Aqu¨ª tambi¨¦n se come
Los grandes almacenes tambi¨¦n ofrecen la posibilidad de almorzar o cenar mientras se hacen unas compras


Todo esto que usted ve, con sus mesas, sus cubiertos, sus vasos y sus camareros sacados de alguna obra de microteatro que no termin¨® de cuajar por la estrechez de miras del p¨²blico, antes era una tienda, o un puesto de un mercado, o unos grandes almacenes. Todo este espacio, hoy consagrado al m¨¢s noble de los pecados capitales, la gula, antes eran muchos sitios distintos en los que se realizaban actividades dispares. Hoy solo se come. Porque hoy se come en cualquier sitio. Se va a unos grandes almacenes a comer. Se va al mercado a comer. Se va a la barber¨ªa a comer. Se va incluso al gimnasio a comer.
Cuando en los noventa se puso de moda el tema de los restaurantes con dj o de las peluquer¨ªas con barra de sushi todos sab¨ªan que ¡ªcomo termin¨® sucediendo¡ª aquella moda perecer¨ªa pronto bajo el peso de su propia insensatez. Lo que nadie adivin¨® es que, dos d¨¦cadas despu¨¦s, volver¨ªa con inusitada fuerza y se adue?ar¨ªa de lo m¨¢s sagrado del mapa comercial de la gran ciudad. A El Corte Ingl¨¦s ya no se va tanto a comprar una plancha o un televisor y gozar de un fenomenal servicio postventa, sino a probar manjares de los Roca o David Mu?oz.
A los mercados ya no se acude a hacerse con productos frescos, sino a com¨¦rselos tan frescamente en alguna parada que antes fue una pescader¨ªa y ahora es una cebicher¨ªa. Se sale de casa a por unos zapatos y se vuelve hecho un experto en cocina vietnamita. Parece que tomar primero y segundo es hoy casi una vulgaridad. Todo es men¨² degustaci¨®n, platos para compartir o, como sucede en estos gastr¨®dromos, una sucesi¨®n de puestos en los que se puede catar de todo sin apenas moverse. Hoy, cualquier local de m¨¢s de 1.000 metros cuadrados de la ciudad es susceptible de convertirse en un templo levantado en honor de las cocinas del mundo. Para todo lo dem¨¢s, Primark.
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