Una ¡®Casa de mu?ecas¡¯ durante el franquismo
'Nora, 1959' lleva la obra de Ibsen a la Espa?a de los a?os cincuenta
Nora naci¨® en 1931. Hab¨ªa empezado la Segunda Rep¨²blica y las mujeres estaban a punto de conseguir su derecho al voto. Su infancia transcurri¨® junto a la de su amiga Cristina, recuerda momentos reconocibles para cualquiera que los haya vivido, da igual la ¨¦poca: los juegos, la primera comuni¨®n y la hostia pegada a la lengua, dif¨ªcil de tragar. Se cas¨® con Torvald Helmer con 22 a?os, en plena dictadura. Tuvieron un hijo, el peque?o Torvald. Nora pas¨® de ir de la mano de su padre a ir de la mano de su marido. Ellos decid¨ªan. Ellos le daban permiso para comprar, o no; para trabajar, o no... Ella solo ten¨ªa que esperarles en casa cada d¨ªa.
Nora no existe, es la protagonista de Casa de Mu?ecas de Henrik Ibsen y protagoniza tambi¨¦n Nora, 1959, de Luc¨ªa Miranda, que se representar¨¢ hasta el 22 de noviembre en el Teatro Valle-Incl¨¢n. Ambas son la misma mujer: la de Ibsen, noruega del siglo XIX y la de Miranda, espa?ola del siglo XX. La directora ha querido traer el cl¨¢sico Casa de Mu?ecas a la Espa?a de los a?os cincuenta, con elementos que, por familiares, acercan la historia al espectador. Un mobiliario que, quien m¨¢s y quien menos, ha tenido en su casa o a¨²n tiene en la casa de los abuelos. La atemporal banda sonora, c¨®mplice de los actores para trasladar al p¨²blico a mediados del siglo pasado. Qui¨¦n no ha tarareado: "Oh! Carol / I am but a fool...", o en su versi¨®n en espa?ol: "?Oh! Carol / loco estoy por ti...", o Only you, o "...siempre, qui¨¦reme siempre, tanto...".
Nora, 1959 es teatro documental y
radio-teatro,
es ficci¨®n y realidad entremezcladas.
Es una oda al transistor
Nora existe, es la abuela de Miranda, la que le inspir¨® para versionar a Ibsen. Miranda argumenta que en su infancia -naci¨® en 1982- pod¨ªa ser m¨¢s o menos habitual ser hija de padres separados, "pero no era normal que los que no vivieran juntos fueran tus abuelos". No cuenta su historia familiar, solo tom¨® esa imagen para "jugar" con Casa de Mu?ecas, para bajar al dramaturgo noruego del altar y darle otra visi¨®n. Confiesa que le hubiera gustado darle un punto "m¨¢s macarra, no ser tan fiel".
Nora, 1959 es teatro documental y radio-teatro, es ficci¨®n y realidad entremezcladas. Es una oda al transistor, en el centro de la escena, y a lo que de ¨¦l sale y entra a las casas. Era la ¨²nica ventana al mundo para tantas mujeres cuya vida transcurr¨ªa en esa inconsciente c¨¢rcel que era su hogar. El espacio en el que transcurre la obra es fundamentalmente sonoro, muy cuidado, con m¨²sica en directo y con la radio como una protagonista m¨¢s. A veces solo se oye, otras, se representa; a trav¨¦s de ella se escuchan piezas de teatro documental. El equipo ha trabajado con mujeres de m¨¢s de 80 a?os pregunt¨¢ndoles qu¨¦ era lo que les imped¨ªan hacer sin permiso de sus maridos y qu¨¦ era lo que les gustar¨ªa haber hecho, estas grabaciones reales se entremezclan en la ficci¨®n como si fueran llamadas al Consultorio de Elena Francis.
Nora quiere estar en el aire, quiere volar, quiere salir por la ventana. Un cartel gigante en el fondo del escenario act¨²a como met¨¢fora, "On Air", reza; el radiof¨®nico "en el aire". Querr¨ªa ser onda libre, considera la libertad como "el gran prodigio". Toma conciencia de que "es un ser humano" antes que mujer y madre y decide no atender ni a chantajes en lo referente a su hijo, ni a amenazas de denuncias por abandono del hogar.
Nora es un homenaje a las abuelas, pero tambi¨¦n es un recordatorio para las hijas y las nietas. Los controles en el siglo XXI no est¨¢n en si los maridos dan permiso, o no, para pagar una factura, pero los chantajes, las amenazas y las c¨¢rceles inconscientes siguen ah¨ª.
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