Amarrar el resultado
El madrile?o certifica un triunfo arrollador para cerrar sin sorpresas la gira de ¡®P¨®lvora¡¯, pero a¨²n le queda un trecho hasta parecerse a Mick Jagger
Despu¨¦s de 120 conciertos con su P¨®lvora a cuestas, una gira rodada hasta desgastar el ¨²ltimo neum¨¢tico, no pod¨ªan esperarse grandes sorpresas en la apoteosis ante 12.000 fieles del Barclaycard Center. Pudo haber sido otro el final de esta historia, puesto que el entorno de Leiva sopes¨® un ep¨ªlogo glorioso en Las Ventas, con despliegue audiovisual, documento inmortalizador y dem¨¢s. Le honra a Jos¨¦ Miguel Conejo entender que con 35 a?os y dos ¨¢lbumes como solista no era a¨²n momento de tantas solemnidades editoriales, pero ello no mitiga la sensaci¨®n de que el s¨¢bado jug¨® a amarrar el resultado. Ante una hinchada desbordante de entusiasmo, juventud y cuota femenina, no quiso apartarse del guion: ninguna inclusi¨®n infrecuente (salvo Mucho mejor, de Los Rodr¨ªguez, que cae de vez en cuando), nadie en la lista de invitados, nada remotamente impredecible. Solo esa catarata ininterrumpida de melod¨ªas, ?130 minutos!, que todas y cada una de las gargantas pod¨ªan exteriorizar.
Quiz¨¢ la disgregaci¨®n de Pereza generase incertidumbres en su d¨ªa. Hoy ya no cabe duda de que Leiva es una gran estrella del rock mientras el pobre Rub¨¦n combate un ninguneo doloroso. Conejo no solo construye canciones de estribillos ascendentes, sino que ha labrado un personaje propio e ic¨®nico, el malote tierno y sentimental de sombrero y pendientes largos, un flautista de Hamel¨ªn esmirriado, el Mick Jagger peninsular que un d¨ªa le gustar¨ªa ser. Por ahora a¨²n le falta trecho, y m¨¢s con esa inc¨®moda sensaci¨®n de que sus trabajos en solitario incluyen un repertorio m¨¢s endeble del que es capaz de escribir. Por mi tripa, la renovada Amelie o Windsor (con cita incluida de Norwegian Wood; tambi¨¦n hubo gui?os a Hey Jude, Loser, Paint it black o Walk on the wild side) siguen pareciendo formulaciones superiores de su talento. La victoria, con todo, fue incontestable. Solo en su fallida petici¨®n de que los m¨®viles se esfumaran durante la postrera Lady Madrid no pudo apuntarse Leiva un triunfo arrollador.
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