No rompas m¨¢s mi pobre coraz¨®n
Mas se ha vengado, ha dado un portazo y antes de irse ha dejado dentro de la pol¨ªtica sus demonios para que le recuerden
Mas se ha vengado, ha dado un portazo y antes de irse ha dejado dentro de la pol¨ªtica sus demonios para que le recuerden durante todo este tiempo, durante todo el rato que dure su ausencia. Habiendo aspirado a ser un hombre para la eternidad, acaso sea su destino dejar una ausencia para la eternidad. ?Cu¨¢les son sus demonios? Los que dijo Sartre: los dem¨¢s, los otros. Vistos desde Barcelona, los otros son la gente de Girona. Vistos desde Converg¨¨ncia, la gente de la CUP. Se ha ido Mas diciendo que volver¨¢, pero no ha aclarado si ser¨¢ a lo grande, como hacen los personajes hist¨®ricos o de extranjis como lo hace el asesino al lugar del crimen.
Pero lo importante ahora ya no es ¨¦l. Lo que importa hoy es que el hemiciclo est¨¢ lleno hasta la bandera, y nunca mejor dicho. Domingo de sesi¨®n de investidura, horario de televisi¨®n familiar. El momento en que se iba al cine a ver una de risa (o de miedo). Ahora se va al Parlament o al menos eso ha hecho un pu?ado de militantes de la ANC, que al amparo de una bandera mastod¨®ntica se han concentrado ante los porticones para aplaudir y abuchear a los que entran. A Germ¨¤ Bel, por ejemplo, le han recibido con mucho ¨¢nimo, pero a Coscubiela le han pitado a rabiar. Eduardo Reyes, que ha llegado en un Chevrolet Lacetty rojo con conductor, ha sido recibido con gritos de ?S¨²mate! El diputado se ha estirado el traje al salir del auto y tambi¨¦n se ha estirado ¨¦l, y ha entrado bien flamenco en el Parlament.
Las escaleras con la alfombra roja, que son las escaleras hacia el cielo. El vest¨ªbulo a tope de optimismo y pijer¨ªo. Una joven burgues¨ªa que siente que ha recuperado o ha conquistado el tim¨®n. Entre los invitados que presencian desde la tribuna la investidura del nuevo President, hay gente que se ha quedado en pie. A uno lo han echado por quitarle el asiento a Jordi S¨¢nchez. En primer¨ªsima fila, Benach y N¨²ria de Gispert. Detr¨¢s, Trias y Pisarello. Entran los diputados y lo hace Artur Mas el ¨²ltimo con paso de peregrino cesante. La sala se pone en pie y le aplaude como a los toreros que se retiran, es decir para que se vaya de una vez. La CUP, no. Sus diez diputados (esta vez s¨ª han venido todos) permanecen con las manos quietas. La rebeld¨ªa es un gesto que se hace sentado, como en el cine, y el poder es un vernissage de domingo por la tarde. El ¨²nico que no ha sido invitado a esta fiesta es Artur Mas, que mira desde la lejan¨ªa de su esca?o de expresident con astucia de Coyote Dax cuando canta "no rompas m¨¢s mi pobre coraz¨®n".
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