Balada del barbero asesino
La leyenda sit¨²a en la actual calle Pou de la Figuera un famoso hostal por la calidad y lo barato de sus platos de carne
Son dos viejos caserones de la calle Pou de la Figuera, que entre tantas fincas modernas que los rodean parecen vivir un tanto apoquinados, entre la irreconocible calle de Serra Xic y los jardines conocidos popularmente como el Forat de la Vergonya. Solo con echar un vistazo, el transe¨²nte percibe en este lugar las huellas de aquellos ¡°esponjamientos¡± que se llevaron por delante tantas casas antiguas, y tantos vecindarios de toda la vida. Aqu¨ª la cosa empez¨® con un PERI ¡ªPlan Especial de Reforma Interior¡ª que ten¨ªa que restaurar un barrio hist¨®rico, y termin¨® con una colecci¨®n de bloques de apartamentos nuevos. Aunque de manera totalmente inesperada, tras violentos enfrentamientos con la Guardia Urbana los vecinos consiguieron ganar esta plaza p¨²blica, ¨²nico espacio verde de su barrio. Intuyo que en aquel mismo proceso debieron salvarse estas casas y el peque?o callej¨®n que hay entre ellas, protagonistas de una leyenda urbana sobre un barbero asesino, un fondista ambicioso y un mendigo justiciero.
Nos interesa fijarnos justamente en el estrecho corredor que sale de Pou de la Figuera, administrativamente su n¨²mero 14. Seg¨²n parece, antiguamente se hab¨ªa llamado de Massada o Massades, pero ahora tiene la misma placa que la calle con la que se cruza. La conseja popular quiere que en este mismo terreno hubo un hostal, en el que tuvo lugar un episodio sangriento. La historia tiene un parecido considerable con Sweeney Todd que fue follet¨ªn por entregas, obra de teatro, musical de Stephen Sondheim, y pel¨ªcula de Tim Burton. El argumento se repite en diversas narraciones europeas, como la decimon¨®nica El pastelero de carne humana y el barbero asesino, que situaba la acci¨®n en el Par¨ªs del siglo XV. Una trama que tambi¨¦n se encuentra en Espill o Llibre de les dones de Jaume Roig, que lo situaba en la misma ciudad y siglo. En Roig no estaba el barbero, pero ya se suger¨ªan todos los temas principales, desde la venta de pastelillos de carne, hasta el mecanismo que abr¨ªa una trampilla por la que ca¨ªan las v¨ªctimas camino del horno. Incluso coincid¨ªa con el personaje femenino (en Sweeney Todd la se?orita Lovett), que aqu¨ª era una posadera parisina y sus hijas. Finalmente las deten¨ªan cuando un cliente encontraba un dedo dentro de un pastel, Seg¨²n este autor, ¡°de las tripas hac¨ªan salchichas y longanizas, las m¨¢s ricas y finas del mundo entero¡±, y en una fosa ¡°honda como un pozo, met¨ªan los huesos descarnados, las piernas y las cabezas¡±.
El barbero se encargaba de elegir a las v¨ªctimas entre sus clientes m¨¢s desfavorecidos
Este tipo de historias se insertan en las narraciones de ¡°hoster¨ªas rojas¡±, que recuerdan el canibalismo ocasional practicado en el continente europeo en momentos de grandes hambrunas. En estos cuentos se habla de un hospedero que roba y asesina a sus clientes, y despu¨¦s cocina su carne para sus ignorantes comensales. No deja de ser una variante del ogro de Hansel y Gretel que recuerda los a?os de la Alta Edad Media, ¡°cuando los fuertes devoraban a los d¨¦biles, los descuartizaban, los asaban y se los com¨ªan¡±, en terror¨ªfica descripci¨®n del monje medieval Raoul Gabler.
La versi¨®n barcelonesa cuenta que exist¨ªa un famoso hostal en la calle del Pou de la Figuera, conocido por la calidad y lo barato de sus platos de carne. La clientela no lo sab¨ªa, pero el secreto de aquel delicioso sabor estaba en la materia prima. Seg¨²n Joan Amades (uno de los que recogi¨® esta leyenda), ¡°la carne humana tiene un sabor muy delicado, superior a cualquier otra¡±. El hostal compart¨ªa finca con una barber¨ªa, y ambos empresarios se hab¨ªan asociado. El barbero se encargaba de elegir a las v¨ªctimas entre sus clientes m¨¢s desfavorecidos, aquellos de los que nadie fuese a notar su desaparici¨®n; les degollaba y lanzaba sus cuerpos a un s¨®tano, donde el hostelero los troceaba y cocinaba.
Todo iba a pedir de boca, hasta que el barbero tuvo la mala idea de invitar a un afeitado a un vagabundo que pasaba por la calle. El buen hombre acept¨® de buen grado, pero un mal presentimiento le tuvo alerta. Cuando el f¨ªgaro iba a darle su tonsura mortal, el mendigo detuvo el tajo. Forcejearon y el criminal cay¨® por la trampilla, siendo escabechado y estofado por su c¨®mplice que no lo reconoci¨®. El trotamundos pudo escapar y alert¨® a la polic¨ªa. Fruto de aquella denuncia, el fondista fue ejecutado y el hostal derribado para borrar su memoria. Y de aquella demolici¨®n surgi¨® este callej¨®n sin salida.
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