?Di algo de izquierdas!
Catalu?a ser¨ªa el para¨ªso de Nanni Moretti. Todos los pol¨ªticos dicen cosas de izquierda. Tal fiebre por decir cosas de izquierda alcanza incluso al PP
En Aprile,el personaje interpretado por Nanni Moretti est¨¢ mirando en el televisor un debate electoral de mediados de los noventa entre Silvio Berlusconi y Massimo D'Alema. Este ¨²ltimo, por entonces un l¨ªder de la izquierda italiana, queda enmudecido mientras Il Cavaliere lanza una de sus eternas peroratas contra los jueces politizados. Moretti, o, mejor, su personaje, enfurecido por la situaci¨®n, grita, casi suplica, al D'Alema encapsulado en la pantalla: "?D'Alema, reacciona, di algo de izquierda!".
Catalu?a ser¨ªa el para¨ªso de Moretti. Todos los pol¨ªticos dicen cosas de izquierda. Tal fiebre por decir cosas de izquierda alcanza incluso al PP, que en muchos lugares difunde sin rubor alguno un programa netamente reaccionario pero que en Catalu?a afirma estar preocupado por la situaci¨®n econ¨®mica de aquellos que m¨¢s sufren, y que en cuestiones socio-morales, como el aborto y alrededores, mantiene un perfil bajo. Incluso el pistolero Garc¨ªa Albiol, al pasar a la pol¨ªtica catalana, habla de un modo menos vulgar, tanto desde el punto de vista sem¨¢ntico como fon¨¦tico.
Todo el arco pol¨ªtico dice cosas de izquierda, todos dicen querer salvar el Estado del bienestar y todo parece ser dicho con vistas a satisfacer el viejo ideario de la izquierda. La independencia sirve para aliviar la condici¨®n de los m¨¢s desfavorecidos. La unidad de Espa?a sirve para alimentar a las masas. El Estado federal responde al principio de igualdad. As¨ª las cosas, todos abominan, en sus declaraciones, del neoliberalismo y del conservadurismo, e impl¨ªcitamente todos abrazan al Engels crepuscular, que, viejo y ciego, recib¨ªa encantado a los j¨®venes socialdem¨®cratas rusos - seg¨²n cuenta Vassili Grossman en Vida y destino ¡ªy al Bernstein fundador de la socialdemocracia¡ª.
La unidad de Espa?a sirve para alimentar a las masas. El Estado federal responde al principio de igualdad
Pero decir cosas de izquierda no es lo mismo que hacer cosas de izquierda. En Catalu?a lo que parece gustar m¨¢s es aquella gente que habla como si fuera de izquierda pero act¨²a como si fuera de derecha. Por supuesto, ha habido gobiernos que dec¨ªan cosas de izquierda y que, en alguna medida, hac¨ªan pol¨ªticas socialdem¨®cratas. Pero han sido infrecuentes ¡ªsiete a?os de gobiernos parcialmente de izquierda frente a veinte y ocho de gobiernos de derecha¡ªy, por unas cosas u otras, vilipendiados, cuando no ridiculizados, hasta la saciedad.
Qui¨¦n sabe si esta afici¨®n del pol¨ªtico catal¨¢n a presentarse como alguien de izquierda es algo que ha crecido por esa pretensi¨®n de diferenciarse de la pol¨ªtica espa?ola y singularmente del PP, cuya ret¨®rica en algunos lugares qued¨® varada en el siglo XVIII. Lo extra?o del caso, como dec¨ªa, es que el PP catal¨¢n, a diferencia de sus compa?eros anclados en el siglo XVIII, habr¨ªa sucumbido a esa demanda est¨¦tica que obliga a echar pestes de la ret¨®rica conservadora. Y digo est¨¦tica porque lo m¨¢s importante en este asunto, repito, es lo que se dice, no lo que se hace.
Y a este requerimiento est¨¦tico sobreviene una inquietud y una lamentatio. La inquietud la tenemos algunos que nos consideramos de izquierda. ?Supone un avance real para la izquierda que los pol¨ªticos se limiten a hablar como gente de izquierda? ?Cu¨¢l es la ganancia, en t¨¦rminos socialdem¨®cratas, en que los pol¨ªticos meramente eviten las palabras hom¨®fobas, sexistas, racistas o neoliberales? No querr¨ªa ser malinterpretado. Me parece atractiva una sociedad en que la ret¨®rica dominante es de izquierda. Pero me parece m¨¢s atractiva una sociedad en que las pol¨ªticas dominantes son de izquierda. No pienso que ambas cosas sean incompatibles - de hecho, no hay ninguna raz¨®n para pensarlo -, s¨®lo digo que en Catalu?a nos solemos conformar con lo primero.
?Y la lamentatio? La lamentatio es que algunos agradecer¨ªamos que los pol¨ªticos conservadores se presentaran como tales. No porque queramos votarles, sino para no inducir a confusi¨®n y para combatir esa groser¨ªa llamada marketing pol¨ªtico, para el cual el contenido de lo que se dice siempre importa menos que la connotaci¨®n que tienen las palabras usadas para hilvanar el discurso. Supongo, adem¨¢s, que los votantes conservadores no imbuidos por el canon est¨¦tico del momento tambi¨¦n preferir¨ªan que los pol¨ªticos conservadores dijeran cosas conservadoras. A m¨ª, desde luego, no me cuesta imaginar al elegante y agudo Valent¨ª Puig meciendo un vaso de Lagavulin mientras mira alguno de los espantosos debates electorales que ha tenido lugar estas ¨²ltimas semanas y, mentalmente y con toda la serenidad del mundo, le dice al candidato de la derecha encapsulado en la pantalla: ¡°Reacciona, por Burke y por Locke, y di algo conservador; o, al menos, di algo de centro¡±.
Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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