Term¨®metro musical

La m¨²sica de c¨¢mara es el m¨¢s fiable term¨®metro para medir la salud de la vida musical de una ciudad. En este terreno, Barcelona suspende. Sin la presencia de un divo medi¨¢tico de por medio, tipo Lang Lang, Martha Argerich o Anne Sophie Mutter, la asistencia del p¨²blico suele ser tan pobre que echa por tierra esa condici¨®n de ciudad cultural que tan alegremente pregonan muchos pol¨ªticos ¡ªalgunos con responsabilidad en estos temas¡ª que no pisan los auditorios barceloneses ni por equivocaci¨®n. Y la tibia respuesta del p¨²blico al concierto del pianista espa?ol m¨¢s internacional del momento, Javier Perianes, con el estupendo Cuarteto Quiroga, celebrado el mi¨¦rcoles en un Palau de la M¨²sica semivac¨ªo, indica que la salud musical barcelonesa no es muy buena.

La velada se abri¨® con una sutil interpretaci¨®n de La oraci¨®n del torero, de Joaqu¨ªn Turina, en la que el Cuarteto Quiroga dibuj¨® con gracia, elegancia y vigor el latido r¨ªtmico y la belleza de una m¨²sica que pinta la imagen del torero con un recogimiento ¨ªntimo, religioso, de expresividad directa.

Como contribuci¨®n al A?o Enric Granados ¡ªse cumple este a?o el centenario de la muerte del compositor catal¨¢n¡ª Javier Perianes y el Quiroga pusieron el list¨®n muy alto con una comunicativa versi¨®n de su Quinteto para piano y cuerda en sol menor, op 49, pieza que han grabado en su primer disco conjunto (Harmonia Mundi), consagrado precisamente a Granados y Turina.

El joven Granados estreno su Quinteto en Madrid en 1895, con 28 a?os, y su efusivo lirismo, con la huella de Grieg y Schumann, le proporcion¨® fama ¡ªfue bautizado como el Grieg espa?ol¡ª e impuls¨® su carrera. Perianes y los Quiroga lo tocaron con naturalidad, frescura y soberano equilibrio de fuerzas. Disfrutan tocando juntos, y esa sensaci¨®n llega directa al p¨²blico, sin la asepsia de ese tipo de instrumentistas que rebajan el calor comunicativo por su obsesiva b¨²squeda de la perfecci¨®n t¨¦cnica.

La velada fue in crescendo y alcanz¨® su m¨¢xima intensidad con el maravilloso Quinteto para piano y cuerda en mi bemol mayor, op. 44. de Robert Schumann . El nivel de virtuosismo, precisi¨®n y brillantez subi¨® un escal¨®n m¨¢s de intensidad y belleza sonora; tambi¨¦n hubo m¨¢s riesgo y pasi¨®n en la expresi¨®n de un romanticismo m¨¢s febril y excitante.