Joan Vila, el celador de confianza
Mientras trabajaba en la residencia de ancianos La Caritat, en Olot, mat¨® a 11 ancianos
La vida en prisi¨®n le va bien al celador de Olot, Joan Vila. En Puig de les Basses (Figueres), comparte celda con Javier Molina. Vila mat¨® a 11 ancianos en poco m¨¢s de un a?o (entre agosto de 2009 y octubre de 2010). A algunos les dio una sobredosis de insulina; a otros, un c¨®ctel de pastillas, a tres mujeres las abras¨® con l¨ªquido desincrustante. Molina dispar¨® con su escopeta a un joven que pretend¨ªa robarle una planta de marihuana hace dos a?os. Adem¨¢s de la celda y de ser asesinos, ambos tienen en com¨²n al abogado Carles Monguilod.
El penalista visita cada semana al celador de Olot, que cumple 127 a?os de c¨¢rcel por matar a ancianos de la residencia La Caritat, donde trabajaba. ¡°Tuve una relaci¨®n con ¨¦l especial¡±, admite Monguilod. ¡°Es una persona de un trato amabil¨ªsimo, cordial y educado. Lo es conmigo y con todo el mundo¡±, elogia el abogado, que incluso le ha regalado en ocasiones alg¨²n libro. Vila tambi¨¦n era afable con las personas a las que asesin¨®. Sab¨ªa sus nombres, conoc¨ªa a sus familiares, se preocupaba por su salud e incluso pintaba las u?as a algunas de las mujeres a las que luego mat¨® de una forma cruel, oblig¨¢ndolas a beber productos c¨¢usticos.
¡°Es bondadoso y buena persona con la gente, pero dentro de su privacidad va volvi¨¦ndose m¨¢s peligroso hac¨ªa los dem¨¢s¡±, declar¨® durante el juicio ?lvaro Muro, coordinador de la Unidad de Hospitalizaci¨®n Psiqui¨¢trica de Catalu?a, que compar¨® sus cr¨ªmenes y el incremento de la violencia que empleaba con ¡°tener hambre y buscar comida¡±. ¡°La subida de endorfinas que produce la sensaci¨®n de tener poder sobre la vida y la muerte cada vez se busca m¨¢s y repitiendo los asesinatos cada vez se produce menos, por lo que hay que buscar otros m¨¦todos para que esa sensaci¨®n se produzca¡±, dijo. Hab¨ªa convertido La Caritat en un ¡°laboratorio de la muerte¡±.
Ficha t¨¦cnica del asesino
Datos personales: Joan Vila Dilm¨¦, de 50 a?os, trabaj¨® como celador en la residencia La Caritat de Olot, durante cinco a?os.
Tipolog¨ªa: Asesinatos continuados entre agosto de 2009 y octubre de 2010, en la residencia.
V¨ªctimas: 11 ancianos (9 mujeres y 2 hombres) de entre 80 y 96 a?os.
Perfil: Vila era un hombre al que le cost¨® asumir su homosexualidad. Cambi¨® frecuentemente de trabajo, hasta que encontr¨® su vocaci¨®n en el cuidado de ancianos. Viv¨ªa con sus padres en Castellfollit de la Roca, un peque?o pueblo de la Garrotxa.
M¨®vil: Vila aleg¨® que quer¨ªa aliviar a los ancianos "ayud¨¢ndoles a morir". Los psiquiatras que le examinaron aseguraron que encontraba placer controlando el tr¨¢nsito de la vida la muerte.
Su ca¨ªda: La ¨²ltima anciana a la que mat¨® muri¨® en el hospital, donde los m¨¦dicos vieron quemaduras sospechosas en la boca y el es¨®fago. Vila acab¨® confesando 11 asesinatos.
?Qu¨¦ fue de ¨¦l?: Cumple una pena de 127 a?os de prisi¨®n en la c¨¢rcel.
Ahora en la c¨¢rcel ¡°es un preso de confianza¡± que tiene ¡°muy buena relaci¨®n con los funcionarios¡± y que se ha adaptado a la perfecci¨®n. Despu¨¦s de pasar por la biblioteca, trabaja en la lavander¨ªa, participa en las actividades del centro y recibe semanalmente la visita de sus padres, Encarnaci¨®n y Ram¨®n, y de sus t¨ªas. ¡°Est¨¢ viviendo el d¨ªa a d¨ªa pensando que tiene una larga condena por delante¡±, resume Monguilod.
Haciendo memoria de lo sucedido, el investigador de los Mossos d'Esquadra, el inspector Josep Monteys, todav¨ªa se sorprende. ¡°En ning¨²n momento se te pasa por la cabeza algo as¨ª. Son cosas que ves por la televisi¨®n, un asesino en Irlanda que ten¨ªa a no s¨¦ cu¨¢ntas personas enterradas en el jard¨ªn... Pero no piensas que un hombre se dedique a matar a las personas mayores a las que cuida donde trabaja, aqu¨ª en Olot¡±.
Le avisaron un 18 de octubre de 2010, a las siete de la tarde, cuando ya estaba a punto de irse a su casa. Lo que al principio parec¨ªa la muerte natural de una octogenaria, Paquita Giron¨¨s, que viv¨ªa en una residencia, se hab¨ªa convertido en un posible homicidio. Ten¨ªa quemaduras en la boca y en el es¨®fago por haberse bebido un l¨ªquido que la hab¨ªa abrasado. Pero la mujer no se pod¨ªa mover, as¨ª que alguien ten¨ªa que hab¨¦rselo dado. Si hab¨ªa un asesino, estaba en aquella residencia. Empezaron por mirar las c¨¢maras de seguridad... ¡°Y vimos cosas raras, como que Vila se encerraba en la habitaci¨®n de la limpieza poco antes de la muerte¡±, recuerda.
Jugaron a tener m¨¢s informaci¨®n de la que pose¨ªan y sin necesidad de insistir demasiado, el celador confes¨® dos asesinatos a los Mossos aquella noche. Un mes despu¨¦s, cont¨® al juez que hab¨ªa matado en total a 11 personas. Su declaraci¨®n fue la mayor prueba contra ¨¦l porque los cuerpos estaban demasiados descompuestos cuando los desenterraron como para lograr conclusiones definitivas. En un ¨²ltimo intento por salvarle, su abogado trat¨® de sembrar la duda ante el jurado que le conden¨®: ¡°?Ha quedado probado, sin ning¨²n tipo de duda, que han muerto por causa homicida?¡±. Monteys no alberga ninguna duda: ¡°Creo que no exager¨®, que hizo lo que dijo y que quiz¨¢ hubo alguno m¨¢s que no se acuerda¡±.
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