Euforia vikinga
El festival de nuevas tendencias en Noruega trae cuatro bandas que apelan al buen rollo
Va a ser verdad que la noruega es una sociedad m¨¢s avanzada en casi todo. Produc¨ªa cierta envidia escuchar este mi¨¦rcoles, aun en plena solanera (19.30 horas), a unos pipiolos tan radiantes como Away: tres guitarristas, un bajista y un bater¨ªa que no habr¨¢n cumplido ni los 20 y ya atesoran criterio, talento, lenguaje propio y aprendizajes distinguidos. El pop chisporroteante de estos chavales es tan instant¨¢neo como un granizado, entre Two Door Cinema Club y los ¨²ltimos Noah & The Whale. Y con un falsete ocasional muy parejo al de su paisano Sondre Lerche, uno de los mejores escritores de canciones que ha dado el (ya no tan) nuevo siglo. William sirvi¨® como ejemplo perfecto de lo que son capaces de hacer estas criaturitas, que ya es bastante.
Away fue solo el primero de los cuatro eslabones de Buenas Noches, Madrid, nombre sos¨ªsimo para un festival de nueva m¨²sica noruega que acab¨® reuniendo a 1.100 personas en el MadGarden del Bot¨¢nico de la Complutense. Luego llegar¨ªa el sexteto Disaster in the Universe, que comparte algunos elementos estil¨ªsticos (Now we¡¯re gonna learn to swim funcionar¨ªa como banda sonora para un anuncio cervecero estival) y se distingue por las pinturas chillonas de los m¨²sicos en brazos y manos. A?adan a ese rollito tribal, muy Crystal Fighters, el detalle de las dos barritas humeantes de incienso que el cantante engancha en su melena rubia, y que vivan el buen rollo, las energ¨ªas positivas, esas cosas. No sabemos qu¨¦ connotaciones atribuir al lanzamiento final de pl¨¢tanos a la audiencia, pero¡ que viva tambi¨¦n el potasio.
Lo mejor lleg¨® con el delicioso gafotas Erlend ?ye, la mitad de los extraordinarios Kings of Convenience. Sin Eirik Glambek B?e ya no parece un Simon & Garfunkel n¨®rdico, sino que suena a Prefab Sprout con teclados rhodes y clarinete o flauta. Brincar no constituye una obsesi¨®n para ¨¦l, aunque tambi¨¦n lo propicia en ocasiones: Erlend baila fatal, pero se lo pasa y hace pasarlo en grande. Lo importante es que lleva la melod¨ªa en las venas (Bad guy now) y que su insaciabilidad estil¨ªstica le permite hasta marcarse un par de baladas en ?italiano!
La fiesta final era indiscutiblemente patrimonio de los hiperactivos Kakkmaddafakka, sobrevalorada banda de Bergen que empez¨® dedicando su concierto ¡°a las putitas sexys¡± y, en esa misma l¨ªnea, confunde el buen rollo con el trogloditismo, la frescura con el chis pom, la agitaci¨®n con la dial¨¦ctica eurovisiva y ABBA con una pachanga de mercadillo dominical. Su vocaci¨®n l¨²dica es incuestionable, pero todo tiene ese tufillo facil¨®n que ya arruin¨® proyectos como el de los daneses Billy The Vision: son como esos chicos enrollad¨ªsimos que, a partir del duod¨¦cimo chiste, empezamos a rehuir en las fiestas. Bailando, sin ir m¨¢s lejos, parece un ¨¦xito seguro en una fiesta poligonera con Fonsi Nieto en la cabina del pinchadiscos. Fue un cierre jaranero, pero rampl¨®n, para una tarde-noche la mar de amena.
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