Mas en oto?o, Rajoy en invierno
Las elecciones del 27-S ser¨¢n sobre todo el acopio de fuerzas para la negociaci¨®n que vendr¨¢ tras las legislativas de fin de a?o
En el choque al que parece encaminarse el conflicto catal¨¢n en curso, una abrumadora mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n espa?oles apunta contra la parte catalana como si fuera la ¨²nica y gran responsable y al presidente de la Generalitat, Artur Mas, como la personificaci¨®n del estropicio. Para ellos, Mas es ahora el hombre a abatir, para que de nuevo se pueda decir aquello de que muerto el perro se acab¨® la rabia, por lo menos para una temporada. Las recriminaciones que desde esta perspectiva se formulan al Gobierno de Mariano Rajoy no pasan de quejas por inacci¨®n, quietismo, blandura.
Sin dejar de considerar a Mas como culpable, el socialismo espa?ol ha levantado, en cambio, la bandera de la reforma para adaptar la Constituci¨®n de forma que pueda acoger de nuevo las demandas catalanas, como sucedi¨® en 1978 a la hora de redactarla. Otros partidos hablan tambi¨¦n de reforma constitucional. En alg¨²n momento se concretar¨¢ lo que ofrece en este aspecto Podemos, partido que habla de Estado plurinacional y que en Catalu?a se ha aliado con el catalanismo de izquierdas no independentista, federalista e incluso confederalista. En el caso de Ciudadanos est¨¢ claro que la reforma no ser¨ªa para atender demandas catalanas, sino para ahormarlas mejor al jacobinismo centralista que predica.
Para que una reforma capaz de reencauzar al catalanismo en un marco constitucional pueda prosperar se precisa sin embargo que la derecha participe en ella, por una elemental cuesti¨®n de peso pol¨ªtico y electoral. Pero no ¨²nicamente por esta raz¨®n, porque el poder de las derechas no es solo el que detentan al frente de las instituciones pol¨ªticas en un momento dado. Es social y pol¨ªtico pero, en Espa?a, est¨¢ sobre todo enquistado en la Administraci¨®n de un Estado en el que no ha cuajado una tradici¨®n de servicio p¨²blico neutro pol¨ªticamente. Lo que anida en el fondo del conflicto catal¨¢n, la causa del malestar, es una pugna por el reparto del poder, en la que los protagonistas son, por una parte, un catalanismo transversal a la derecha y la izquierda que se considera a s¨ª mismo merecedor y capaz del autogobierno pleno, y por la otra, los herederos de la gesti¨®n del aparato estatal espa?ol que no quieren desprenderse de una parte tan importante de un poder que en las d¨¦cadas del franquismo disfrutaron en exclusiva. El PP como partido es, en realidad, un conglomerado formado alrededor de los cuerpos de altos funcionarios del Estado detentadores de este poder. No es por azar que haya tantos abogados del Estado en su c¨²pula.
En Catalu?a se espera que el poder de la derecha disminuya lo suficiente en las elecciones? generales como para verse obligada a entrar en la v¨ªa de la reforma constitucional
Lo que en su momento, hace apenas un a?o o dos, los l¨ªderes de Podemos denunciaron como la casta de pol¨ªticos y altos funcionarios que van y vienen de la Administraci¨®n a los cargos electos y de confianza pol¨ªtica, y de estos a las grandes empresas p¨²blicas y a las concesionarias de servicios, es en realidad, la causa del conflicto catal¨¢n. Aunque con el voto en contra del PP, el Estatuto catal¨¢n de 2006 fue aprobado por el Parlamento catal¨¢n y las dos c¨¢maras de las Cortes y refrendado por el electorado pero, cuatro a?os despu¨¦s, el PP demostr¨® que su poder va m¨¢s all¨¢ de todo esto y lo lamin¨® mediante el Tribunal Constitucional.
De aquel episodio aprendi¨® el catalanismo que la derecha espa?ola juega con los dados trucados a su favor y de ah¨ª la senda rupturista que ha tomado desde entonces. Por el otro lado, el PP, se ratific¨® en que es innecesario ceder poder alguno, en Catalu?a o donde sea cuando, como dice Soraya S¨¢ez de Santamar¨ªa, se dispone de la Constituci¨®n y las leyes, dando por descontado que, adem¨¢s, se controla la composici¨®n del Tribunal que las interpreta. El acomodo de Catalu?a en Espa?a del que tanto se ha hablado y se habla estaba de nuevo solemnemente pactado en 2006. El PP lo revent¨® y esperar de ¨¦l que ahora resuelva el conflicto es pedir peras al olmo. Habr¨¢ que esperar a despu¨¦s de las elecciones legislativas de invierno, para las que las catalanas de oto?o ser¨¢n, sobre todo, una acumulaci¨®n de fuerzas a la espera de que el poder de la derecha disminuya lo suficiente como para verse obligada a entrar en la v¨ªa de la reforma constitucional. Y est¨¢ claro que Mas ha subido la apuesta ahora con la pretensi¨®n de llegar luego bien pertrechado a la probable cita.
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