto a Carles Casagemas. Empezaba a afianzarse el genio. El mismo genio que, ya en su edad adulta, el Museu de Reus exhibe en una recopilaci¨®n de fotografias hechas por Michel Sima, Andr¨¦ Villers o David Douglas Ducan. Y para completar el viaje del Picasso joven al Picasso maduro, las im¨¢genes que Roberto Otero le sac¨® en su refugio de Mougins, donde el pintor morir¨ªa en 1973.
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