El largo adi¨®s
Tras diez meses de rabia, indignaci¨®n, delirio, tomaduras de pelo e impotencia, la comisi¨®n ha finalizado con Pascual Estevill y Nart
Tras diez meses de rabia, indignaci¨®n, delirio, tomaduras de pelo e impotencia, la comisi¨®n ha finalizado este lunes con dos comparecientes que han venido a representar su esencia. El juez m¨¢s corrupto de la historia de la democracia, Luis Pascual Estevill, y un popular abogado, Javier Nart, que alcanz¨® el estrellato televisivo con un casposo show judicial en los a?os de la lambada. Actualmente el juez es un octogenario convicto de los delitos de prevaricaci¨®n, cohecho y detenci¨®n ilegal, y el abogado es eurodiputado por C's y tertuliano a tiempo parcial. Nart ha venido con prisas y guerrera, les ha gritado a los parlamentarios y ha acabado enarbolando un poder notarial dentro de una carpeta como si fuera la bandera de Iwo Jima.
¡°No tengo nada que contestar¡± ha sido la frase que se obstinaba el juez en pronunciar ante las in¨²tiles preguntas de los diputados. ¡°No tengo nada que contestar¡±, repet¨ªa y, acto seguido, se humedec¨ªa los labios con la lengua. Enjuto como la mala hierba de los campos de Tarragona donde se cri¨® haciendo de cabrero, Pascual Estevill ha comparecido durante apenas una hora. Lleg¨® a la Sala de Grupos con el andar patiabierto que le caracteriz¨® en los pasillos m¨¢s siniestros de los juzgados de Barcelona; con los mismos pasos rurales y socarrones con que se dirig¨ªa a levantar un cad¨¢ver con un Montecristo en la boca, porque los muertos huelen mal. Hoy le ven¨ªa larga la chaqueta y le bailaba sobre los muslos como las faldas de un cura. En el bolsillo de arriba, llevaba todav¨ªa el pa?uelo de seda de ir a dar mordidas. Mocasines negros con borlas. ¡°Vivo de las rentas de mi mujer¡±, ha explicado el juez con voz quebradiza. No es que tenga poca voz, es que nunca le ha hecho falta hablar. Cuando no le gustaba una pregunta, se disgustaba y con cara de fastidio apartaba los temas a manotazos igual que los animales viejos espantan a sus moscas. Entonces murmuraba con un gru?ido: ¡°Pujol fue un gran presidente¡±.
A los portavoces los atend¨ªa poni¨¦ndose la mano en la cabeza como tom¨¢ndose la temperatura del tiempo vivido. Otras veces, escuchaba como lo hacen todos los jueces: se cog¨ªa el brazo con una mano y con la otra se sujetaba el ment¨®n. Acaso, una posici¨®n practicada frente al espejo durante los impacientes a?os en que so?aba con la judicatura. Pascual Estevill, que en sus mejores tiempos llegaba al juzgado en Jaguar, le ha soltado a la comisi¨®n: ¡°Los coches no me interesan para nada¡±. No ha querido hablarle al Parlament. La corrupci¨®n guarda silencio. Ya se lo dijo el sem¨¢ntico Humpty Dumpty a la peque?a Alicia: ¡°La cuesti¨®n no son las palabras, la cuesti¨®n es saber qui¨¦n es el que manda..., eso es todo¡±.
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