Arte para humanizar Madrid
Proyectos ef¨ªmeros buscan un impacto positivo en los espacios p¨²blicos que hagan la urbe un poco m¨¢s habitable
Para empezar: ?Qu¨¦ demonios es un alcorque? Aunque convivimos estrechamente con ellos, el concepto no es muy conocido.Los alcorques son esos huecos cuadrangulares llenos tierra (o basura y colilas), que rodean la base de los ¨¢rboles que adornan las aceras.
Hace unos d¨ªas, delante de MediaLab Prado, un grupo de personas se afanaba en torno a ellos. Popih Sandoval, un hombre joven de melena perfectamente cana, relataba, azada en mano y no sin cierto suspense, la operaci¨®n: ¡°Vamos a rodearlos de unas tablas de madera, para que no se llenen de colillas, y luego, con estos cactus, vamos a convertirlos en peque?os jardines urbanos¡±.
Se trataba de una de las Hackity Dinner, reuniones informales que el estudio de dise?o social Hackity realiza para que los propios ciudadanos realicen mejoras en el paisaje de la ciudad. No son los ¨²nicos. Hay otros colectivos que trabajan, desde diferentes puntos de vista, en el campo de la intervenci¨®n urbana participativa.
Son organizaciones como Basurama, Zuloark, Todo por la Praxis, Truthbehind404, PEC, We Dise?amos o Pez Arquitectos. Y funcionan en colaboraci¨®n con instituciones municipales como Intermediae o Medialab Prado y asociaciones de vecinos. ¡°Se trata de que nos responsabilicemos de la ciudad y la cuidemos entre todos¡±, dice Mar¨ªa Isla, de Hackity.¡°Nosotros tratamos de hacer proyectos que tengan un impacto positivo en la urbe y la humanicen¡±.
Mediante su aplicaci¨®n gratuita Hackity App, cualquier ciudadano, empresa o instituci¨®n puede proponer soluciones a los problemas que se planteen. Por ejemplo, un usuario se preocup¨® por los huecos que dejan las baldosas ausentes y en los que el peat¨®n se tropieza. Otro propuso sustituirlas con piezas de Lego, en un hackeo urbano que bautizaron como Lego Tile, una soluci¨®n sencilla que cualquiera puede replicar. Otra de las intervenciones, llamado El sal¨®n de tu barrio, consiste en crear salas de estar en los barrios, sacando sof¨¢s y mesas a la calle, lugares donde los vecinos pueden compartir sus inquietudes y proyectos tomando un caf¨¦.
Y es que a veces resulta dif¨ªcil sentarse en la ciudad, sobre todo en plazas duras como la de Callao, sin sombra, sin fuentes, sin bancos. ¡°Los bancos p¨²blicos son una especie en peligro de extinci¨®n en aceras tomadas por las terrazas y los eventos comerciales¡±, dice C¨¦sar P¨¦rez, del estudio Truthbehind404. Con esa idea, en el proyecto Make a sity (en colaboraci¨®n con Alfonso Legido, Rebeca L¨®pez y Medialab Prado), lanzaron una convocatoria para el dise?o colectivo de un banco: se fabricaron varios modelos y se instalaron ef¨ªmeramente en plazas como Callao o la de los Cubos. ¡°Era bonito ver c¨®mo la gente interaccionaba con este nuevo mobiliario ciudadano: el espacio p¨²blico, adem¨¢s de para consumir, tiene que servir para socializar¡±.
Otras iniciativas de este estudio fueron Public Space Invaders, que consist¨ªa en la instalaci¨®n de memorias USB para disfrute ciudadano en los mupis publicitarios, o Haut?via, la creaci¨®n de un microestado virtual ¡ªcon su moneda y su pasaporte, etc¡ª en un descampado entre varias autopistas cerca del PAU de Valdebebas.
Conceptos como participaci¨®n, comunidad, autogesti¨®n, etc, est¨¢n ahora en el candelero en relaci¨®n a eso que se ha dado en llamar ¡°nueva pol¨ªtica¡±, sin embargo muchos de estos colectivos llevan trabajando sobre ellos bastante tiempo. Por ejemplo, Basurama se fund¨® en 2001 y ya tiene sucursales en Bilbao y Sao Paulo. ¡°Cuando llegamos a la facultad de Arquitectura vimos que hab¨ªa desaparecido la reivindicaci¨®n que hab¨ªa en la generaci¨®n de nuestros padres¡±, dice Juan L¨®pez-Aranguren, fundador del colectivo. ¡°As¨ª que nos pusimos ello. Ahora que algunas de nuestras obsesiones como la participaci¨®n, el consumo responsable o el espacio p¨²blico han saltado al debate social, nosotros ya atesoramos una larga experiencia¡±.
En su curr¨ªculum madrile?o consta haber organizado el festival la Noche en Blanco de 2010 y haber participado en proyectos municipales como Paisaje Sur o Paisaje Tetu¨¢n. En los ¨²ltimos tiempos han realizado una acci¨®n llamada Autobarrios: la recuperaci¨®n del puente de entrada del deprimido barrio de San Crist¨®bal de los ?ngeles, en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Montemadrid y los artistas urbanos Boamistura. Ahora all¨ª se celebran conciertos, festivales de teatro o charlas TEDx, siempre bajo la gesti¨®n de la comunidad asesorada por Basurama.
Aunque estas ideas parecen propias de los nuevos movimientos municipalistas, lo cierto es que la anterior administraci¨®n (del PP) ya dio pasos en este sentido ¡ªsobre todo, se?alan los entrevistados, por la iniciativa personal de varios t¨¦cnicos municipales¡ª, con la regularizaci¨®n de ciertos huertos urbanos o con proyectos como Paisaje Tetu¨¢n o Paisaje Sur (Usera y Villaverde): artistas urbanos decoraron las medianeras de esos barrios y se realizan actividades consensuadas con colectivos y asociaciones de vecinos. Por ejemplo, por estas fechas se lleva a cabo el Cinema Usera, en la calle Primitiva Ga?¨¢n, un cine de verano gestionado por los vecinos.
¡°Aunque intervenimos en otros lugares, a d¨ªa de hoy es en los barrios donde los procesos de autoorganizaci¨®n son m¨¢s interesantes¡±, dice Diego Peris del tambi¨¦n longevo colectivo Todo por la Praxis, que trabaja desde 1999. Su compromiso con estas zonas tambi¨¦n se ha visto en otras intervenciones como El barrio es nuestro, unas grandes letras de ladrillo que recuerdan este eslogan del movimiento vecinal, precisamente en Palomeras Bajas, donde este naci¨® en los tiempos en los que el suelo eran barrizales y hab¨ªa una total ausencia de servicios b¨¢sicos. O la creaci¨®n de una biblioteca comunitaria ¡ªya que no llegaba la municipal¡ª en San Ferm¨ªn (en el distrito de Usera), sin contar su denuncia del abandono de tantos edificios emblem¨¢ticos de la ciudad (organizaron una votaci¨®n popular sobre lugares como el edificio Espa?a, el Mercado de Legazpi o La Caja M¨¢gica) o la gentrificaci¨®n (elitizaci¨®n) de los barrios del centro de la capital.
El Campo de la Cebada, en La Latina, es un magn¨ªfico ejemplo de autoorganizaci¨®n vecinal en pleno centro de Madrid que ha sido objeto de atenci¨®n medi¨¢tica y premios internacionales.
Un solar vac¨ªo tras el derribo de un polideportivo que el ayuntamiento cedi¨® a los vecinos y que ahora est¨¢ lleno de vida y actividades. ¡°Es un ejemplo de c¨®mo deber¨ªa dise?arse una ciudad¡±, dice Manuel Pascual de Zuloark, uno de los colectivos implicados. ¡°No solo por arquitectos y dise?adores, sino tambi¨¦n por hortelanos, artistas, gestores culturales, vecinos...¡±. En este espacio, con muy poco (un huerto, un grifo, un proyector y unos enchufes) se hace mucho. Pascual habla de ¡°urbanismo t¨¢ctico¡±, algo as¨ª como una forma de construir ciudad con los medios realmente existentes.
Aunque el gobierno de Gallard¨®n cedi¨® el espacio ¡ªdespu¨¦s de que se usara en la Noche en Blanco 2010 que comisari¨® Basurama¡ª no se vio nunca por all¨ª a los antiguos gobernantes, seg¨²n relata Pascual. Que Manuela Carmena celebrara en El Campo de la Cebada algunos actos electorales ya anuncia una posible profundizaci¨®n en el apoyo este tipo de iniciativas ciudadanas por parte de Ahora Madrid.
¡°De todas formas¡±, recalca Pascual, ¡°aqu¨ª no se trata de buscar amigos y enemigos, esto no es cuesti¨®n de ideolog¨ªas: que los vecinos dispongan de una plaza para proyectar pel¨ªculas todo el mundo entiende que es bueno¡±. Lo que se necesita por parte de las instituciones es apoyo legal y tambi¨¦n econ¨®mico para que no se act¨²e en situaci¨®n de precariedad, seg¨²n explica.
?C¨®mo comunicarse entre unos y otros? Un espacio de entendimiento entre ciudadanos e instituciones es Citykitchen (algo as¨ª como una cocina de ciudad), un proyecto impulsado Zulorak e Intermediae en las instalaciones de Matadero, donde se celebran encuentros entre t¨¦cnicos del Ayuntamiento e iniciativas ciudadanas. ¡°Se trata de encontrar espacios h¨ªbridos entre administraci¨®n y ciudadan¨ªa¡±, dice Pascual. ¡°Por ejemplo, c¨®mo formar una oficina h¨ªbrida con t¨¦cnicos municipales y ciudadanos responsables, que responda a las demandas de la poblaci¨®n¡±.
En conclusi¨®n, podr¨ªa decirse que estamos ante un cambio de paradigma. ¡°Todas estas iniciativas forman parte de un sentimiento propio de la ¨¦poca en la que estamos viviendo¡±, resume L¨®pez-Aranguren, de Basurama. ¡°Estos cambios se dar¨¢n en todos los lugares, independientemente del quien gobierne en los ayuntamientos, es casi una necesidad universal en reacci¨®n al modelo previo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.