¡°??guila pescadora sobre tu cabeza!¡±
Salida a observar aves con grandes expertos internacionales en el marco del Delta Birding Festival
¡°??guila pescadora sobre tu cabeza!¡±. Quien ha visto al bicho, imponente en su vuelo junto a la laguna, y se?ala su localizaci¨®n en el cielo con el c¨®digo t¨ªpico de los aviadores de guerra, como har¨ªa un ametrallador de cola de un Lancaster ante la aparici¨®n de cazas nazis (¡°?Bandidos a las doce!¡±), es nada menos que Dick Forsman, Big Man en el mundo de la ornitolog¨ªa, uno de los mayores expertos mundiales en la identificaci¨®n de rapaces. Forsman, al que los aficionados le piden que les firme sus libros como si fuera Ken Follet, es uno de los expertos internacionales que ha reunido en el Delta del Ebro este fin de semana el II Delta Birding Festival, un evento realmente interesante y simp¨¢tico consagrado a difundir el inter¨¦s por las aves.
En el marco de la convocatoria, muy exitosa, el viernes tuvo lugar una salida de renombrados birdwatchers ¨Cun grupo al que un profano podr¨ªa calificar de bastante friki- por zonas protegidas del delta a las que normalmente no es posible acceder. Este enviado especial pudo colarse excepcionalmente en el emocionante safari aviar y codearse con los grandes cracks de la materia para, adem¨¢s de ver cosas sensacionales, observar a los observadores; tratando de paso de no hacer demasiado el rid¨ªculo. Y no era f¨¢cil, pues en la veintena de individuos de indumentaria bastante exc¨¦ntrica y armados con la panoplia de binoculares, telescopios y c¨¢maras (y conocimiento pajaril) m¨¢s formidables que quepa imaginar no hab¨ªa ni uno que no distinguiera de un vistazo ¨C?o incluso por el canto!- un papamoscas cerrojillo de uno com¨²n, o una gaviota de Audouin de una de estar por casa.
Quien firma estas l¨ªneas aguardaba de madrugada para unirse al selecto grupo. Lo hac¨ªa en un desierto lugar de la urbanizaci¨®n Eucaliptus, junto a una m¨¢quina de coca-colas y otra que expend¨ªa cebo vivo para pesca, y con una garza de pl¨¢stico y un enano de jard¨ªn por toda compa?¨ªa. Comenzaron a llegar sigilosamente los expertos. Un joven atractivo con aspecto de volver de marcha result¨® ser el asturiano Dani L¨®pez-Velasco, uno de los m¨¢s reputados gu¨ªas de viajes para ver p¨¢jaros del mundo, de la empresa Bird Quest, reci¨¦n llegado de Pap¨²a y de aventuras sin cuento ¨Cen una ocasi¨®n les detuvo la observaci¨®n de casuarios y pergoleros una guerra tribal-. Ah¨ª estaba el ornit¨®logo Jos¨¦ Luis Copete, que me hab¨ªa prometido un mart¨ªn pescador (?y vaya si cumpli¨®). En un momento ya form¨¢bamos una partida abigarrada y mientras despach¨¢bamos un desayuno r¨¢pido las conversaciones se llenaban de plumas, emoci¨®n y expectativas. Joan Ferrer, hablaba de ping¨¹inos y albatros atisbados all¨¢ en las remotas Kerguelen. El israel¨ª Hadoram Shirihai, otra de las estrellas del Delta Birding Festival, lo hac¨ªa del controvertido descubrimiento en Om¨¢n de una nueva especia de c¨¢rabo, que ya es tema para despertarse.
Me toco ir en coche con Forsman, que es finland¨¦s aunque parece un White Hunter brit¨¢nico y a m¨ª me recuerda poderosamente a John Buxton, el h¨¦roe de los comandos que, capturado en Noruega en 1940 se gan¨® una reputaci¨®n como gran ornit¨®logo a partir de sus observaciones en un campo de prisioneros alem¨¢n en Baviera. Enfilamos la playa del Trabucador entre los esplendores azules y rosados de un amanecer panor¨¢mico. En la primera parada, en las Salines de la Trinitat, observamos las gaviotas de Audouin, la colonia m¨¢s grande del mundo, de 5.000 parejas. Empezaba el show. Los birdwatchers desplegaron sus telescopios con tr¨ªpodes, sus teleobjetivos de gran calibre, su sabidur¨ªa y su pasi¨®n. Forsman y Shirihai se?alaban que, una vez vistas tan bien las Audouin, quiz¨¢ habr¨ªa que redibujarlas en las gu¨ªas.
En la segunda parada, internados profundamente en la reserva de la Banya, el finland¨¦s localiz¨® dos ¨¢guilas pescadoras, un cern¨ªcalo, un aguilucho cenizo, una avoceta, una aguja colinegra y dos esp¨¢tulas. Mientras, Copete identificaba una lavandera boyera por la voz, Jordi Sargatal una subespecie de cormor¨¢n mo?udo por una pluma en el suelo y David Bigas, t¨¦cnico del parque, descubr¨ªa un halc¨®n peregrino en la barandilla del faro que no habr¨ªa visto ni un ojeador bant¨², ?qu¨¦ t¨ªo! ?ramos un grupo enteramente masculino ¨Clas mujeres, por lo visto, est¨¢n entrando m¨¢s lentamente en este mundo, parecen preferir los cet¨¢ceos y los monos, que les recordar¨¢n a nosotros-, aunque en vez de hablar de t¨ªas la conversaci¨®n derivaba hacia la ¨¦poca de llegada del mosquitero bilistado. Alguien recordaba con ¨¦nfasis haber fotografiado el d¨ªa antes un charr¨¢n patinegro muy raro, ¡°probablemente un h¨ªbrido¡±, lo que dio pie a una animada discusi¨®n, interrumpida abruptamente cuando yo, contagiado del entusiasmo general, grit¨¦: ¡°?jope, un pato!¡±, lo que me granje¨® miradas de conmiseraci¨®n y alguna ceja levantada. Decid¨ª no volver a abrir la boca si no era para decir ¡°zampull¨ªn cuellinegro¡±. Copete, buen amigo, me brind¨® un somormujo en su telescopio y una palmadita en el hombro.
De vuelta al coche, pregunte a Dick Forsman por sus aves favoritas. Suspir¨®. Pareci¨® a punto de sacar las fotos de su billetera. ¡°El quebrantahuesos, el halc¨®n gerifalte, el ¨¢guila de Verreaux¡¡±, ?aj¨¢!, salt¨¦, la que lleva el nombre del tipo que disec¨® al Negro de Banyoles. Le expliqu¨¦ la historia en mi ingl¨¦s comanche con mucha m¨ªmica y el ornit¨®logo pareci¨® aliviado al conseguir que me callara se?al¨¢ndome una garza imperial en vuelo. A partir de ah¨ª fue un no parar: combatiente, morito (que depredan el caracol manzana), garcilla cangrejera, un avetorillo aplastado en un camino (Dick levant¨® el cad¨¢ver apesadumbrado como si fuera de un pariente).
En la isla de Buda, yo estaba ya tan integrado -sobre todo al hallar una muda de culebra bastarda, no decir tonter¨ªas y repartir caramelos del hotel- que Shirihai me confes¨® su amor por las collalbas y petreles, ¡°el ave que m¨¢s hace latir mi coraz¨®n¡±. Pero yo ya corr¨ªa porque Copete hab¨ªa gritado: ¡°?Jacinto, mart¨ªn pescador!¡±. Pas¨® una pareja de esas avecillas como dos flechas de color azul el¨¦ctrico, persigui¨¦ndose. Casi me echo a llorar de felicidad y entonces vi como los curtidos ornit¨®logos me miraban y asent¨ªan. Y me sent¨ª como en casa.
En la l¨ªnea de fuego por ver el autillo de Mindanao
El estupendo Delta Birding Festival, que tiene como alma m¨¢ter ¨Co gallina clueca- a Francesc Kirchner, de Oryx, se celebra anualmente en las instalaciones de M¨®n Natura Delta, en la parte sur del delta del Ebro, junto al estanque de la Tancada y las antiguas salinas de Sant Antoni. Es un emplazamiento ideal pues pocas veces puedes o¨ªr hablar de aves viendo tantas alrededor o adquirir unos prism¨¢ticos prob¨¢ndolos sobre una bandada de flamencos.
En una serie de edificios, carpas y casetas (entre canales en los que puedes intentar ¡°lo perxar del Delta¡± en los botes tradicionales), se desarrollan las m¨²ltiples actividades, que van desde talleres para ni?os a conferencias especializadas como CSI egagr¨®pilas deltaicas, sobre las regurgitaciones de las aves de la zona, pasando por exposiciones, proyecciones de documentales ¨Cel s¨¢bado se present¨® la nueva serie de TV3 Tocats de l¡¯ala- y la oferta de productos y servicios relacionados con el mundo del birdwatching: a destacar que en el espacio de Oryx te limpiaban la ¨®ptica por 15 euros y ofrec¨ªan un mercado de telescopios y binoculares de segunda mano a precios realmente interesantes.
En su propia caseta, el simp¨¢tico gu¨ªa ugand¨¦s Tony Byarugaba propon¨ªa a los twitchers (los m¨¢s obsesionados en coleccionar avistamientos de aves) tours a su pa¨ªs para ver rarezas realmente impresionantes. Cuando le dije que el turaco que mostraba en un cartel ya lo hab¨ªa visto yo en Kenia, sonr¨ªo y contest¨®: ¡°Seguro que los keniatas nos lo han robado¡±. Otros expositores invitaban a interesarse por destinos m¨¢s cercanos, a hacerse socios de tal o cual organizaci¨®n o a adquirir casitas-nido y comederos artesanales (tambi¨¦n hay un buen servicio de restauraci¨®n para los visitantes).
En la feria, que acaba hoy domingo y ha congregado a numeroso p¨²blico pese a que no es un lugar que quede muy a mano (aunque vale la pena el esfuerzo para pasear por la zona y sumergirse en la belleza de las playas salvajes y los campos de arroz al atardecer), uno puede comprar libros de ornitolog¨ªa, desde los destinados a principiantes hasta la obra magna de Lynx con todas las aves del mundo o la gu¨ªa de los p¨¢jaros de Machu Picchu. Las conferencias de los especialistas fueron seguidas con gran expectaci¨®n y muchas hubo que escucharlas de pie e incluso desde fuera de la carpa.
La del gu¨ªa Daniel L¨®pez-Velasco fue de las de m¨¢s ¨¦xito. El joven profesional nos encant¨® desde el principio explicando c¨®mo las hienas se comieron a su compa?ero de la tienda de al lado en su primer trabajo. Sus muchas calamidades en otros viajes para observar aves incluyen un sufrimiento indecible en las Comores (¡°?no vay¨¢is nunca!¡±), los cuatro balazos que recibi¨® su contacto local, Carlito, al quedar el grupo que llevaban en medio en un fuego cruzado entre el ej¨¦rcito filipino y la guerrilla cuando iban a ver el autillo de Mindanao y el ¨¢guila monera; haber perdido a un cliente en la selva de Surinam que se despist¨® por ver una mariposa, tener que aguantar a otra que se le present¨® con tacones para un trayecto por la jungla, o que una comadreja se comiera en China, mientras lo observaban, a uno de los tres ¨²nicos ejemplares conocidos de ruise?or cabecirrojo.
Sin embargo, Dani nos puso los dientes largos cantando la belleza de aves como el espolonero de Palagu¨¢n, su favorito el quetzal guatemalteco, el ave del para¨ªso republicana (!), o el gallito de roca guayan¨¦s, que nos anim¨® a ver al menos una vez en la vida (Dios lo quiera). De momento lo que es seguro es que volveremos al Delta Birding Festival, a poder ser con nuestras listas aumentadas.
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