La diferencia entre torear y divertir
El Fandi y Paquirri cortan una oreja ante una floja corrida de Algarra.
Lo cierto es que la mayor¨ªa del p¨²blico que asisti¨® a la segunda corrida de la Feria de la Virgen Blanca sali¨® divertido, incluso muchos contentos por el espect¨¢culo que hab¨ªan visto y algunos hasta enfadados por no haber podido despedir a El Fandi en hombros. Es la realidad en la que vivimos. En la televisi¨®n triunfa cualquier discusi¨®n entre tronistas antes que un informativo en condiciones. Nos vale con el espect¨¢culo, aunque solamente sea envoltorio y no lleva nada adentro. Es la sociedad de cart¨®n piedra en la que nos movemos. Y la fiesta de los toros no puede ser algo aislado ni diferente. Los espectadores salieron contentos, pero no por el toreo visto, sino porque pasaron unas horas entretenidos en un festejo tan vistoso como falto de contenido.
Segunda de La Blanca
Seis toros de Luis Algarra, bien presentados, carentes de casta y sin fuerza.
Rivera Ord¨®?ez, Paquirri: estocada (silencio) y estocada ca¨ªda (oreja).
El Fandi: estocada desprendida (oreja con fuerte petici¨®n de la segunda) y metisaca en los bajos (saludos).
Sebasti¨¢n Castella: estocada ca¨ªda (palmas con leve petici¨®n) y pinchazo, estocada atravesada y descabello (saludos tras un aviso).
Un tercio de entrada.
Si falta el toro no hay fiesta. Y los astados de Luis Algarra carecieron de fuerza y acometida por lo que el festejo qued¨® en una puesta en escena. El toreo necesita emoci¨®n y vibraci¨®n en el ruedo, cualidades que conviertan en h¨¦roe y artista al que se viste de luces. Esta tarde careci¨® de ambas. Con toros inv¨¢lidos, el tercio de varas qued¨® en el olvido y la gente aplaudi¨® a picadores que ni llegaron a estirarse encima del caballo. Los de Algarra llegaron rendidos al segundo tercio y tanto el primero como el quinto debieron ser devueltos a los corrales. Pero estos toreros modernos son especialistas en disimular esta situaci¨®n e incluso llegaron a cortar dos orejas, que pudieron haber sido una por coleta de no haber fallado con la espada Castella en el sexto.
El franc¨¦s dej¨® los pocos momentos templados de la tarde en el que cerr¨® el festejo al dibujar algunos naturales con buen trazo despu¨¦s de un bonito inicio con pases pendulares. Rivera Ord¨®?ez fue un tratado del toreo moderno. Pareci¨® que quiso, lo intent¨® pero no acab¨® de concretar nada. Banderille¨® a su primero con facilidad y rehus¨® hacerlo en el cuarto. Y se mostr¨® efectivo en la suerte suprema. Claro que todo esto lo hizo sin enemigos; su primero, sin fuerzas, y el cuarto, parado, lo que le permiti¨® hacer numerosos desplantes y caricias a los pitones.
Y nadie se emocion¨®. El protagonismo se lo llev¨® El Fandi, que estuvo variado con el capote, lopecinas incluidas, acertado en banderillas y vistoso con la muleta, pero no dio ning¨²n muletazo templado ni pudo bajar la mano. En su primero cit¨® de lejos pero no se apret¨® en los embroques. En el quinto, al que tore¨® tanto de rodillas como de pies, fue un perfecto enfermero. La gente se divirti¨® pero el toreo es un espect¨¢culo que emociona, no que entretiene. Y si no hay emoci¨®n, el p¨²blico elegir¨¢ otro espect¨¢culo, mientras que si hay vibraci¨®n esta fiesta es ¨²nica e inigualable.
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