El soplo eterno de Pedro Iturralde
El saxofonista navarro afronta a sus 86 a?os una semana en el Central ¡°como un trabajador humilde¡±
O la m¨²sica rejuvenece o Pedro Iturralde es un prodigio de la naturaleza. Aunque a buen seguro ambas opciones resulten muy ciertas. Falta un cuarto de hora para las nueve, el momento en el que se desboca la magia en el Caf¨¦ Central, y el recodo junto al escenario que hace las veces de camerino es un hervidero en torno a la figura del maestro.
Pedro Iturralde, repantingado junto a sus lustrosos saxo tenor, soprano y clarinete, tiene tiempo para la ch¨¢chara con cuantos aficionados guardan turno para que les firme un disco. Si es leg¨ªtima la fatiga en un humano de 86 a?os, don Pedro parece ajena a ella. ¡°No para de componer y de proponernos nuevos discos para grabar¡±, corroboran en el corrillo m¨²sicos que bien podr¨ªan ser sus hijos. Y el aludido sonr¨ªe con gesto de despiste que no es tal. La ¨²nica concesi¨®n al achaque pasa por procurarse una silla para que las piernas no sufran durante la hora y media de actuaci¨®n. Que la semana es larga en el Central: del martes a domingo a¨²n son seis las oportunidades para reencontrarse con el decano.
Probablemente este pa¨ªs no le haya hecho a¨²n justicia a este prodigio de longevidad art¨ªstica a la altura de Sonny Rollins. El navarro de Falces acredita 76 a?os en los escenarios, desde que ingresara en la banda municipal; ejerci¨® en los sesenta como m¨¢ximo precursor del jazz flamenco, comparti¨® cartel con Miles Davis o Sarah Vaughan en el m¨ªtico Festival de Jazz de Berl¨ªn de 1967 y consigui¨® que el Ministerio de Educaci¨®n concediera al saxof¨®n una c¨¢tedra en los conservatorios superiores. ?l repasa estos logros y recuerda algunos otros, menos evidentes (¡°pueden encontrarme en discos de Serrat, Mari Trini, Raphael...¡±), pero resume su ideario en una sola frase: ¡°Aunque es bonito que te llamen maestro, yo siempre he ido por la vida como un trabajador humilde¡±.
Quienes hayan padecido alguna vez el p¨¢nico esc¨¦nico se quedar¨ªan pasmados con el sosiego que desprende al pie de las tablas. ¡°Me encuentro mejor cuando toco que cuando bajo del escenario. A lo mejor un d¨ªa me quedo en el sitio, pero lo cierto es que no me canso en los conciertos...¡±, admite. El argentino Mariano D¨ªaz, su pianista y productor musical, asiente: ¡°Verle tocar es un ejemplo cada noche. Nos transmite energ¨ªa positiva y nos obliga a pisar el acelerador¡±. Y el contrabajista valenciano Richie Ferrer recuerda los esfuerzos bald¨ªos de sus representantes para que acortase la duraci¨®n de sus espect¨¢culos. ¡°?l reaccionaba tocando m¨¢s tiempo. Es un m¨²sico exigente, pero, sobre todo, un caballero y un padre musical¡±.
Llega la hora e Iturralde procede a desmenuzar los cl¨¢sicos de su repertorio y su grabaci¨®n m¨¢s reciente, Entre amigos. Sin prisas, fatigas ni racaneos. ¡°Tengo mis deficiencias, pero funcionan bien los pulmones y los dedos¡±, conf¨ªa. Y admite: ¡°Yo soy de familia muy fuerte, pero no estar¨ªa aqu¨ª su hubiera frecuentado en exceso el Whisky Jazz Club de Marqu¨¦s de Villamagna, un local maravilloso pero lleno de humo. En 1971, cuando lo clausuraron, el m¨¦dico pensaba que era un fumador compulsivo¡±. Sus cuidados, en estos 44 a?os, han sido elementales: mucha bicicleta (desde su domicilio, cerca de Puerta de Hierro, sol¨ªa pedalear hasta Colmenar Viejo) y mucho, much¨ªsimo jazz.
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