La accidentada vida del Gulliver gigante
La gran atracci¨®n infatil de Valencia recibe, 25 a?os despu¨¦s de ser inaugurada, el apoyo oficial
El Gulliver, la gran atracci¨®n infantil de Valencia inspirada en el personaje inventado por el escritor irland¨¦s Jonathan Swift, ha cumplido este martes 25 a?os. Se inaugur¨® un s¨¢bado, 29 de diciembre de 1990, cuatro a?os despu¨¦s de que el arquitecto Rafael Rivera empezara a esbozar la idea de innovar en las instalaciones para ni?os al uso. Desde entonces, decenas de miles de cr¨ªos se han deslizado por los ropajes de un viajero Lemuel Gulliver de 67 metros de longitud y 8,86 de altura.
La enorme figura que descansa en el viejo cauce del r¨ªo Turia, obra tambi¨¦n del artesano fallero Manolo Mart¨ªn y del ilustrador Sento Llobel, estuvo a punto de materializarse en Barcelona o en Sevilla, dos ciudades que antes de los Juegos Ol¨ªmpicos y la Expo de 1992 buscaban proyectos arriesgados. La Generalitat valenciana, a trav¨¦s del entonces consejero Andr¨¦s Garc¨ªa Reche, retuvo el plan en el ¨²ltimo momento.
Gulliver vio la luz en los ¨²ltimos meses de gobierno local socialista en Valencia (1979-1991), una ¨¦poca de gran tensi¨®n pol¨ªtica. Y se convirti¨® en elemento de discusi¨®n por parte de la oposici¨®n sobre todo popular, que critic¨® su precio, 220 millones de pesetas de la ¨¦poca (1,3 millones de euros), y los supuestos riesgos que entra?aba para los ni?os. Unos meses despu¨¦s de ser inaugurado, el Ayuntamiento cambi¨® de color, Rita Barber¨¢ fue elegida alcaldesa y, seg¨²n Rivera, pese a su originalidad y aceptaci¨®n, Gulliver qued¨® ¡°sumido en el olvido¡± oficial. A pesar del volumen de visitas, pas¨® a?os sin ser repintado y sin que se arreglasen sus grietas.
El alcalde de Valencia, Joan Rib¨®, ha pedido este martes disculpas a sus creadores por lo que ha considerado un ¡°maltrato dado a este parque por el anterior equipo municipal, por el menosprecio de los que lo asumieron como una inc¨®moda carga que no supieron apreciar c¨®mo se merec¨ªa, solo porque no lo hicieron ellos¡±.
El regidor se ha comprometido a ¡°poner en valor el Gulliver¡±, rehabilitarlo y promocionarlo entre valencianos y turistas. Reche ha comparado la ¡°amortizaci¨®n¡± que ha tenido la figura con otras inversiones realizadas en la ciudad en los siguientes a?os. Algunas en el mismo cauce del Turia, donde un poco m¨¢s cerca de la desembocadura se alza la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La concejal Mar¨ªa Oliver ha afirmado que una "ciudad amable no puede ser una ciudad que no se piense desde el punto de vista de los ni?os", y que el urbanismo debe integrar la perspectiva de quienes miden un "metro diez".
La remodelaci¨®n anunciada incluir¨¢ la parte interior de la figura. En ella hab¨ªa originalmente, entre otros elementos, una maqueta de la ciudad de Valencia. ¡°La idea era que el ni?o se sintiera grande si estaba dentro y peque?o si estaba fuera. Y que al final se diera cuenta de que no es grande ni peque?o, es como es y as¨ª tiene que enfrentarse a la vida¡±, explica Rivera. La zona se inund¨® como consecuencias de las fuertes lluvias que en 2007 tambi¨¦n anegaron el Palau de les Arts. Los da?os en la ¨®pera ascendieron a 16 millones de euros.
La inversi¨®n para recuperar el Gulliver fue inexistente. ¡°Las maquetas instaladas en el interior estuvieron flotando. Y cuando el agua baj¨®, all¨ª se quedaron, tal y como hab¨ªan bajado¡±, cuenta el arquitecto.
El Gulliver fue pensado inicialmente como parte de una zona infantil en la calle del Doctor Lluch, en la zona del barrio de El Cabanyal m¨¢s cercana a la playa, y una de sus manos deb¨ªa alcanzar la acera. Rivera trabajaba entonces en la secci¨®n de proyectos urbanos del Ayuntamiento de Valencia. Las dimensiones del gigante eran en aquel momento menores, pero a pesar de ello no era barato y exced¨ªa el presupuesto previsto por el Consistorio para una "zona infantil". El proyecto qued¨® guardado en un caj¨®n aquel mismo a?o, 1986.
Despu¨¦s de abandonar el Ayuntamiento en 1987, Rivera, junto a Mart¨ªn -a quien lleg¨® gracias al tambi¨¦n arquitecto Carlos Salvadores, autor del IVAM- y Llobell retomaron el proyecto y la figura acab¨® de tomar forma. Presentaron la idea al entonces alcalde de Barcelona Pasqual Maragall. La ciudad se preparaba para los Juegos Ol¨ªmpicos, buscaba atracciones complementarias a las deportivas y los responsables municipales pensaron erigirlo en la playa. ¡°A m¨ª me preocupaba el deterioro que pod¨ªa sufrir por la cercan¨ªa del mar y por la arena, pero ellos dec¨ªan que la escala era adecuada y que Gulliver hab¨ªa llegado por mar¡±.
El entonces consejero Reche descubri¨® el proyecto en una visita al taller de Mart¨ªn, un artista fallero poco convencional. Reche insisti¨® en que deb¨ªa quedarse en Valencia y en que su emplazamiento deb¨ªa ser el antiguo cauce del Turia, que los socialistas hab¨ªan convertido en jard¨ªn, e involucr¨® a la entonces alcaldesa, Clementina R¨®denas. Las obras de la figura, cuya inspiraci¨®n le vino a Rivera de los jardines de Bomarzo (que el arquitecto hab¨ªa descubriendo leyendo el libro de M¨²jica L¨¢inez); el mont¨ªculo que se alza junto a las ruinas del antiguo Palacio de Valencia, en los Jardines de Vivero, y la escultura El despertar de J. Seward Johnson, empezaron en abril de 1990 y concluyeron en diciembre.
¡°Una de las cosas que m¨¢s me gustan del Gulliver es que no tiene instrucciones. T¨² sueltas a un ni?o all¨ª y ya no tienes que preocuparte de m¨¢s¡±, comenta su creador. ¡°Como mucho hay que darles cuatro reglas, como que no pueden subir por el tobog¨¢n mientras otros est¨¢n bajando. Lo dem¨¢s es lo que invente¡±.
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