Man¨¢ no es para ¡®hipsters¡¯
El grupo mexicano llena el Barclaycard Center con su vocaci¨®n global, comprometida y festiva
Para amantes de las bases del pop encaminadas a la riqueza del mestizaje. Para eternos y extensos miembros de las enormes sectas que adoran a un tiempo a los Beatles, los Rolling Stones, Police, U2, Rub¨¦n Blades, Carlos Santana o Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez¡ Rock acariciado por salsa, funk metiendo mano al calipso, rythm and blues morreandose sensualmente con saliva de reggae.
En resumen, Man¨¢ no se invent¨® para hipsters. Su vocaci¨®n es global, comprometida, festiva. Nada exclusiva, absolutamente inclusiva. Son ritmo, rito, un certero reverso de luz que esgrimir con potencia contra las tinieblas de personajes como el pat¨¦tico xen¨®fobo Donald Trump. Una apoteosis del di¨¢logo musical. S¨ªmbolo del triunfo y la vocaci¨®n para unir culturas que derrite fronteras entre el norte y el sur, una medicina contra la pornograf¨ªa de los excluyentes. Porque la m¨²sica de Man¨¢ abraza, congrega, acoge, como demostraron ayer en la primera de sus dos actuaciones en Madrid.
Fue en el Barclaycard Center, antiguo Palacio de los Deportes. Tras paradas con ¨¦xito en Tenerife, A Coru?a, Benidorm, M¨¢laga y con visitas pendientes a Barcelona y Bilbao. All¨ª cerrar¨¢n la gira que les ha llevado a presentar en Espa?a su ¨²ltimo disco, ¡®Cama incendiada¡¯, tras arrasar en Estados Unidos y con Am¨¦rica Latina en el horizonte de oto?o.
Plantearon un espect¨¢culo de entrada sobrio, que fue creciendo en sofisticaci¨®n a medida de lo que sus puntos fuertes en cada momento necesitaban. De un escenario sin grandes alharacas part¨ªan proyecciones en alta definici¨®n, crucifijos de luz y una cama alejada en el centro del aforo, que a las dos horas de concierto utilizaron para retozar con los coros del p¨²blico para varios ¨¦xitos como Vivir sin aire, Bendita la luz, Mariposa traicionera.
Pero antes hab¨ªan dado buena muestra de su vocaci¨®n perfeccionista en la b¨²squeda de la espontaneidad. Abrieron con la novedad de Tu prisi¨®n, desde el segundo tema decidieron poner al p¨²blico en pie al ritmo de Coraz¨®n espinado. Muy cerca del principio sonaba lo que suele ser su traca final: Perdido en un bar y antes de la mitad, El muelle de San Blas o Mi verdad, su nuevo ¨¦xito con vocaci¨®n de cl¨¢sico compartido junto a Shakira. S¨®lo restaba escalar.
Y as¨ª lo hicieron en su soberbio estado de gracia cuando poco les queda para cumplir 30 a?os de carrera. Quien no sepa bien lo que significa la palabra espect¨¢culo no tiene m¨¢s que asistir a un solo de bater¨ªa a manos de Alex Gonz¨¢lez para dotar el t¨¦rmino de sentido. Quien desee experimentar lo que supone un cruce de virtuosismo a la guitarra, una especie de criatura saliente de una p¨®cima que re¨²na a Carlos Santana con Ritchie Blackmore o Jimmy Page, no tiene m¨¢s que disfrutar la asombrosa madurez en el instrumento de Sergio Vall¨ªn.
Fher Olvera contin¨²a dominando sus dotes de gur¨². Generoso en el racionamiento de su liderazgo, consciente de que Man¨¢ est¨¢ compuesto por cuatro partes que en s¨ª constituir¨ªan individualidades de altos vuelos, incluido el bajo de Juan Calleros, Olvera aglutina, dialoga, enciende al p¨²blico y se aparta caballerosamente del foco cuando la ocasi¨®n lo requiere.
As¨ª que Man¨¢ crece y conforma un perfecto artefacto de expresi¨®n popular en espa?ol, nacida en M¨¦xico, para servir de espejo m¨²ltiple en su dominio de la cultura de masas por todo el mundo. No se muestran en absoluto en decadencia, han sabido perdurar y al tiempo reinventarse en su asombroso coctel de diferentes procedencias perfectamente armadas. Larga vida a los de Guadalajara. La merecen.
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