¡®El pessebre¡¯ recuperado

Tras veintis¨¦is a?os sin pasar por su escenario, el Liceo recuper¨® El Pessebre, el oratorio de Pau Casals sobre el poema del mismo t¨ªtulo de Joan Alavedra. No es esta la ¨²nica recuperaci¨®n posible de la obra m¨¢s ambiciosa del c¨¦lebre violonchelista. Hace cuarenta a?os ten¨ªamos con El Pessebre un grave problema de orden ideol¨®gico y est¨¦tico: era una obra de mediados del siglo XX, posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero compuesta a partir de una est¨¦tica y un lenguaje de mediados del XIX, era un verdadero f¨®sil est¨¦tico.

La vanguardia musical era muy militante en aquellos a?os y todos los que no estaban con ella estaban en contra. El Pessebre fue entonces anatematizado, fue oficialmente respetado en Catalu?a por venir de quien ven¨ªa y por significar lo que significaba en el contexto pol¨ªtico de entonces, pero, en privado, ni la intelectualidad ni la vanguardia est¨¦tica quer¨ªan saber nada de esa m¨²sica de 1950 que sonaba a Mendelssohn y, en el mejor de los casos, a veces a Brahms.

Todo pasa. Hoy, en el imperio est¨¦tico del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±, con todas aquellas vanguardias militantes tan caducadas como aquello mismo que criticaban, los anatemas han prescrito y se puede programar y hasta gozar del concierto sin tener que dar explicaciones. El Pessebre programado por el Liceo a sala llena fue un ¨¦xito. Josep Pons intent¨® por todos los medios que la densa orquestaci¨®n de la obra no ahogara los solistas vocales y en muchas ocasiones lo logr¨®. El coro del Liceo, reforzado con la Polif¨®nica de Puigreig s¨ª pudo con la orquesta y las partes corales tuvieron el peso y el relieve requerido en un gran oratorio.

En los solistas vocales el tenor David Alegret en funciones de narrador y, ocasionalmente, de personaje brill¨® en el registro agudo y tuvo alg¨²n problema para dar cuerpo a los graves que frecuentemente le exig¨ªa la partitura. El bar¨ªtono Joan Mart¨ªn-Royo estuvo comod¨ªsimo en sus personajes y cant¨® con facilidad aplomo y voz potente. Marc Pujol defendi¨® bien la parte de bajo de enorme exigencia en la parte grave. Gemma Coma-Alabert, la mezosoprano, fue tapada por la orquesta en su primera intervenci¨®n, pero finalmente consigui¨® imponerse. Marta Math¨¦u consigui¨® pasar siempre de forma limpia y bien timbrada el muro de sonido orquestal.

El Pessebre, por momentos sublime, por momentos cursi, trasnochado, imperecedero, potente, sentimental, querido, fue recuperado con un ¨¦xito enorme.

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