Extrarradio a examen
¡°Esta es la Catalu?a aut¨¦ntica¡±, ¡®mitine¨®¡¯ en Rub¨ª Pablo Iglesias: un concepto execrable. Aqu¨ª nadie est¨¢ segregado de nada. Todas las Catalu?as son aut¨¦nticas y todas son centro de algo
La palabra la puso en circulaci¨®n Pablo Iglesias, mitineandoa todo trapo en una plaza de Rub¨ª. Cay¨® como una bomba, porque hac¨ªa tiempo que no se hablaba en estos t¨¦rminos. Extrarradio tiene connotaciones, suena a un cierto grado de marginaci¨®n. Encontr¨¦ una definici¨®n encantadora en Google: est¨¢s en el extrarradio si una vez al a?o vas al centro a ver las luces de Navidad, y al leerla te das cuenta de que habla de un mundo caducado. Remite a un tiempo de timidez social, de no atreverse, de saber que nada te pertenece. Volv¨ªa yo en tren a Barcelona, por la noche, y en Mollet se llen¨® el vag¨®n de j¨®venes que iban a las fiestas de la Merc¨¨: todas las tribus estaban est¨¦ticamente representadas y en pac¨ªfica convivencia. ?Extrarradio? Eso es ignorar la evoluci¨®n urbana. Hoy hay centralidad metropolitana, todo es de todos. Es una revoluci¨®n.
No los voy a marear con datos, pero Rub¨ª nace m¨¢s o menos con Guifr¨¦ el Pil¨®s. Bromas aparte, la poblaci¨®n nace integrada al sistema catal¨¢n de ciudades, con perd¨®n del anacronismo. Hoy ese sistema es real y tangible. Rub¨ª tiene su primera f¨¢brica en 1824 y la obra la hace el arquitecto principal del Vall¨¨s, Llu¨ªs Muncunill. No es banal el dato, porque Rub¨ª no pertenece al ?rea Metropolitana, sino que gravita entorno al Vall¨¨s y el Vall¨¨s tiene vida propia, es un mundo consistente, articulado. Pero sigamos: el 1919 ya tiene ferrocatas, es decir, una conexi¨®n que no es la del ministerio, es la l¨ªnea de Terrassa. El transporte es clave en el encaje con la ciudad de referencia. Para esa ¨¦poca Rub¨ª ya ten¨ªa burgues¨ªa local, con sus torres modernistas, algunas presentes, espectaculares, y algunas otras de veraneantes: predio y capital. Y ten¨ªa vida cultural, simbolizada ¡ªpara ir r¨¢pido¡ª en el c¨¦lebre Esbart Dansaire.
Bajo ahora del FCG en la estaci¨®n de la plaza Pearson, el pr¨®cer de la electricidad. Lo que me recibe tiene una est¨¦tica urbana justita, de calles peque?as con aceras muy estrechas, casas de revoque ocre con poca altura. Rub¨ª sum¨® unos 40.000 habitantes en diez a?os, una migraci¨®n que se acomod¨® en los bordes de la riera ¡ªen los bordes de la ciudad, de hecho. La inundaci¨®n del 62 se lo llev¨® todo agua abajo, no quiero saber cu¨¢ntos muertos hubo. Hoy la riera sigue siendo un terreno poco presentable. Est¨¢ canalizada, hay puentes, pero la festonea la carretera; no se ha hecho un parque fluvial, sino un estorbo sin paisaje. Los autobuses son modelo Barcelona. Voy buscando el centro, porque es la nueva urbanizaci¨®n, las crecidas civilizadas, las que van tejiendo el orgullo de las poblaciones, que es precisamente lo que borra el concepto de extrarradio. No son periferia de nada, son su propio centro.
Rub¨ª tiene una orograf¨ªa complicada, porque no s¨®lo baja hacia la riera sino que tiene otro desnivel en paralelo, salvado por escaleras de obra. Sobre esta meseta longitudinal est¨¢ la parte rica, las torres modernistas que ahora son equipamientos culturales. El extrarradio, en la definici¨®n cl¨¢sica, es la ciudad dormitorio, como esos horribles conglomerados chinos con miles de pisos pero sin ciudad. ¡°Es un sitio horrible pero es un sitio¡±, remarcaba Richard Sennet en un seminario del CCCB. Un sitio, un punto de arraigo. Pero en Rub¨ª se nota la planificaci¨®n, el l¨¢piz corrector, la m¨¢scara contra las ojeras urbanas. Est¨¢ la extensi¨®n de casas obreras, pero tambi¨¦n hay plazas y un mercado ampuloso, met¨¢lico, enorme, y esa burgues¨ªa que estaba so?ando con hacer una ciudad-jard¨ªn. Hoy mucha gente viene a Rub¨ª para vivir en las afueras, en el verde.
Mientras camino paso por unos pisos flamantes, modestos y guapos. De una porter¨ªa sale un chico negro alt¨ªsimo, con su gorra y su elegancia natural. Se cruza con un aborigen m¨¢s fornido y chocan las manos en un gesto de amistad. Hablan en catal¨¢n, que es una lengua que en Rub¨ª se oye poco. Pero delante del Casino est¨¢n bailando sardanas. Las periferias, dice Renzo Piano, est¨¢n llenas de problemas pero tambi¨¦n llenas de energ¨ªa positiva. Cuando llevas un tiempo paseando y has ajustado las expectativas a la est¨¦tica dominante, encuentras en ella una armon¨ªa, una pretensi¨®n de belleza, su propio lenguaje. No s¨¦ cu¨¢les son los problemas de Rub¨ª pero aqu¨ª nadie est¨¢ segregado de nada. ¡°Esta es la Catalu?a aut¨¦ntica¡±, dijo Pablo Iglesias, un concepto execrable. Todas las Catalu?as son aut¨¦nticas y todas son centro de algo.
Patricia Gabancho es escritora.
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