Bienvenido Berlioz
Tras d¨ªas de m¨¢xima tensi¨®n, con la huelga de los trabajadores que fue desconvocada el viernes, 'Benvenuto Cellini' deslumbra al Liceo
Hay estrenos que no se olvidan. El del montaje de la ¨®pera de Hector Berlioz Benvenuto Cellini, dirigido esc¨¦nicamente por Terry Gilliam y musicalmente por Josep Pons, estuvo en el aire hasta el viernes, cuando, tras muchas jornadas de incertidumbre, fue desconvocada la huelga de los trabajadores del Liceo. Se alz¨® al final el tel¨®n del coliseo barcelon¨¦s y triunf¨® la magia de la ¨®pera, con un toque de reparaci¨®n hist¨®rica, porque esta colosal y rara vez programada ¨®pera solo se hab¨ªa visto una vez en el Liceo, en 1977. Bienvenido Berlioz, que el domingo, por fin, conquist¨® al p¨²blico con la fantas¨ªa y el humor irreverente del famoso miembro de los Monty Phyton como gran aliado.
Las poderosas im¨¢genes de Gilliam - exultante, recibi¨® atronadores aplausos al final de la memorable funci¨®n- se clavan en la retina, aunque hay tantos gags y golpes de buen teatro que la potencia visual y dram¨¢tica del montaje sepulta en muchos episodios la admirable y poco conocida partitura.
Ha creado Gilliam un monstruo teatral maravilloso que se estren¨® en la English National Opera en 2014 y llega a Barcelona tras pasar por Amsterdam. El irreverente sello de Monty Python planea en una ¨®pera que es una celebraci¨®n de la pasi¨®n y los sue?os de tres locos creativos unidos en una misma aventura; el escultor del Renacimiento Benvenuto Cellini, capaz de fundir toda su obra anterior para obtener el bronce necesario para forjar la cabeza de Perseo; Berlioz, orquestador visionario que anticipa el futuro, y el propio Gilliam, director, actor, creador que no pone l¨ªmites a su fantas¨ªa.
Hay que ver este colosal espect¨¢culo, de brillo circense. Se palpa el riesgo y el gusto por la desmesura en un montaje t¨¦cnicamente complejo -hay acci¨®n desde la obertura, con la irrupci¨®n en platea de una troupe de carnaval- que lleva al l¨ªmite los recursos de un teatro. Y el equipo del Liceo ha superado los retos: Benvenuto Cellini es el gran espect¨¢culo de la temporada.
Hay acci¨®n y diversi¨®n garantizada durante dos horas y media, con im¨¢genes potentes y aut¨¦ntica magia visual. Impacta la escena del Carnaval romano que cierra el primer acto, con m¨¢s de 100 personas, entre ni?os, acr¨®batas, malabaristas, actores, figurantes y cantantes en escena durante 23 minutos en los que la acci¨®n teatral nunca decae.
Queda el tema de los cortes en la partitura, alrededor de 40 minutos de m¨²sica que Gilliam poda para dar potencia teatral a una obra hasta la fecha m¨¢s acostumbrada al fracaso que al ¨¦xito. Y, aunque le pese a los puristas, hay que reconocer que el espect¨¢culo funciona a las mil maravillas.
En el foso, Josep Pons intenta asegurar el equilibrio musical, controlando los grandes efectivos corales y orquestales. Mientras que el coro brinda una gran actuaci¨®n, la orquesta palidece en ocasiones; Pons subraya las innovaciones del lenguaje de Berlioz, que obra maravillas en el uso del color, pero su meticulosa y prudente direcci¨®n brilla m¨¢s en el acompa?amiento de las arias que en los conjuntos.
Triunfa en el agotador papel de Cellini el tenor John Osborn gracias a su solvente registro agudo y su valent¨ªa en escena. De hecho, Gilliam transmite su energ¨ªa a los cantantes; desde la encantadora, pero con car¨¢cter, Teresa de la soprano Kathryn Lewek al brillo pirot¨¦cnico de la mezzosoprano catalana Lidia Vinyes-Curtis, que debut¨® sustituyendo a Annalisa Stroppa en el papel de Ascanio, y la rotundidad vocal del bajo Eric Halfvarson (Papa Clemente VII). El bajo-bar¨ªtono Maurizio Muraro (Balducci) y el bar¨ªtono Ashley Holland (Fieramosca) cumplieron, sin m¨¢s, en un amplio reparto con muy buenos comprimarios.
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