¡°El periodismo ha cambiado calidad por inmediatez¡±
Llu¨ªs Foix hace memoria de casi medio siglo de oficio en 'Aquella porta girat¨°ria', con la que ha gandado el 48? premio Josep Pla
En la maleta, f¨ªsica y mental, del chico de 16 a?os que era Llu¨ªs Foix cuando aterriz¨® en Barcelona desde la Lleida rural interior, no estaba del todo definida la idea de ser lo que ser¨ªa durante casi medio siglo, periodista. ¡°Me gustaba, sobre todo, viajar, aprend¨ª idiomas y escrib¨ªa r¨¢pido a m¨¢quina¡±, recuerda al d¨ªa siguiente de obtener en Barcelona el 48? premio Josep Pla de prosa catalana (6.000 euros) por Aquella porta girat¨°ria, explicita referencia a la ic¨®nica entrada de la sede en la calle Pelai de Barcelona de la redacci¨®n de La Vanguardia, diario donde entr¨® en 1969 al tercer intento de entrevistarse con su director, Horacio S¨¢enz Guerrero, que le dijo que s¨®lo pod¨ªa ofrecerle un puesto de sustituto de los traductores de teletipos para los fines de semana. ¡°No creo que le interese¡±. Le respondi¨® que s¨ª. Y ah¨ª empez¨® una reputada carrera que le llev¨® a las corresponsal¨ªas de Londres (1974-1980) y Washington (1981-1982), ciudad que dej¨® para tomar la direcci¨®n del diario en 1983. Todo eso y m¨¢s lo recuerda en el libro, que viene a ser una segunda parte de sus celebradas memorias de infancia de regusto entre planiano y sagarriano, La marinada sempre arriba.
Recuerda Foix (Rocafort de Vallbona, 1943), que entr¨® ¡°empeque?ecido¡± a esa redacci¨®n. ¡°Es que corr¨ªan aut¨¦nticos personajes de gran grosor intelectual: un ?lvaro Ruibal, los hermanos Santiago y Carlos Nadal¡ Hab¨ªa un periodista, Jos¨¦ Cas¨¢n Herrera, que hab¨ªa le¨ªdos dos veces la obra completa de Shakespeare en ingl¨¦s y conoc¨ªa el lenguaje morse¡¡±. Un nivel de rigor y conocimientos que ahora le cuesta m¨¢s ver en los medios, resultado de ¡°una socializaci¨®n del oficio, que se nutre de gente de toda condici¨®n cultural porque no necesitan saber tantas cosas al estar en la Red, y de una futbolizaci¨®n de la escritura, en el sentido de que se basa mucho en esl¨®ganes, la b¨²squeda del impacto¡ En eso el periodismo, hoy, se ha simplificado mucho¡±. Pero ante la comodidad de Internet y las redes sociales, avisa: ¡°Leer ense?a a escribir bien y a relacionar cosas: este oficio se aprende leyendo y no a trav¨¦s de ir a o escuchar la rep¨²blica de los tertulianos en la que estamos instalados; Pla, Dostoievski o Tolstoi son b¨¢sicos para escribir bien y entender el mundo, sus gentes, tomar las dosis de iron¨ªa necesarias para practicar el oficio¡ ¡±.
Tambi¨¦n evoca de las redacciones de aquellos a?os que ¡°se hablaba, se beb¨ªa, se fumaba y se criticaba mucho¡±. Lo primero, cree, era una consecuencia l¨®gica de ¡°gente que hab¨ªa le¨ªdo una barbaridad y ten¨ªa cosas que decir porque relacionaba temas¡ Hoy las redacciones son mucho m¨¢s silenciosas: todos est¨¢n delante de un ordenador, que es con el ¨²nico que hablan; curioso porque el periodismo es, b¨¢sicamente, ir a los sitios y hablar y eso se ha perdido tambi¨¦n¡±.
Esa falta de di¨¢logo e intercambio en las redacciones ha comportado, seg¨²n Foix, que la transmisi¨®n del oficio, la cadena profesional entre generaciones, se haya esfumado, igual que el ejercicio de autocr¨ªtica, antes m¨¢s acentuado, piensa. Algo que va ligado a que ¡°los periodistas hemos perdido autonom¨ªa en las ¨¢reas informativas de la econom¨ªa y la pol¨ªtica en relaci¨®n a nuestras propias empresas; a veces olvidamos que los diarios tienen posiciones en esos ¨¢mbitos, la propiedad de los peri¨®dicos existe; hoy el director no censura una columna como se hac¨ªa antes¡ ahora echa al periodista¡±.
Hoy en las redacciones hay un conjunto de carteles gigantes --invisibles, claro-- con lo que no se puede decir o hay que disimular
En esa l¨ªnea, pero en el cabo opuesto, recuerda Foix los a?os 90, ¡°cuando los periodistas cre¨ªamos que ¨¦ramos los amos de todo con la eclosi¨®n de las cadenas de televisi¨®n privadas... Tambi¨¦n fue un error: nuestra labor y la de los medios no es hacer caer gobiernos o la vida imposible a empresarios; los medios no han de cambiar la sociedad sino explicar lo que pasa en ella¡¡±. Pone modelos: ¡°Est¨¢ el periodismo al estilo ?mile Zola o al estilo Watergate; ¨¦ste fue una investigaci¨®n period¨ªstica pero tambi¨¦n un pulso pol¨ªtico a Nixon; lo de Zola y su Yo acuso fue ver una injusticia flagrante y no s¨®lo no callar sino denunciarla¡ No hemos de hacer que pasen cosas sino explicar las que pasan; yo siempre fui m¨¢s de lo de Zola¡¡±. A pesar de ese discurso, admite que ahora ¡°el periodismo es m¨¢s servil con el poder que hace 40 a?os: sab¨ªas qu¨¦ no se pod¨ªa explicar pero buscabas resquicios y algo dejabas ir¡ Hoy en las redacciones hay un conjunto de carteles gigantes --invisibles, claro-- con lo que no se puede decir o hay que disimular¡±. Eso s¨ª: ¡°la Red proporciona ahora una grieta m¨¢s amplia de libertad para el periodista; el problema es c¨®mo hacer ese resquicio rentable¡±.
Foix, con los reflejos intactos del periodista discreto y un punto taimado y reservado que fue, no desea desvelar demasiado de sus memorias, donde esas reflexiones se cruzan de alg¨²n modo entre figuras y situaciones ¡°con nombres y apellidos y muchos casos que me ocurrieron y que cuento por vez primera¡±. Aparecen as¨ª an¨¦cdotas o figurones a los que conoci¨® como corresponsal, como Nixon o Kissinger... Eran tiempos con un tempo distinto del actual donde, admite el veterano periodista, ¡°el oficio ha cambiado calidad por inmediatez¡±. Pero la buena prensa nunca muere. ¡°Junto a esa rapidez creo que se necesita la cr¨®nica reposada, los temas con gran capacidad de relacionar cosas, como hacen diarios como The Economist o el Financial Times o The New Yorker¡ S¨ª, la gente lee textos largos si son buenos y las cosas se explican bien; la gente busca referentes¡±. Lo sabe bien.
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