Refresco de verano con sabor ingl¨¦s
Amor y Shakespeare, una buena receta estival
Un granizado de verano con sabor a aristocr¨¢tica campi?a inglesa: hierbabuena, fresas y picante jengibre. Ligero y fresco. Amor & Shakespearese llama la receta estival elaborada por Guillem-Jordi Graells (dramaturgo) y Josep Maria Mestres (director) para el festival Grec, en el anfiteatro. Un espect¨¢culo galante que poco tiene que ver con el amor y mucho con el juego amoroso, con el simulacro, el flirteo, la conquista, el enredo, la quemaz¨®n er¨®tica, lo pasajero. Una frivolidad agradable de ver, con el escenario del Teatre Grec laminado de madera blanca, como un escenario reci¨¦n estrenado en el pabell¨®n de fiestas de una gran mansi¨®n campestre.
La selecta compa?¨ªa viste ropajes y pelucas con la suntuosidad de la Restauraci¨®n. ?poca de costumbres relajadas y recuperado fervor por el teatro, que invade ¡ªdespu¨¦s de un periodo de prohibici¨®n¡ª ciudades y palacios. Los duques y duquesas compiten por tener en su mesa a primeras actrices y primeros actores, aut¨¦nticos ¨ªdolos. Y si la ocasi¨®n lo permite, las mismas coronadas damas y caballeros se suben al escenario para jugar a las comedias. Aparentar que son los personajes de Trabajos de amor perdidos que se entretienen con los fragmentos m¨¢s ingeniosos de Los dos caballeros de Verona y Mucho ruido y pocas nueces. Quiz¨¢ no han dado el paso ¨²ltimo de cruzar el espejo de la m¨¢scara, y Ariadna Gil, Merc¨¨ Pons, Rosa Renom, S¨ªlvia Bel, Aleix Albareda, ?lex Casanovas, Joel Joan y Jordi Boixaderas son las selectas estrellas del siglo XVII invitadas a una funci¨®n privada sin muchas exigencias ni presi¨®n. Laura Aubert ejerce de maestro de ceremonias y de car¨¢cter para todo (criados, capellanes, padres, doncellas en constante cambio de disfraz) cuando la escena pide un personaje secundario. Todo tiene el aire de una versi¨®n "fina" del entrem¨¦s que preparan los artesanos en Sue?o de una noche de verano.
?Mientras la funci¨®n se mantiene dentro de esta fantas¨ªa intrascendental, la propuesta dramat¨²rgica vuela sin que nadie se cuestione su valor. Shakespeare es agradecido y cuando se le pide ingeniosa epidermis te la ofrece con un alto grado de calidad. Adem¨¢s participa en el juego lo mejor del teatro catal¨¢n ¡ªm¨¢s alg¨²n infiltrado¡ª, tambi¨¦n muy dispuesto a gustar y divertir al p¨²blico, aunque desafine en las canciones. S¨®lo cuando esa armon¨ªa de madrigal se rompe con una nota seria se percibe que el proyecto tiene poco fondo. ?Una contradicci¨®n con el tono general de la obra? Los hombres de Propeller suelen demostrar en sus espect¨¢culos que no es as¨ª necesariamente; que la comedia m¨¢s ligera puede estar tan trabajada que cuando el director decide abrir una grieta en la felicidad, el espect¨¢culo se mantiene en el aire milagrosamente como los platos chinos girando en la punta de una varilla. Aqu¨ª ese cambio de ritmo pone en peligro el malabarismo esc¨¦nico.
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