¡°Estaba en la lista de enemigos de Bachar el Asad¡±
Kamal, refugiado sirio, relata su dram¨¢tico ¨¦xodo hasta Espa?a y denuncia la falta de ayudas gubernamentales. Ahora conf¨ªa en la solidaridad de las familias acogedoras
Kamal, es un joven sirio de 27 a?os que tard¨® cinco d¨ªas en recorrer a pie, en pleno invierno, a trav¨¦s de la nieve, los 135 kil¨®metros que separan Damasco de Beirut, en L¨ªbano. ¡°Una de las noches, tuvimos que escondernos en un r¨ªo, con el agua helada hasta el cuello, y muertos de fr¨ªo hasta que pudimos retomar el viaje¡±, recuerda. El trayecto lo hizo de noche, para evitar los puestos fronterizos (hasta ocho) y las emboscadas de los milicianos. Muestra en su m¨®vil, una de las pocas pertenencias que conserva, las fotos de su aldea, a pocos kil¨®metros de Damasco y que prefiere no hacer p¨²blica, ya que su padre y su hermano siguen atrapados sin poder salir de all¨ª. En las im¨¢genes puede verse a un joven estudiante de Medicina, lleno de vida. Ahora, su mirada est¨¢ apagada ¡°es la guerra¡±, explica. Ten¨ªa 23 a?os cuando estall¨® el conflicto en Siria en 2011. Recuerda que cursaba su segundo a?o de Medicina en la Universidad de Damasco, cuando vio morir a su amigo. ¡°Una bala aqu¨ª ¡ªse?ala¡ª en medio de los ojos¡±.
Barcelona registra 594 solicitudes de asilo en 2015
El pasado a?o se presentaron 6.000 solicitudes de asilo en Espa?a, seg¨²n datos de CEAR (Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado). Tan solo se concedieron 1.600. En Catalu?a, el n¨²mero peticiones ascendi¨® a 786, de las cuales 690 fueron en Barcelona; 83 en Girona; 12 en Lleida, y 1 en Tarragona. En 2015, en lo que va de a?o, se han registrado 594 solicitudes en Barcelona. Los refugiados no pueden pedir asilo hasta salir de su pa¨ªs. Una vez que lo consiguen comienza el periplo burocr¨¢tico para conseguir un visado hasta Europa. La mayor¨ªa, termina accediendo por v¨ªas ilegales, por las que pagan enormes sumas de dinero y donde muchos acaban arriesgando sus vidas.
Kamal decidi¨® entonces volver a su aldea para montar un hospital de campa?a, junto a tres de sus compa?eros de la universidad para ofrecer asistencia m¨¦dica a sus familiares y amigos. ¡°No es religi¨®n, ni es ideolog¨ªa, eran mis vecinos los que estaban muriendo en esa guerra¡±, relata. Su aldea, en 2013 estaba pr¨¢cticamente derruida y la mitad de sus vecinos hab¨ªan intentado huir de el pa¨ªs. Tuvieron que recurrir a traficantes para conseguir material sanitario de aldeas vecinas, para poder atender a los heridos. ¡°Con los bombardeos, nos qued¨¢bamos sin luz, as¨ª que ten¨ªamos que utilizar generadores para poder trabajar en condiciones. Tambi¨¦n hab¨ªa cortes en los suministros del agua. ¡°Hasta cinco d¨ªas estuve una vez sin ducharme. ?Te imaginas, un m¨¦dico sin ducharse?¡±, bromea Kamal.
Su odisea le cost¨® muy cara. Tanto que tuvo que huir de el pa¨ªs. ¡°No fue la guerra la que me expuls¨®, fue la publicaci¨®n de mi nombre en las listas de enemigos del r¨¦gimen¡±, relata. Kamal consigui¨® llegar en 2014 a Madrid y m¨¢s tarde a Barcelona, gracias a una carta de invitaci¨®n de su prima, que le permiti¨® hacerse con un visado de turista. Este a?o empezar¨¢ de nuevo la carrera de Medicina en Santiago Compostela. La universidad le ha conseguido una beca. Tuvo que presentarse a las pruebas de selectividad, como culaquier estudiante espa?ol porque no le convalidaban ninguna asignatura de la Universidad de Damasco. No tiene ayudas del Gobierno y tampoco sabe d¨®nde podr¨¢ quedarse alojado. "So?aba con salvar vidas y ahora solo espero salvar la m¨ªa", explica el joven.
La carta de invitaci¨®n
Una de las v¨ªas para llegar hasta Europa es la carta de invitaci¨®n. Tiene que ser emitida desde el pa¨ªs al que se quiere llegar y la persona que solicitante debe demostrar que tiene un lugar para alojar al invitado, seguridad social y una cierta cantidad de dinero para hacer frente a los gastos del huesped al que recibe. La carta de invitaci¨®n facilita que se expedite un visado de turista
El resto de v¨ªas consisten en un el visado de estudiante, es decir, la persona que quiere llegar hasta el pa¨ªs destino debe contar con una beca o matr¨ªcula que demuestre que estudiar¨¢ en el lugar solicitado. Por ¨²ltimo, la tercera v¨ªa que permite obtener un visado para viajar ser¨ªa disponer de una cuenta bancaria con dinero en el pa¨ªs destino.
Dos millones de refugiados sirios se han visto obligados a escapar hacia L¨ªbano, Como Kamal, pero tambi¨¦n hasta Egipto y Turqu¨ªa. Una vez all¨ª, piden el visado en las embajadas para poder llegar a Europa. Los refugiados no pueden pedir asilo en su pa¨ªs de origen, seg¨²n recoge el Decreto de Dubl¨ªn III de la UE, por ello acaban arriesgando su vida solo para salir de su pa¨ªs. La mayor¨ªa debe hacer frente a enormes cantidades de dinero para poder llegar a Europa. ¡°Solo para ir a Beirut, desde Damasco, puedes llegar a pagar hasta 1.000 d¨®lares. Para llegar hasta Europa, la cantidad puede subir hasta los 20.000-30.000 d¨®lares¡±, explica Mohammad, de 38 a?os. Es int¨¦rprete de ingl¨¦s y conoce doblemente el significado de ser refugiado. Naci¨® en Siria, en un campo de refugiados palestinos. Consigui¨® salir del pa¨ªs en 2013 y ahora vive en Barcelona, junto a su pareja Nadja. ¡°Muchas familias tienen que vender todo lo que tienen, a un ¨ªnfimo precio para reunir la cantidad que cobran los traficantes de personas¡±, explica Mohammad. ¡°Es incomprensible que no se nos ayude a salir y que una vez que lo conseguimos nos pongan tantas trabas para poder llegar a Europa¡±, se lamenta.
Firas es arquitecto y tambi¨¦n vive en Barcelona. Conf¨ªaba en que las cosas le ir¨ªan mejor una vez que llegase a Europa. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Este joven palestino jordano de 27 a?os ha conseguido una beca de la Academia de Artes de Viena, la m¨¢s prestigiosa de Europa y a la que se postulan cada a?o unos 2.000 alumnos. Pese a ser el segundo de su promoci¨®n, no puede viajar a Austria. La tarjeta roja se lo impide.
Este documento, la ¨²nica identificaci¨®n que tienen los refugiados hasta obtener el permiso de residencia, no le permite salir de Espa?a. El tiempo fijado para conseguir la residencia es de un a?o, pero la mayor¨ªa de las veces la espera se prolonga hasta tres. Las clases en la Academia empiezan en octubre y Firas ha tenido que renunciar al asilo para que le devuelvan el pasaporte y poder viajar a Viena. Hace 45 d¨ªas que espera, pero lo tiene claro: llegar¨¢ a Viena aunque tenga que ser de manera ilegal. ¡°Se asombran cuando mueren 70 personas en un cami¨®n para llegar hasta Viena, o cuando los refugiados se ahogan en el mar para alcanzar Grecia¡±, explica Firas. ¡°Llevamos mucho tiempo de un lugar a otro, intentando conseguir los mismos derechos que un ciudadano europeo. Estamos muy cansados y no pararemos hasta conseguir nuestros sue?os¡±, a?ade el joven palestino.
Adelant¨¢ndose a las instituciones, la sociedad se moviliza para acoger a los refugiados
Tanto Firas como Mohammad denuncia la falta de recursos y ayudas gubernamentales para integrar a los refugiados. Los refugiados, con la tarjeta roja, tiene la opci¨®n de estar en un CAR, Centro de Acogida de Refugiados, o un piso de acogida, donde pueden quedarse hasta un m¨¢ximo de un a?o, con alojamiento, comida, cursos de formaci¨®n y bolsa de trabajo. Sin embargo, las ayudas suelen reducirse al alojamiento y a una contribuci¨®n econ¨®mica mensual, que var¨ªa dependiendo de las comunidades, pero que no supera los 200 euros mensuales. La Comisi¨®n Europea aprob¨® el pasado agosto destinar 521, 7 millones de euros a Espa?a en el marco de su programa de migraci¨®n y asilo. Despu¨¦s de Grecia,el segundo estado de la UE que recibe m¨¢s dinero a este fin. "Llegamos aqu¨ª queriendo olvidar la guerra y nos encontramos otra guerra, en este caso burocr¨¢tica, para conseguir el mismo trato que el resto de los ciudadanos", reprocha Mohammad. Los dos j¨®venes mantienen que es necesario que las instituciones empoderen y den voz al colectivo de refugiados en la toma de decisiones, algo que seg¨²n manifiestan todav¨ªa no ha ocurrido. "Es como si para resolver los problemas de g¨¦nero solo tengas en cuenta la opini¨®n de los hombres, y no de las mujeres. No tiene sentido", explica Firas
¡°No puedo olvidar la imagen del ni?o ahogado en la playa¡±
Sin embargo, la lentitud de los Gobiernos a la hora de ayudar a los refugiados choca con el creciente movimiento de solidaridad por parte de la sociedad civil. Los ciudadanos espa?oles est¨¢n moviliz¨¢ndose, al margen de las instituciones, para mostrar su solidaridad hacia los refugiados.
Noem¨ª tiene 38 a?os. Es contable fiscal en una empresa del centro de Barcelona y hace 17 meses, los que tiene Mia ¡ªsu ¨²nica hija¡ª se mud¨® a una casita en Rub¨ª. Su marido, Adri¨¤ (38), es editor de imagen y durante a?os pudo dedicarse a su profesi¨®n. Con la crisis, y la llegada de una hija, tuvo que renunciar a su profesi¨®n para encontrar trabajo, despu¨¦s de que su empresa cerrara, en una tienda dedicada a tierras de cultivo. Es una de las muchas familias que se est¨¢n movilizando en Barcelona y abriendo su hogar para acoger a refugiados sirios. ¡°No puedo quitarme de la cabeza la imagen del ni?o sirio ahogado en una playa turca. Abro los ojos por la ma?ana y me imagino que podr¨ªa ser mi hija¡±, explica Noem¨ª. Tienen un piso de 80 metros cuadrados con tres habitaciones, una de ellas destinada a las visitas familiares. La tercera est¨¢ vac¨ªa porque la peque?a todav¨ªa duerme en la habitaci¨®n de sus padres y es la que ofrecen para acoger a un refugiado. ¡°Nos sent¨ªamos impotentes con lo que est¨¢ pasando. Llevan a?os de guerra y muerte. Es lo m¨ªnimo que podemos hacer¡±, lamenta.
En la ¨²ltima semana, miles de ciudadanos catalanes est¨¢n tomando la inicativa, adelant¨¢ndose a las acciones institucionales. Gabriela, una joven ecuatoriana, habilit¨® un registro de voluntarios a trav¨¦s de las redes sociales. Para no duplicar tareas, se puso en contacto con la plataforma Bienvenidos Refugiados, que dirige Jes¨²s Manzano en Madrid. La red permite registrar y listar cada una de las iniciativas para redirigirlas a nivel local. Su proyecto ha recibido ya m¨¢s de 6.000 ofertas de colaboraci¨®n.
Ismael de 36 a?os, gestiona de forma altruista un refugio de animales abandonados en Pirineo junto a su pareja. Viven con una pensi¨®n de 500 euros pero est¨¢n dispuestos a acoger a quien lo necesite. ¡°Aqu¨ª tendr¨¢n comida, techo y podr¨¢n disfrutar de la calma de la monta?a. Donde comen dos, comen tres¡±, afirma Ismael.
"Soy mileurista y mi pareja est¨¢ en el paro", explica Chus Guinardo, una joven catalana de 35 a?os. "Tenemos un piso modesto de 60 metros cuadrados, pero estamos dispuestos a acoger a quien lo necesite". En Badalona, Noelia de 32 a?os, trabaja como chef en uno de los restaurantes m¨¢s concurridos de la ciudad. Junto a su jefe, Jos¨¦ Gonz¨¢lez, ofrecen destinar uno de los salones del local para transformarlo en un comedor para los refugiados. "No tengo sitio en casa, vivo de allquiler con mis dos hijos, pero s¨ª podemos cocinar para las familias". Han hecho llegar su propuesta tanto al Ayuntamiento de Barcelona como de Badalona y a la espera de una respuesta aseguran que tambi¨¦n est¨¢n dispuestos a desplazarse a la capital catalana para llevar comida, dos o tres veces por semana. "No podemos ignorar lo que est¨¢ pasando, sino ?Qu¨¦ ejemplo le estamos dando a nuestros hijos?", lamenta Noelia.
M. resiste en un piso de acogida en Sabadell
M. es un refugiado sirio de 24 a?os. No tiene familia en Catalu?a, solo en Holanda. Su primer destino en Europa fue Espa?a. Intent¨® viajar hasta los Pa¨ªses Bajos para reunirse con su hermana, pero s¨®lo contaba con la tarjeta roja, un documento provisional expedido por el Gobierno que no le permite viajar. Es la ¨²nica identificaci¨®n con la que cuentan los refugiados hasta que se les concede la residencia.
Con la tarjeta roja, un refugiado tiene la opci¨®n de estar en un CAR, Centro de Acogida de Refugiados, o un piso de acogida, donde pueden quedarse hasta un m¨¢ximo de un a?o, con alojamiento, comida, cursos de formaci¨®n y bolsa de trabajo, aunque s¨®lo se suele cumplir la primera condici¨®n, el alojamiento. M. reside en un piso de acogida en Sabadell, pero ahora le obligan a irse porque no se le renueva la pr¨®rroga de estancia.
Rafael Jariod vive en Vilanova y es uno de los impulsores la ONG CCong, de ayuda al desarrollo, y ofrece tambi¨¦n su casa en Teruel para acoger a dos familias. Desde Galicia, Eliane quiso contactar con Barcelona, la primera ciudad en potenciar la propuesta de ciudad refugio en Espa?a, para saber c¨®mo pod¨ªa ayudar, esta joven bi¨®loga espa?ola de padre belga, imparte clases d eingles y franc¨¦s en la ciudad de Vigo y ofrece la posibilidad de alojar a dos familias en su casa. "Mi madre y yo tenemos dos habitaciones libres en las que querr¨ªamos acoger a familias de refugiados que no tengan un lugar donde quedarse", ofrece Eliane.
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