Agrandar la leyenda

Solo hay una cosa m¨¢s bomb¨¢stica que un concierto de Raphael: un concierto sinf¨®nico de Raphael. Superviviente en todas las batallas, las del frente vital y el art¨ªstico, contin¨²a embarcado en la aventura ingente de agrandar su leyenda. ?Nuevo icono indie???Pues claro! ?Estrella de la gran pantalla? ?lex de la Iglesia se nos presta a erigirlo en divo ir¨®nico. Y si se trata de subrayar la apoteosis y el ¨¦nfasis, la ¨¦pica y la grandilocuencia, nada mejor que una orquesta al completo, la Sinf¨®nica de M¨¢laga, arrop¨¢ndole en el escenario. La idea es irreprochable desde su l¨®gica y se concret¨® el mi¨¦rcoles con un llenazo en el Barclaycard Center tan entusiasta como el propio espect¨¢culo que se dirim¨ªa.

Todo es superlativo en el universo de este hombre, que a sus 72 a?os sigue entregando un repertorio apabullante (39 temas, 170 minutos) y es al¨¦rgico a cualquier forma de dosificaci¨®n. Empieza con chaqueta y corbata, pero acaba despechugado y alardeando de torer¨ªa gestual. Lo suyo se llama afectaci¨®n, claro; tan orgullosa y genuina que no conoce remedo.

Su tendencia a cantar ad libitum, retardando o retorciendo las frases, constituye un reto orquestal de primer orden, pero Rub¨¦n D¨ªez contiene las avalanchas sin que le tiemble la batuta. Hay arreglos lo bastante hermosos como para establecer paralelismos: Estuve enamorado arranca como Day Tripper (Beatles) y Detenedla ya le gustar¨ªa a Divine Comedy. Porque Raphael es eso, en el fondo: divina comedia. Digan lo que digan.