Xoel L¨®pez, la m¨²sica como b¨¢lsamo

Decir a estas alturas que Xoel L¨®pez figura entre nuestros mayores patrimonios musicales ya casi bordea, por suerte, la perogrullada. El hombre de la voz limpia y caudalosa se explay¨® el viernes en el abarrotado Circo Price con un concierto avasallador, una celebraci¨®n de la m¨²sica y de la vida (t¨¦rminos equivalentes, en su diccionario) que acab¨® despegando hasta a los m¨¢s mustios de sus asientos. Sus 130 minutos de canciones, sin apenas respiro ni fisuras, devinieron en gozoso fest¨ªn. ¡°?Xoel es un llenapistas!¡±, exclamaba una muchacha enfrascada en un traj¨ªn bailongo que probablemente no hab¨ªa sospechado cuando accedi¨® a su butaca. As¨ª son los milagros de la m¨²sica cuando act¨²a como b¨¢lsamo (o ant¨ªdoto, apelando a uno de los t¨ªtulos del coru?¨¦s): un concierto dedicado ¡°a la felicidad y a David Bowie¡± solo pod¨ªa acabar muy bien.

L¨®pez ya era un tipo muy sagaz cuando firmaba como Deluxe, pero aquel rock inteligente de hace una d¨¦cada se ha transfigurado en un fascinante pop mestizo, enraizado y americanizado, una f¨®rmula que lo eleva a artista original y ¨²nico desde que rubrica los discos en primera persona. La paradoja proviene de que el refrendo definitivo venga de un trabajo, Paramales (2015), que en ning¨²n caso supera a Atl¨¢ntico (2012), aut¨¦ntico nudo gordiano en su obra. Las alabanzas llegan con car¨¢cter retroactivo para hacer justicia: Tierra es un himno bell¨ªsimo y Por el viejo barrio parece escrita 40 a?os atr¨¢s y seguir¨¢ record¨¢ndose dentro de otros 140.

En contraste, La casa hace ruido parece un (merecido) descarte de Julieta Venegas y en Un a?o m¨¢s desliza frases propias de anuncios de turrones. Peque?os borrones que no empa?an la realidad: Xoel ha dado con la tecla y su contagioso discurso le convierte en un m¨²sico encantador.