Chollos en primera l¨ªnea de pol¨ªgono petroqu¨ªmico
Almassora tiene las casas de costa m¨¢s baratas tras edificar junto a un foco industrial El Ayuntamiento retoma el proyecto de ¡®pantalla verde¡¯ para minimizar el impacto
Es f¨¢cil acabar desorientado en medio de un pol¨ªgono petroqu¨ªmico cuando lo que se intenta es acceder a la playa norte de Almassora (Castell¨®n) y su zona residencial. ¡°Pasa bastante¡±, dice un vigilante que indica el camino correcto: una estrech¨ªsima carretera que discurre pegada a la valla que separa la zona industrial (y sus inmensos tanques de crudo) de las viviendas unifamiliares costeras. Los m¨¢s cercanos est¨¢n a menos de 200 metros. Hileras de adosados que se erigen entre alquer¨ªas tradicionales. La tasadora Tinsa los ha se?alado en un reciente informe como las viviendas de playa m¨¢s baratas con 804 euros el metro cuadrado. Parte de sus vecinos han aprendido a vivir entre el mar y la industria.
La nueva corporaci¨®n ha retomado ahora el proyecto para crear una pantalla verde que minimice el impacto visual y sonoro y ha reclamado a la Generalitat, a las empresas del pol¨ªgono y al Ayuntamiento de Castell¨®n (municipio donde se levanta el polo industrial conocido como El Serrallo) que participen en la financiaci¨®n de un proyecto estimado en 5,2 millones de euros. Est¨¢ previsto que en los pr¨®ximos d¨ªas haya un encuentro con un representante de la Consejer¨ªa de Vivienda, Obras P¨²blicas y Vertebraci¨®n del Territorio. La intenci¨®n es crear un parque verde de unos 223.000 metros cuadrados que separe el pol¨ªgono de las viviendas, salvo aquellas que ya se encuentran dentro de este per¨ªmetro.
La costa de Almassora es un ejemplo de la desmesura del crecimiento urban¨ªstico en tiempos del boom. Hace a?os era una zona de naranjos en la que hab¨ªa medio centenar de viviendas tradicionales. El Ayuntamiento decidi¨® declararlo urbanizable en el plan general de ordenaci¨®n urbana de 1998. ¡°Se hizo para poder llevar todos los servicios b¨¢sicos a esas alquer¨ªas¡±, explica Xavier Trenco, hist¨®rico concejal de Comprom¨ªs. Pero a partir de 2003 comenz¨® la locura. Los vecinos vend¨ªan sus huertos a compradores interesados en esta zona ahora urbanizable, en la costa y a pocos minutos de Castell¨®n. Y comenz¨® la fiebre del ladrillo. Se urbaniz¨® de forma desordenada, ajustando las promociones de adosados al tama?o de la finca comprada al agricultor. Ello ha conllevado tal caos que se ejemplifica con un dato: en la urbanizaci¨®n solo hay una v¨ªa de un carril de salida y otra v¨ªa igual de bajada, pero ninguna carretera paralela a la costa que las comunique, as¨ª que para girar hay que rodear toda la zona. "Se ha pasado de 40 casas a 400 y los servicios no estaban pensados para tanto", afirma Trenco, quien asegura que, desde la oposici¨®n, intentaron frenar las construcciones.
¡°Fue una barbaridad, era uno de los suelos m¨¢s baratos de la zona, que ya contaba con los servicios (alcantarillado¡) y que encima ten¨ªa una edificabilidad brutal¡±, explica el arquitecto local Jordi Manrique. El plan aprob¨® que con solo una parcela de 200 metros cuadrados se pudieran edificar 170. Un caramelo para los constructores. ?l admite que su estudio perdi¨® clientes al negarse a trabajar en la zona. ¡°Ven¨ªan los promotores y les dec¨ªamos: ?Pero ustedes comprar¨ªan una casa all¨ª? Intent¨¢bamos convencerles de que no era la mejor opci¨®n, pero se vend¨ªa todo¡±, dice. El h¨¢ndicap era el pol¨ªgono conocido como El Serrallo, que naci¨® a finales de los a?os 60 en el l¨ªmite del t¨¦rmino de Castell¨®n y que proyect¨® su crecimiento al mismo tiempo que en la vecina Almassora se multiplicaban las promociones de viviendas. El polo petroqu¨ªmico acoge a industrias como Repsol, Iberdrola, UBE, CLH, Ecocat y BP que instaron a la Generalitat a paralizar un crecimiento urban¨ªstico que no respetaba el l¨ªmite (ahora anulado) de dos kil¨®metros de distancia. Fueron a?os de pol¨¦mica y movilizaciones vecinales que se han apagado con el tiempo. Las empresas pudieron ejecutar sus ampliaciones y el estallido de la burbuja paraliz¨® los nuevos proyectos. Ahora hay filas de adosados totalmente abandonados y vecinos que compraron una casa en la playa viviendo junto a las industrias y los tanques de crudo. Adem¨¢s del problema de movilidad. ¡°Es ca¨®tico, la ¨²nica ventaja es que est¨¢ ocupado al 30%¡±, dice Manrique.
¡°Mi hermana compr¨® sobre plano, le dijeron que el pol¨ªgono iba a ir fuera y ahora es tan grande que parece un pueblo¡±, afirma Mari Paz Jim¨¦nez, una vecina de Andorra que, junto con su madre, ha venido a pasar unos d¨ªas en esta zona. Dice que su hermana hace a?os que puso la casa a la venta, pero no la vende. Su madre recuerda el d¨ªa que su nieta grit¨® ¡®fuego¡¯ estando en la piscina al ver las antorchas del pol¨ªgono. ¡°Hay ruido, huele a gas y por las ma?anas nos despiertan las sirenas¡±, relata. No entienden c¨®mo se ha construido tan cerca.
Quienes compraron mayoritariamente fueron vecinos de la ciudad de Castell¨®n. ¡°Fue un fen¨®meno, las compraban como primera vivienda con la ventaja de estar en la playa¡±, explica un agente inmobiliario. Entonces no eran las m¨¢s baratas, aunque s¨ª si se comparaba con otras zonas de playa. Este agente asegura que se ha pasado de vender adosados de 160.000 euros a solo 70.000 (los anuncios lo confirman) y entiende que sean las m¨¢s baratas del litoral. ¡°Es una playa que est¨¢ entre dos muy buenas, esta es la m¨¢s floja, se ha construido mucho en una zona poco tur¨ªstica y, adem¨¢s, est¨¢ el pol¨ªgono, las vistas no son las mejores¡±, recalca. Sin embargo, asegura que sigue habiendo inter¨¦s en comprar. Es el caso de Marina, una vecina de Castell¨®n que pasea por la zona mirando las casas. Est¨¢ pensando en comprar. ¡°No me importa el pol¨ªgono, mejor que no estuviera, pero entonces no estar¨ªan a este precio¡±, sentencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.