El nuevo avatar de Mas
Artur Mas no quiere que se sepa qu¨¦ es ni qui¨¦n es, como si ya no fuera una presencia sino una dominaci¨®n que est¨¢ en todas partes y no tiene rostro
Para no repetir el hundimiento experimentado en las elecciones auton¨®micas del 2012, y evitar el rid¨ªculo, Artur Mas ha cambiado de estrategia y, en lugar de aparecer investido de oropeles b¨ªblicos ¡ªcomo Mois¨¦s, como el Gu¨ªa, como el Gran Timonel que emprende con mano firme y una sonrisa de vencedor la traves¨ªa del desierto hacia la tierra prometida¡ª ha mudado de ser y, para ocultar que es el autor de las prodigiosas calamidades de los ¨²ltimos a?os, ha preferido acogerse en el seno de las esencias budistas. M¨¢s all¨¢ de que su realidad es enorme, de que lo es tanto que parece irreal ¡ªy de que la inmensidad de sus devastaciones no son un recuerdo: son palpables¡ª, ahora ha optado por investirse de Desencarnado, de Impersona, como el Iluminado que los budistas de los primeros siglos no pod¨ªan representar de ninguna otra forma que no fuera a trav¨¦s de sus atributos.
En este nuevo avatar, Artur Mas no quiere que se sepa qu¨¦ es ni qui¨¦n es, como si ya no fuera una presencia sino una dominaci¨®n que est¨¢ en todas partes y no tiene rostro. Ha sabido jugar con destreza las cartas que le ofrec¨ªa el periodo vacacional ¡ªausente, ha sobrevolado la tierra gracias a las lecciones impartidas por sus monjes, tanto los mansos como los d¨ªscolos¡ª, pero la precipitaci¨®n lo ha traicionado una vez m¨¢s y no ha logrado entender que el acto de acechar, por su naturaleza, es secreto, y que, ante la peculiar concatenaci¨®n de paciencia e impaciencia que caracteriza a todo individuo en este estado, es aconsejable que se emboce en el secreto como en otra piel y permanezca largo tiempo a su abrigo.
Pero as¨ª como hay quien ejecuta su obra sin margen de error, con ¨ªmpetu, implacablemente, logrando que todo, lo m¨¢s variado, contribuya a su m¨¢ximo prestigio, tambi¨¦n hay otros que parece que sigan una inalterable obstinaci¨®n que jam¨¢s cambia y, cuando les llega el momento de actuar, sin que les tiemble las piernas, eligen siempre la peor opci¨®n entre todas las alcanzables.
Artur Mas pertenece a esta segunda categor¨ªa, y su deseo de acudir a la Diputaci¨® Permanent del Parlament para explicar el secreto por el cual anticip¨® las elecciones catalanas ¡ªtantos d¨ªas despu¨¦s de su convocatoria¡ª debe interpretarse menos como un abuso de poder ¡ªal fin y al cabo, servirse de su cargo para intereses partidistas es la t¨®nica de sus mandatos¡ª que como una falta de coraje para asumir su condici¨®n de Desencarnado.
No cabe duda de que su prop¨®sito era reaparecer ataviado de mago y que, tras someter a duras pruebas la misteriosa oquedad de su esp¨ªritu durante su retiro, volver¨ªa a ilustrar el secreto del separatismo con un discurso donde el vac¨ªo se revelar¨ªa como desorientaci¨®n y ¨¦sta como movimiento, un movimiento que, por carecer de direcci¨®n, ser¨ªa similar a una inmovilidad fren¨¦tica. Pero con los ¨²ltimos acontecimientos, con el registro policial de la fundaci¨®n de CDC, en su pr¨®xima comparecencia Artur Mas deber¨¢ mostrar que posee tambi¨¦n el arte de transformarse en un curandero, capaz de rechazar el mal y de convencer a sus ac¨®litos que nada malo llega de por s¨ª, que todo es provocado por un hombre o un esp¨ªritu mal intencionado. Para un nacionalista, cualquier cosa que otros llamar¨ªan causa, entre ellos es culpa.
Ya sea con la m¨¢scara de Mois¨¦s, con la invisibilidad del Iluminado, con el atav¨ªo de mago o curandero, la principal desventaja o adversario de Artur Mas es su ineptitud ¡ªy sorprende que sea mucho mayor de la que pod¨ªa esperarse en un hombre de su edad¡ª, tal vez su ignorancia, pero tras su dimisi¨®n en la noche del 27-S, despu¨¦s del obligado duelo pol¨ªtico, dispondr¨¢ de tiempo suficiente para leer con tranquilidad y conocer que la ra¨ªz de su tragedia es semejante a la que sufri¨® el presidente del senado de Dresde hacia finales del siglo XIX, Daniel Paul Schreber, y que narr¨® en un libro de memorias altamente alabado por Canetti, Foucault y otros. No existe traducci¨®n catalana, pero s¨ª una versi¨®n en castellano publicada en Madrid el a?o 2003 por la Asociaci¨®n Espa?ola de Neuropsiquiatr¨ªa.
Pon? Puigdevall es escritor y cr¨ªtico literario.
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