Bilbao borra su huella franquista
El Ayuntamiento de Bilbao inicia el proceso, abierto a la participaci¨®n ciudadana, para cambiar los nombres franquistas de dos v¨ªas
Una ma?ana de enero, pongan la de hoy, salen a pasear por Bilbao. Desde el ayuntamiento, y aprovechando el sol de invierno, dibujan el discurrir de la r¨ªa del Nervi¨®n hasta toparse con un moderno puente de casi 30 metros de altura, el de La Salve. Ascienden por su escalera de caracol, cuadrada e interminable, y lo atraviesan para enfrentar su s¨ªmbolo contempor¨¢neo m¨¢s internacional, el museo Guggenheim. De vuelta a casa, dejan de nuevo a un lado el consistorio, cruzan unas cuantas calles del Casco Viejo y suben hacia Bego?a, el barrio de Bilbao con m¨¢s historia que Bilbao. En apenas dos kil¨®metros habr¨¢n pisado, de forma probablemente inconsciente, dos de los m¨¢s sangrantes s¨ªmbolos del franquismo que, entrado 2016, perviven en Bilbao: el puente Pr¨ªncipes de Espa?a y la calle Padre Remigio Vilari?o.
Esta ¨²ltima es una angosta v¨ªa de apenas cien metros de longitud que bordea el barrio de La Cruz, un c¨²mulo de peque?as casas construido a principios del siglo XX para dar cobijo a los obreros que se multiplicaban entonces en la villa. Su impulsor fue el jesuita Remigio Vilari?o, natural de Gernika. Due?o de un discurso antisemita, reaccionario y ultracat¨®lico, fue un prol¨ªfico escritor, autor de varias publicaciones ligadas a la ¡°causa cat¨®lica espa?ola¡± abrazadas por el r¨¦gimen franquista, que les regal¨® su altavoz. El otro es el popularmente conocido como puente de La Salve. Y ese ser¨¢ pronto su ¨²nico y oficial nombre. Es, al menos, la intenci¨®n del gobierno municipal, que acaba de iniciar el proceso para cambiar la denominaci¨®n de ambos a instancias de un informe encargado a catedr¨¢ticos de Historia de la UPV.
El texto, contundente, concluye que estas dos v¨ªas ¡°tienen expresas y claras connotaciones pol¨ªticas de adhesi¨®n y exaltaci¨®n de la dictadura¡±. Para la segunda de las calles el consistorio, que tomar¨¢ la decisi¨®n final en un mes, propone los nombres de cinco mujeres: Julita Berrojalbiz, profesora e impulsora de las ikastolas en Bizkaia; Benita Asas y Adelina M¨¦ndez de la Torre, maestras y defensoras del activismo feminista y la salud escolar respectivamente; Juanita Mir, periodista fusilada en 1.937 y Bizenta Moguel, considerada la primera escritora vasca. Todo esto ocurre en 2016, cuando la Ley de Memoria Hist¨®rica, en cuyo cumplimiento se implementan estas iniciativas, tiene cerca de una d¨¦cada de vida. El texto, sin embargo, se?ala claramente, en lo relativo a s¨ªmbolos y monumentos p¨²blicos, que "las administraciones p¨²blicas tomar¨¢n las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y menciones conmemorativas de exaltaci¨®n, personal o colectiva, de la sublevaci¨®n militar, la Guerra Civil y la represi¨®n de la dictadura".
Y Bilbao no tiene la exclusiva de esta ilegalidad. Tampoco el borrado ha llegado a¨²n a Vitoria pese a que existe desde la anterior legislatura un grupo de trabajo encargado de recuperar la memoria de las v¨ªctimas del franquismo. Un equipo, formado no solo por representantes pol¨ªticos sino tambi¨¦n por agentes sociales de la ciudad y expertos, que permanece inactivo y todav¨ªa no ha dado frutos. Por ¨²ltimo, en el caso de Donostia, el Ayuntamiento encarg¨® en 2.012 el correspondiente estudio del callejero a la Sociedad de Ciencias Aranzadi. En cuanto al resto de simbolog¨ªa -placas de exaltaci¨®n franquista situadas en fachadas de viviendas y otros edificios privados-, se solicit¨® la colaboraci¨®n de la ciudadan¨ªa para localizarlas e identificarlas y proceder a su retirada.
Sin embargo, la huella franquista no se limita hoy a unas cuantas calles de evidente v¨ªnculo fascista. No es tan residual; se extiende por toda la geograf¨ªa vasca y abunda en incontables ramificaciones. Ocurri¨® con la Plaza Nueva de Gasteiz, por ejemplo, anterior Plaza de Espa?a. Nombre neutro sobre el papel, escarbando en su justificaci¨®n concluimos lo contrario. Seg¨²n un vasto informe elaborado en 2.012 por los historiadores Aitor Gonz¨¢lez de Langarica y Virginia L¨®pez de Maturana a petici¨®n del Gobierno Vasco, la plaza obtuvo dicho nombre "a petici¨®n de un grupo de vitorianos como homenaje a 'nuestra Espa?a ultrajada'". As¨ª que la pr¨®xima vez que caminen por Bilbao, levanten la vista frente al edificio central de Correos o el de Hacienda en la Plaza Moyua. Afortunadamente las dos ?guilas que ver¨¢n ya no vuelan. Pero responden a un pasado cuyos s¨ªmbolos, aunque est¨¦n en edificios de la administraci¨®n central, deber¨ªan de desaparecer.
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