Tres retos y dos dilemas

Me preguntaban hace unos meses en una reuni¨®n en Bruselas cu¨¢les cre¨ªa yo que eran los problemas m¨¢s importantes que ten¨ªamos los pa¨ªses de Europa para los pr¨®ximos a?os. Sin seguridad de estar en lo cierto, respond¨ª que deb¨ªamos hacer frente a cuatro retos: la amenaza del terrorismo yijadista; la recuperaci¨®n urgente de la competitividad y la equidad de nuestras econom¨ªas; los problemas generados por nuestro desfasado modelo energ¨¦tico, y los derivados del envejecimiento de nuestras poblaciones. Sobre estos temas, y otros, se est¨¢n publicando estos a?os gran n¨²mero de estudios, informes, (?y hasta enc¨ªclicas!); pero no parece que se est¨¦n tomando, en los organismos adecuados, las medidas oportunas. No me siento en condiciones de hablar sobre el primero. Aclaro un poco m¨¢s los otros tres, y me pregunto cu¨¢les son los instrumentos adecuados para responder a ellos.

1. Competitividad y equidad. Las econom¨ªas europeas han perdido competitividad en los ¨²ltimos 30 a?os y, aunque sigan generando beneficios, producen menos valor real. Las causas est¨¢n en la desindustrializaci¨®n, la falta de crecimiento de la productividad, la disminuci¨®n de la capacidad innovadora y el crecimiento de la actividad financiera y especulativa. Todo ello ha provocado una creciente apropiaci¨®n de rentas por parte de los propietarios del capital, que ha generado importantes aumentos de desigualdades no compensados por un sistema fiscal cada vez m¨¢s regresivo. La desigualdad y la polarizaci¨®n perjudican la productividad, al disminuir el stock de capital humano y la cohesi¨®n social.

La desigualdad y la polarizaci¨®n perjudican la productividad, al disminuir el stock de capital humano y la cohesi¨®n social

El modelo de los a?os 90 nos ha llevado a la crisis¡­Tenemos no m¨¢s de cinco a?os para recuperar algunos de los principios socioecon¨®micos del modelo exitoso de los a?os 60-80 y adaptarlos a las realidades geopol¨ªticas y tecnol¨®gicas de los 2015-2020.

2. Energ¨ªa y cambio clim¨¢tico. La energ¨ªa es el imput absolutamente imprescindible para la vida y para el bienestar. Unos 800 millones de personas (en Europa y en EE.UU.) hemos estado disfrutando, durante dos siglos, de una herencia energ¨¦tica en forma de carb¨®n, petr¨®leo o gas. Cada vez somos m¨¢s concientes de tres novedades: ya no somos 800, sino 3 o 4.000 millones los que quieren participar en el reparto; estamos empezando a ver cercanos los l¨ªmites de la herencia; y adem¨¢s el resultado de quemar estos productos genera tanto CO2 que est¨¢ cambiando el clima del planeta. Por todo ello, tenemos no m¨¢s de 20 a?os por delante para abordar un segundo reto.

Se trata de cambiar el modelo energ¨¦tico. Hay modelos alternativos posibles, disponibles y mucho mejores. El nuevo modelo deber¨ªa estar basado en cuatro principios: 1. Utilizar directamente la energ¨ªa del sol y del viento, inagotable, gratuita y limpia. 2. Generar energ¨ªa de forma distribuida y m¨¢s cercana al consumo. 3. Mucha m¨¢s eficiencia en su transformaci¨®n y en su uso. 4. Ahorrar, evitando el despilfarro.

3. Demograf¨ªa y envejecimiento. La baja natalidad y el alargamiento de la vida est¨¢n provocando un cambio demogr¨¢fico importante. Se puede actuar positivamente sobre el primer fen¨®meno, o compensarlo con la inmigraci¨®n; pero no ser¨ªa l¨®gico actuar sobre el segundo¡­ La adaptaci¨®n a esta nueva situaci¨®n supone afrontar un tercer reto: modificar el actual sistema de financiaci¨®n por reparto de las pensiones p¨²blicas, ya que ha cambiado la proporci¨®n entre activos (que cotizan) y pasivos (que reciben); y tomar medidas para evitar un crecimiento excesivo del gasto sanitario provocado por el encarecimiento de los tratamientos y la cronificaci¨®n de los mismos. No s¨¦ si nos queda tiempo¡­

4. Dilemas. ?Cu¨¢les son los mejores instrumentos pol¨ªticos que necesitamos para afrontar estos grandes retos? Viviremos unos a?os excitados por dos dilemas, a dos niveles: ?Una Europa integrada de tipo federal, o algunos pasos hacia atr¨¢s con devoluci¨®n de competencias a los Estados? ?Una Catalu?a independizada de Espa?a, o una soluci¨®n federal que reconozca la identidad nacional catalana?

Llevamos a?os discutiendo sobre diversas f¨®rmulas de organizaci¨®n territorial, tanto en Catalu?a como en otras partes de Europa, pero no he visto que estas discusiones se centren suficientemente en los problemas que hay que resolver, sino m¨¢s bien en apriorismos a veces poco racionales, tanto en un sentido como en el otro.

Joan Maj¨® es ingeniero y exministro