La esperanza llega en s¨¢bado
Una veintena de voluntarios consigue alimentos para 100 familias necesitadas de Vallecas
A Mar¨ªa Doris Zuruaga no le importa levantarse antes que el sol. Lo lleva haciendo gran parte de sus 56 a?os, desde que viv¨ªa en el Naranjal, la aldea colombiana que ya casi no recuerda.
Ahora, cada dos s¨¢bados, sale de su piso en Torrej¨®n de Ardoz cada madrugada, a las cinco y media, para ir a pedir frutas y verduras a Mercamadrid. No lo hace sola, sino con una veintena de compa?eros de la asociaci¨®n Amigos Mira. Recorren la noche con chalecos reflectantes, para ser m¨¢s visibles, solicitando los alimentos que ocho horas m¨¢s tarde repartir¨¢n a 100 familias necesitadas de Vallecas.
Doris es menuda y camina encorvada hacia adelante. Se acerca a los comerciantes y pregunta si quieren hacer una colaboraci¨®n. "No, lo siento, no tenemos nada hoy", se escucha en la mayor¨ªa de los casos. El mismo ritual para los cerca de 70 puestos que hay en la nave. Hace casi un a?o que Doris dej¨® de cobrar la prestaci¨®n de 426 euros y empez¨® a recibir una vez al mes las bolsas de alimentos de la asociaci¨®n Mira. Desde entonces est¨¢ apuntada tambi¨¦n como voluntaria. ¡°La asociaci¨®n me ayudaba a m¨ª, as¨ª que pens¨¦ que yo tambi¨¦n pod¨ªa ayudar a los dem¨¢s¡±, explica mientras se desplaza entre los stands.?
Hay 450 familias en lista de espera para recibir los alimentos
A partir de las 10 decae el ritmo en Mercamadrid. El ajetreo de las primeras luces del d¨ªa y el vaiv¨¦n de camiones dejan paso a los ¨²ltimos compradores rezagados. "Es ahora cuando m¨¢s cosas nos dan, porque saben que no van a vender mucho m¨¢s", comenta C¨¦sar Pinz¨®n, el coordinador de la actividad. La furgoneta se va llenando con cajas de remolachas, calabazas, lechugas. No todo lo que reciben est¨¢ en buen estado. "Poco a poco hemos cambiado la mentalidad de los empresarios. Al principio solo nos daban cosas que estaban para tirar. Ahora, despu¨¦s de cuatro a?os viniendo, nos dan m¨¢s productos que est¨¢n bien", explica Germ¨¢n L¨®pez, presidente de la asociaci¨®n en Madrid.
En verano tienen que hacer hasta ocho viajes para transportar la comida hasta su local de Vallecas. Una vez all¨ª, todos los alimentos son lavados y arreglados antes de ofrec¨¦rselos a las familias. Despu¨¦s de cuatro horas de pie, pelando cebollas, el cansancio no se nota en Jorge Renter¨ªa, un colombiano de 55 a?os que viene desde Palencia cada fin de semana para ayudar. Los voluntarios reparten cada semana tres bolsas de comida: una de productos no perecederos que proviene del Banco de Alimentos y dos de frutas y verduras; en total, m¨¢s de 10 kilos.
Esta ayuda es esencial para Sa?da, ceut¨ª de 46 a?os, que debe mantener a su tres hijos de 10, 12 y 13 con los 283 euros que cobra al mes de prestaci¨®n m¨ªnima. "Sigo adelante por mis hijos, porque si no les saco yo, ?qui¨¦n lo va a hacer?".
La asociaci¨®n ayud¨® en 2014 a 1.900 personas, tiene 450 familias en lista de espera y cada semana avisa a entre 100 y 180, seg¨²n la cantidad de comida de la que dispongan. Esta vez no es el turno de Sa?da, pero no tiene nada en la nevera. "Lo tenemos que consultar", le responden. No siempre hay comida extra. Cuando aparece la voluntaria con las bolsas, Sa?da sabe que podr¨¢ pasar tranquila la semana, no tendr¨¢ que esperar hasta el pr¨®ximo turno.
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